La muerte del forcado portugués Manuel María Trinidad, de 22 años, el pasado sábado tras las graves lesiones cerebrales, sufridas en la Plaza de Toros Campo Pequeño, Portugal, no fue una falla técnica, sino un "capricho del destino".
"Él hizo todo perfecto. Técnicamente no hay error en la pega, en el cite, en el tiempo, en el torear hacia atrás; menos en la reunión con el toro, la colaboración de sus ayudas no tenía por qué salir mal, pero el azar, lo hizo mortal", explicó René Tirado, el forcado mexicano de mayor reconocimiento mundial por la experiencia, su valor y la entrega a su pasión, la cual es pegar toros de lidia.
Manuel María debutaba esa tarde en la plaza de toros lusitana más emblemática e importante. Su cara quedó entre la barrera y el testuz del astado de 695 kilogramos, cuando venía colgado de los cuernos, tratando de detener, junto a sus compañeros la bravura del animal de la ganadería de Vinhas, que esa tarde, por cierto, lidiaba su último encierro, y los estrelló contra la madera."Le decían el 'Minino de Oro' (niño de oro), por su alegría de vivir, y entrega. Tenía poco como forcado, pertenecía al grupo de San Manso, pero sus cualidades le permitieron ir a la cara en ese toro.
"Hace años en Redondo, Portugal, hubo una corrida para celebrar 60 años de relaciones diplomáticas entre México y Portugal. "Ahí Manuel, le brindó a los representantes de los Forcados Mexicanos, y les expresó agradecimiento y admiración por mantener aquí esa tradición; además de externar el querer pegar un toro en la Plaza México", recordó Tirado.