Cd. de México.- En 1973, Carlos Reinoso le dio un 'ride' a un joven de la reserva profesional del América. Lejos estaba de imaginar que años después catalogaría a ese muchacho, de nombre Cristóbal Ortega, como el más grande de los futbolistas del club azulcrema.
El propio Ortega (QEPD) recordó ese pasaje, en una de las tantas jornadas en las que recorría la Ciudad de México: 14 cuadras a pie hacia la avenida Cuitláhuac, el autobús a Taxqueña y de ahí abordar el tranvía para llegar al Nido de Coapa, en un camino de hasta dos horas y media.
"Fue el primer contacto... Él pasó en su auto, un Camaro del año (1972) color caqui, lo recuerdo bien, y me dio el aventón. ¡Un jugador de la calidad de él! Pararse y llevar un chico desconocido. Entonces empezó todo", contó a REFORMA, en una entrevista concedida en 1998. Cristóbal ya era inmortal desde mucho antes. Cómo no serlo si conquistó 14 títulos y jugó 711 partidos con el América, más que nadie en la historia. La lealtad es su sello.Reinoso, la gran figura que le dio el ride en aquel lejano 1973, se convertiría en su compañero cuando Ortega debutó en 1974, como extremo derecho, y después en su mentor cuando lo dirigió en aquel equipo de la década de los 80 y en la cual le asignó el rol de medio de contención.
"En el 74 estaba ya en la reserva profesional y mientras se concentraba el primera equipo, él de repente se sentaba a verme jugar. En ese año debuté en Primera División, porque el señor Reinoso se lo pidió al señor José Antonio Roca, quien era el técnico. "Desde ahí fuimos compañeros de equipo como jugadores. Compartimos la misma habitación. Al jugar, él era el crack del equipo y yo extremo derecho con muchas ganas. El americanismo lo aprendí de él, del señor Roca y de Panchito Hernández (ex directivo)", contó Ortega. Incluso, Reinoso fue el padrino de su boda en 1977. "En 82-83, el extremo estrella era el brasileño Batata, pero (don Carlos) quería que siguiera jugando y me puso en la media de contención, me asesoró cómo. Al principio no estaba convencido, pero no le dije nada, me entregué y después me gustó y así me fui hasta el 92, cuando me retiré", expresó Cristóbal. Tan grande fue su legado que el mítico narrador Ángel Fernández le dedicó una frase legendaria. "Colón descubrió América, pero América descubrió a Cristóbal".