CDMX.- Durante los últimos meses, y de hecho desde el primer periodo del Presidente Trump, hemos sido testigos de una "guerra arancelaria" y, en general, de una crisis de las reglas de comercio. Aprovechando que estamos en una "pausa" de un aumento generalizado de aranceles, revisemos cuáles fueron las causas, desde la óptica del comercio internacional, que nos llevaron a este momento y qué podemos esperar en el futuro cercano.
Habría que dejar claro que esta situación se ha gestado desde hace varios años. Las causas son muchas. Las reglas se volvieron obsoletas a las nuevas formas de hacer comercio. Si bien los acuerdos alcanzados en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995, junto con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, constituyeron un hito en modernización de las reglas de comercio, dicha plantilla se agotó.
No podemos pensar que los temas de comercio son los mismos que hace 30 años. Por ejemplo, la distinción clásica entre comercio de bienes y comercio de servicios cada vez es menos reconocible. Además, a lo largo de estos años no se han alcanzado acuerdos significativos en el marco de la OMC (fuera de un acuerdo sobre facilitación de comercio y un muy modesto acuerdo sobre subsidios a la pesca) y solo nos hemos dedicado a "poner parches" en los acuerdos existentes agregando capítulos que incluyen los nuevos temas relacionados con el comercio como: el medio ambiente, trabajo o comercio digital, sin detenernos a reflexionar en la necesidad de una nueva regulación integral de las reglas del comercio internacional que de verdad busque atender a una realidad comercial diferente. Por ello, ante la falta de nuevas reglas, fue muy fácil para la visión proteccionista regresar a la más antigua de las barreras comerciales, esto es, el arancel.Por otro lado, desde hace tiempo los países han menospreciado las reglas comerciales que ellos pactaron. En el ámbito multilateral han pasado más de 6 años sin que los miembros de la OMC hayan podido alcanzar un acuerdo para tener un mecanismo funcional de solución de controversias. Ello no solo implica que varios casos siguen sin resolverse, sino también erosiona la credibilidad de su mecanismo de solución de diferencias y con ello el cumplimiento de las reglas que dicho mecanismo pretende salvaguardar.
Lo anterior aunado a la mencionada falta de acuerdos sustantivos que atiendan a los retos de la globalización, la transformación tecnología y la crisis ambiental, entre otros. En el ámbito regional, el T-MEC no es distinto. Desde la primera amenaza arancelaria, sigue sin haber un pronunciamiento claro y contundente sobre la violación que dicho aumento implica y, mucho menos, intentado reivindicar nuestros derechos ante los mecanismos de solución de controversia que tenemos a nuestra disposición. Más allá del tema legal, lo que se debería buscar es proteger la institucionalidad de un instrumento que los partidos en el poder de ambos países negociaron y suscribieron. Cada vez que no se alza la voz para exigir su cumplimiento o peor, se reacciona de igual manera violando las reglas, se erosiona su credibilidad y se atiza el fuego del caos. Fareed Zakaria escribió que "la contribución más significativa de Estados Unidos a la vida internacional ha sido que, a diferencia de cualquier otra gran potencia victoriosa de la historia, tras triunfar de forma decisiva -en el conflicto más sangriento del mundo- optó por perdonar, reconstruir y rehabilitar a los vencidos. Imaginó un nuevo camino para las naciones del mundo. A menudo actuó inspirada por el bien común y no sólo por estrechos intereses nacionales". Por ello, los aranceles son producto de un escenario donde los intereses nacionales se volvieron más importantes, las reglas no se han modernizado, las instituciones no funcionan y la normativa vigente se ignora o se viola. No debería sorprendernos el surgimiento de otras barreras al comercio como requisitos de contenido nacional o restricciones a la inversión. Todo es cíclico. Lo que veremos los próximos meses (y posiblemente años) será un comercio en el que prevalecerá la anarquía en tanto no se reconozca o la realidad revele que el caos no le beneficia ni siquiera al más fuerte. Ricardo Ramírez es profesor por oposición y presidente del Colegio de Profesores de Comercio Exterior de la Facultad de Derecho de la UNAM. Ex juez del Órgano de Apelación de la OMC. Socio en RRH Consultores. Presidente de la Comisión de Comercio y Políticas de Inversión del Capítulo Mexicano de la International Chamber of Commerce.