Ciudad de México.- La filóloga Margit Frenk celebra 100 años marcados por su idilio con la antigua poesía popular hispánica cantada, aquella referida a labradores, artesanos, comerciantes, pastores...
A las "cancioncitas" -como las designa la investigadora nacida en Hamburgo, Alemania, y afincada en México desde 1930- las estudió con escrupuloso rigor y perdurable emoción.
"Aunque el populismo esté degradado en la terminología política, lo popular en la filología que maneja Margit y que ennoblece su tarea tiene que ver con esta inmersión en las raíces más vivas, más cristalinas de la tradición española", pondera el narrador y ensayista Adolfo Castañón. El trabajo de la también traductora ha dado realce a las "cancioncitas" con las que la gente común aligeraba sus jornadas de trabajo e incluso hablaba de sus fantasías o sus pesadumbres, en el caso del cancionero en voz femenina, añade, por su parte, Martha Bremauntz, parte del grupo fundador de la Revista de Literaturas Populares, dirigida por Frenk en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.Porque la canción popular renacentista, a diferencia de la canción culta, otorga espacio a la voz femenina, aclara la doctora en Letras.
"Ahí tenían espacio las mujeres para cantar de sus dolores, sus fantasías o sus deseos", explica. Bremauntz, ganadora en 2019 del Premio Internacional Margit Frenk, señala también la vena festiva que puede encontrarse en estas expresiones. "Todavía lo vemos hoy en día, pero en la baja Edad Media y a principios del Renacimiento, que es cuando se recogen las que han sobrevivido a esa etapa, se ve que la gente de escasos recursos o educación optaba también por festejar la vida. "Festeja el amor, festeja la juventud, festeja la comida -hay muchas sobre el vino, sobre ciertos alimentos-, a diferencia de la canción culta, lacrimógena, porque el mundo poético sobre el cual trabajaba era el amor cortés, que casi nunca era correspondido". En cambio, añade, en el repertorio popular hispánico antiguo, se podía hablar del amor correspondido y de todo tipo.Estudio y gozo
Frenk, cuyo centenario celebra este jueves, ha ejercido un influjo benéfico en Castañón, alumno informal de la filóloga, a quien conoció en 1969, cuando cursaba el segundo año de preparatoria. Ella cantaba en un grupo musical con su entonces esposo, el filólogo, traductor y crítico literario Antonio Alatorre (1922-2010).
"La conocí cantando en el Grupo Alatorre; me tocó escuchar el espectáculo maravilloso de Antonio y Margit antes de que yo pudiera pensar en estudiar formalmente literatura o filología. Entonces mi primer acercamiento a Margit fue un acercamiento estético, sentimental, poético, en la casa de la colonia Las Águilas, donde me tocó escuchar las canciones españolas del Renacimiento que hacían también con Enrique Alatorre -hermano de Antonio-, Yolanda Guzmán de Alatorre -esposa de Enrique- y Joaquín Gutiérrez Heras". Castañón aclara que la "serpiente" de la literatura lo había "mordido" ya, porque su padre, Jesús Castañón, era redactor principal del boletín bibliográfico de la Secretaría de Hacienda y lo acercó a los libros, pero Frenk le mostró una aproximación a la literatura que daba cabida al júbilo. "Cuando traspuse el umbral de la pareja Alatorre-Frenk me di cuenta de que había toda una forma de aproximarse a la literatura que tenía que ver con el júbilo, la fiesta, el placer, el gozo, y eso nunca lo he olvidado. "La presencia de Margit ha añadido felicidad a la vida cotidiana de la inteligencia en el ámbito de la literatura, pero también en el de la filología y también en el de la crítica, y esto es una cosa enormemente saludable", subraya Castañón, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, como la académica. Además, señala, es una de las especialistas más reconocidas en el estudio de Miguel de Cervantes y El Quijote, porque esas "cancioncitas" alimentaron la literatura del célebre autor.Transformando el canon
Temprana fue la afición de Frenk por el canto. Cuando rondaba los 6 años, componía canciones. Y, ya adulta, recuperó aquellas que adoptaron las antiguas poblaciones hispánicas, en un esfuerzo que transformó el canon de la investigación literaria.
A los 13 años recibió su primera guitarra, pues no sólo escribía canciones, sino también las musicalizaba. "Cuando tenía 13 fuimos a Alvarado. Me enamoré de un mesero y le hice un corrido, con su música y su letra", contó la filóloga en el documental Por mirar el ruiseñor, El legado de Margit Frenk. Hija del médico Ernesto Frenk y de la crítica, escritora y traductora Mariana Frenk-Westheim, se doctoró en Lingüística y Literatura Hispánica en El Colegio de México (Colmex) en 1972 con la tesis Las jarchas mozárabes y los comienzos de la lírica románica. De 1949 a 1980 fungió como profesora investigadora en esa institución y, desde 1966, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Su trabajo con las "cancioncitas" la llevó a visitar múltiples bibliotecas del mundo hispánico repartidas en países como Estados Unidos, España o Francia, destaca Bremauntz. Esta ardua recopilación y clasificación descubrió a Frenk un universo poético muy rico, puntualiza la también editora. La poesía folclórica de tradición oral se afianzó así como uno de sus principales temas de interés, no sólo la antigua, de la que resulta sus Corpus y Nuevo corpus de la antigua lírica popular hispánica, Siglos XV a XVII, sino también la moderna, de la que derivaron obras como el Cancionero folklórico de México. "Antes de que Margit hiciera este cancionero y el Corpus de la antigua lírica popular hispánica, y el Nuevo Corpus, había una idea diferente de qué debía estudiarse cuando hablábamos de literatura popular, por lo menos en los estudios hispánicos. "En el caso del Corpus y el Nuevo Corpus es muy interesante observar cómo el trabajo enorme de Margit para compilar un corpus de pequeñas canciones que se cantaron durante la Edad Media y parte de los Siglos de Oro en la región hispanohablante introdujo una nueva área de estudio dentro de la literatura hispánica", ha señalado Santiago Cortés, fundador del Laboratorio Nacional de Materiales Orales de la UNAM y discípulo de la filóloga galardonada en el 2000 con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de la Literatura y la Lingüística. La información cultural más importante circula a través de la voz y de la memoria, enfatiza. "Estas cosas que vamos asimilando sin darnos demasiada cuenta a través, por ejemplo, de las canciones, de nuestro ambiente sonoro, son algunos de los datos más contundentes que tenemos para saber qué somos y cómo nos comportamos o cómo debemos comportarnos". Prevalece la noción de que la cultura escrita está disociada de la cultura oral, cuando ha habido un puente, aclara Bremauntz, y recuerda que las canciones de tradición oral recopiladas por Frenk llegaron también a los libros de texto. "Cuando los niños ven que las canciones que les cantan sus papás, las canciones de cuna o las canciones que cantan en el recreo están en un libro adquieren otra relevancia", apunta. Pero Frenk no sólo ha acercado al público la lírica popular, sino que ella misma ha sido cercana, indica Bremauntz. "Si hay algo que la puede caracterizar es el sentido de cercanía con sus alumnos, siempre muy accesible. Ese sentido de cercanía implica cierta empatía al querer ayudar a resolver cualquier tipo de dudas y ella siempre tuvo mucha disposición y amabilidad".Celebran sus aportes
La Academia Mexicana de la Lengua (AML), a la cual pertenece Frenk desde 1993, rendirá un homenaje a la filóloga en su cumpleaños número 100.
En él, Gonzalo Celorio, Liliana Weinberg, Angelina Muñiz-Huberman, Margo Glantz y Sara Poot Herrera darán cuenta de las diferentes facetas de la personalidad de la investigadora, de sus trabajos y de su magisterio en el Colmex, en la FFyL de la UNAM y en la propia AML. El homenaje será en línea y se transmitirá este jueves a las 13:00 horas a través de la página de Facebook y del canal de YouTube de la institución. La filóloga, ya centenaria, no participará en la mesa.