Por casualidad del destino me encontraba en Milán de vacaciones, la capital de la moda y cuna del gran Giorgio Armani, así que cuando me enteré de su deceso, pensé que tendría que ir a decirle el último adiós a este gran genio.
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Cuando llegué a la vía Borgonuovo había como 500 personas formadas, todas en silencio, con caras tristes y algunas con flores blancas, sus favoritas, formadas en la entrada de las oficinas, que es un complejo muy grande.
Para llegar a la puerta principal, tardé 30 minutos y para llegar al recinto otros 30. Adentro, hay un largo pasillo hacia el teatro donde estaba el féretro. Antes, había unas chicas, todas espigadas y vestidas de negro, que las recibían los ramos para ponerlos en el patio. También había 3 o 4 libros grandes, hermosos con hojas de papel blancas y muy gruesas con unas plumas divinas donde podías poder tu mensaje de despedida.Había dos filas para pasar, una para el público general y la otra para empleados de Armani y celebridades que llegaban a presentar sus respetos entre ellas vi muchas modelos que han desfilado en varios de sus shows.
Ya al llegar al auditorio, este se encontraba totalmente oscuro, solo iluminado con lámparas de papel en el suelo y al final una gran foto del Señor Armani, despidiéndose con la mano en alto con la leyenda: "La huella que espero dejar es la del compromiso, el respeto y el cuidado genuino por las personas y por la realidad. Ahí es donde todo comienza realmente". La única luz cenital, impactante, era sobre la sencilla caja de madera que contenía el cuerpo del gran creador, adornada solo con un sencillo ramo de rosas blancas. Hacia atrás y a la derecha, en un bloque de mármol pequeño aparecía también un Cristo pequeño de 25 centímetros tallado de manera perfecta. Oí que, aunque Armani nunca manifestó sus creencias religiosas públicamente, la verdad es que era muy católico y que iba a misa todos los días. Me llamó mucho la atención la guardia de honor, situada del lado derecho, con un uniforme medieval perfecto, bonito, hermoso, divino y perfecto. Del lado izquierdo estaba su familia inmediata, sus hermanas y sus sobrinos y su pareja de toda la vida, recibiendo las condolencias. Todo estaba orquestado, mil chicos de seguridad muy guapos con traje negro impolutos, diciéndote en voz bajísima, que no podías tomar video ni fotos. Me sorprendió el silencio absoluto respetuoso inclusive desde la calle donde hasta podías oír el canto de los pájaros. La gente, emocionada. ya hacía una reverencia, otras solo tocaban el ataúd, otros lo besaban delicadamente o hacían la señal de la cruz esto fue realmente muy emotivo todo esto mientras se oía suave música de pino. Después, salías por la calle de atrás del Teatro Armani, donde presentó tantas colecciones e hizo importantes exhibiciones. Otro detalle finísimo, los guardias de seguridad te daban las gracias por haber asistido a presentar tus respetos en nombre de la familia. Toda esta experiencia fue muy impactante, muy solemne, muy escueta, muy divina, perfectamente coreografiada, como a él le gustaba o como el mismo planeó. Sin duda, una despedida elegante, minimalista, sobria y bella como era el Señor Armani.