Aún no cumple los 13 años y ya es todo un héroe. El niño fue testigo del ataque contra su familia y narró cómo puso a salvo a sus primos, más chicos que él, al subirlos al segundo piso de la casa mientras los sicarios vaciaban los cargadores de las armas largas y cortas contra el piso de la vivienda.

También comparte cómo peleó por su hermana de siete meses cuando un policía pretendía resguardar a la infante herida.

“Miguel”, como se identificará al niño entrevistado frente a un adulto cercano a la familia, fue testigo de la brutalidad empleada por personas que allanaron la vivienda ubicada en las calles Edelmira Viuda de Escudero y Elena Arizmendi Mejía de la colonia Profesora Simona Barba, y accionaron las armas sin importar que había niñas, mujeres y hombres disfrutando de una cena.

“Fue a toda la familia a la que balacearon”, dice la mujer que acompaña al joven vecino.

“Mi hermana tiene siete meses, la otra niña es mi prima. Era un convivio familiar, nos invitó mi tía a comer y fuimos; estaba todo bien hasta ahorita”, dice el niño mientras sostiene un calcetín en color rosa con una perforación en el talón.

“Recibimos mensajes y como al minuto dos empezaron las detonaciones. Yo nada vi cuando empezaron a accionar las pistolas, yo agarré a mis primos para que no les hicieran nada, los subí al cuarto de arriba hasta que pasara todo”, agrega.

Los niños estaban dentro de la casa, y con los disparos empezaron a llorar y a gritar.

“Cuando dispararon para adentro de la casa cayeron muchos vidrios y subí a mis primos arriba, calmándolos para que no lloraran más, y todo acabó. Salió mi mamá, no podía mover la pierna, estaba herida, mi primo estaba tirado y llegó la patrulla”, comparte.

“Mi hermanita lloraba y un policía se la quería llevar y yo le dije que no, que me la diera, que yo era su hermano. Me vine al hospital con mi hermano, mi mamá me dijo que la niña estaba herida de un pie y le vi que tenía el calcetín roto y estaba llore y llore, la dormí y como a los cinco minutos empezó a llorar, yo creo que del dolor, llegamos y mi mamá estaba muy alterada porque no la atendían en el IMSS y estaba llorando mi mamá”, explica.

Miguel no lloraba, sólo vestía un pantalón de mezclilla sin camiseta y un par de tenis. Junto a otro primo estaba pendiente de cualquier información de su madre y estaba bajo la protección de los vecinos que, sin pensarlo dos veces, se organizaron para realizar el traslado de los lesionados.

“Vimos que llegó la patrulla y le dijimos que nos abriera paso para llegar más pronto, no podíamos esperar a las ambulancias”, dijo la vecina que acompañaba a Miguel.

La mujer asegura que la calle es muy tranquila, que los vecinos agredidos son personas de trabajo, que no están involucrados con actividades ilícitas y que si alguna autoridad dice que el ataque está relacionado con el crimen organizado, ellos simplemente no les van a creer, ya que las lesionadas son buenas personas.