Houston.- La tormenta que arrasó Houston la tarde del jueves sorprendió a una ciudad que desde hace tiempo está acostumbrada a enfrentar un mal clima.
Los Astros siguieron jugando beisbol, aun cuando la lluvia y el viento golpearon el domo cerrado del estadio del equipo.
Muchas personas, que seguían sus rutinas vespertinas, fueron sorprendidos paseando en sus bicicletas o en el gimnasio.
Este viernes, en toda la ciudad --- pero particularmente en los densos y verdes vecindarios que están rodeados por los rascacielos de la ciudad --- los habitantes confrontaron un panorama de escombros dejado por los vientos de hasta 100 millas por hora, tan fuertes como algunos huracanes que han azotado la ciudad en los últimos años.
Árboles de roble y pacanas que tienen décadas de antigüedad fueron partidos a la mitad o derribados, aplastando los cercos o bloqueando caminos.
Los señalamientos de las calles se encontraban doblados, los panorámicos de las carreteras estaban destruidos, incluyendo el Car Wreck Cowboy, un abogado local cuyo anuncio, que usualmente sobresale de la Interestatal 45 cerca del centro de la ciudad, quedó sobre un estacionamiento vacío.
Por lo menos, siete personas murieron como resultado de la tormenta, dijeron oficiales, y aproximadamente un millón de personas se quedaron sin electricidad en la Costa del Golfo.
La gravedad del momento fue enfatizada cuando el alcalde John Whitmire, quien es un demócrata moderado, y la oficial de más alto rango del condado, Lina Hidalgo, quien es progresista, dejaron a un lado sus diferencias y realizaron una conferencia de prensa conjunta este viernes --- siendo la primera desde que Whitmire fue electo el año pasado.
Este viernes, la ciudad volvió a retomar sus actividades con una postura post-desastre, que ha aprendido de las calamidades anteriores: el Huracán Ike, el Huracán Harvey y el gélido invierno del 2021.
Los servicios de la ciudad están saturados, los vecinos salieron armados con sierras para ayudar a sus vecinos. Los que tenían electricidad les ofrecieron sus refrigerados a los que no la tenían.
Se formaron filas en las gasolineras que estaban en servicio y también en las tiendas de donas que abrieron sus puertas.