Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con imponer altos aranceles a México, Canadá y China, culpó a estos tres países de permitir el flujo de fentanilo a Estados Unidos y alimentar lo que los funcionarios han llamado una emergencia nacional.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió rápidamente a las insinuaciones de Trump de que su gobierno estaba coludido con los narcotraficantes, calificándolas de “calumnias”. Y también culpó a Estados Unidos, argumentando que la crisis del fentanilo se derivaba de la inmensa demanda interna de drogas, incluido el fentanilo, y la venta ilegal de armas estadounidenses a los cárteles.
Sheinbaum anunció el lunes que había llegado a un acuerdo con Trump, quien aceptó pausar los aranceles mientras ella prometía enviar 10.000 miembros de la Guardia Nacional a la frontera entre Estados Unidos y México para detener el tráfico de fentanilo.
Sin embargo, frustrar el transporte de este opiáceo sintético mortal a Estados Unidos plantea importantes retos tanto a este país como a México, dados los inmensos recursos de los cárteles, la facilidad con la que se produce y traslada el fentanilo y la insaciable demanda de estupefacientes entre los consumidores estadounidenses, afirman analistas y expertos.
Teniendo en cuenta estos factores, puede ser extremadamente difícil para México demostrar que está cumpliendo con los términos de Trump, en particular dentro de la ventana de 30 días que asignó para retrasar la imposición de aranceles.
Luchar contra los cárteles es difícil, y a menudo infructuoso
Durante más de una década, la mayor parte de los esfuerzos de México para hacer frente a la delincuencia organizada se centraron en atacar a los líderes poderosos para debilitar su control sobre grandes extensiones de territorio.
Pero la estrategia resultó contraproducente. Los enfrentamientos directos y la persecución de los altos cargos de los cárteles provocaron la división de estos grupos en células más pequeñas, desorganizadas y violentas, que causaron aún más derramamiento de sangre. Aunque esas acciones fueron simbólicas y ejercieron presión sobre los grupos criminales, según los analistas, la estrategia nunca se centró en la capacidad de producción de los cárteles ni pretendió frustrarla. En cambio, su objetivo era frenar la violencia que perturbaba a las comunidades.
El anterior presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, llegó al cargo en 2018 prometiendo un nuevo enfoque: evitar la confrontación directa con los cárteles en favor de abordar las causas profundas de la criminalidad como la corrupción y la pobreza.
Pero su estrategia, bautizada con el lema “abrazos, no balazos”, no fue suficiente para controlar los extraordinarios niveles de violencia ni para reducir el poder cada vez mayor de los cárteles que trafican con drogas a través de la frontera estadounidense.
Cuando Sheinbaum asumió el cargo en octubre, dijo que mantendría el enfoque de López Obrador en las causas sociales de la violencia, al tiempo que trabajaría para reducir los índices de impunidad y reforzar la Guardia Nacional. En sus primeros meses, ha adoptado una línea más dura contra el crimen organizado, intensificando las operaciones que han dado lugar a grandes decomisos de fentanilo y a un gran número de detenciones.
Pero los analistas aún se preguntan si esto puede tener realmente un gran efecto.
Uno de los productores más prolíficos de fentanilo en México es el Cártel de Sinaloa, que trafica la mayor parte del fentanilo que entra en Estados Unidos. Dados sus vastos recursos financieros, logísticos y operativos, el grupo ha podido dominar la producción con una facilidad impresionante, según afirmó Alberto Capella, analista de seguridad y ex jefe de policía de los estados de Quintana Roo y Morelos.
Capella añadió que aunque las autoridades mexicanas pudieran incautar todos los cargamentos de fentanilo antes de llegar a la frontera, el origen del problema no desaparecería.
Según Capella, el problema no es la existencia de cárteles mexicanos sino la existencia de un consumo masivo y de mercados. Si prevalece el mercado masivo de consumidores, inmediatamente surgirán proveedores para satisfacer este consumo, ya sea de fentanilo o de cualquier otra droga, afirmó Capella.
Los productos químicos procedentes de China son difíciles de regular
Dada su sólida industria química, China es el principal proveedor de los compuestos brutos, conocidos como precursores, necesarios para producir drogas sintéticas, entre ellas fentanilo y metanfetaminas.
Mientras la crisis del fentanilo seguía cobrando vidas en Estados Unidos en los últimos años, el gobierno de Joe Biden buscó una mayor cooperación antidroga con el presidente chino Xi Jinping para abordar el problema. El año pasado, China anunció nuevas normativas y controles más estrictos sobre los precursores químicos, incluida una mayor supervisión gubernamental de varias sustancias químicas utilizadas para fabricar fentanilo.
Las muertes por fentanilo en Estados Unidos disminuyeron en el último año. Aun así, Trump emitió un arancel del 10 por ciento sobre todos los productos chinos el martes, como resultado de una orden ejecutiva emitida durante el fin de semana con el objetivo de presionar a Pekín para tomar medidas más enérgicas contra los envíos de fentanilo y sus precursores.
Pero puede que incluso más normativas no aporten resultados significativos.
Algunas de las sustancias químicas utilizadas para fabricar fentanilo son muy comunes y se emplean en la producción de plásticos, perfumes, productos farmacéuticos, entre otras cosas, lo que dificulta la imposición de restricciones amplias.
Los grupos delictivos también están ideando ahora nuevos métodos y formas arriesgadas de mantener la producción y la potencia del fentanilo, y de eludir las normativas.
Los miembros del Cártel de Sinaloa, por ejemplo, están experimentando con animales y personas para elaborar mezclas más potentes, incluso mezclando sus fórmulas con sustancias como tranquilizantes para animales para mantener a la gente enganchada.
El grupo también está atrayendo a estudiantes y profesores de química para que sinteticen los compuestos químicos, con el objetivo de evitar la necesidad de importar esas materias primas de China.
El fentanilo es fácil de transportar y difícil de interceptar
En los últimos cinco años, la cantidad de fentanilo que cruza la frontera se ha multiplicado por diez, y México es el lugar de origen de casi todo el opioide sintético incautado por las fuerzas de seguridad estadounidenses en los últimos años.
El fentanilo es una droga potente, de acción rápida y muy adictiva. Es 100 veces más potente que la morfina, lo que significa que una pequeña cantidad da para mucho: dos miligramos pueden causar la muerte.
Como el opioide sintético es tan potente, se envía en paquetes pequeños y compactos fáciles de transportar y ocultar, lo que los hace menos detectables y más difíciles de interceptar. A diferencia de otras drogas como la cocaína, la marihuana y la metanfetamina, que suelen traficarse en toneladas, el fentanilo se mueve en kilos.
Solo se necesita una pequeña cantidad para fabricar cientos de miles de pastillas adulteradas. Incluso en pequeñas cantidades, es extremadamente rentable, lo que significa que los contrabandistas pueden pasar en pequeñas cantidades y obtener un beneficio considerable ocultándolas en sus vehículos, bajo la ropa o en mochilas.
De las personas que introducen opiáceos sintéticos en Estados Unidos, la mayoría no son inmigrantes indocumentados que atraviesan el desierto, cruzan a nado el río Grande o se mueven por túneles secretos, como ha sugerido Trump.
El mayor grupo conocido de contrabandistas de fentanilo son estadounidenses que llegan a través de puertos de entrada legales. Más del 80 por ciento de los condenados por tráfico de fentanilo en la frontera sur son ciudadanos estadounidenses, según datos federales.
The New York Times ha descubierto que los cárteles están reclutando a miles de estadounidenses y convirtiéndolos en mulas de fentanilo que pueden cruzar fácilmente de un lado a otro de Estados Unidos y transportar la droga sobre todo en sus coches particulares.
Casi todo el fentanilo encontrado en la frontera sur llega en coches y apenas el 8 por ciento de los vehículos privados que cruzan son escaneados en busca de drogas, según la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
El fentanilo es fácil de fabricar; se puede cocinar en cocinas pequeñas
Mientras que para producir metanfetamina se necesitan grandes laboratorios y equipos especializados, el fentanilo puede fabricarse en pequeñas cocinas y laboratorios improvisados con rudimentarios utensilios de cocina.
Reporteras de The New York Times accedieron el año pasado a un laboratorio de fentanilo en el estado de Sinaloa, donde se libra una guerra territorial entre facciones rivales del Cártel de Sinaloa. Fueron testigos directos de cómo se fabricaba el opioide mortal en una pequeña cocina utilizando una batidora de inmersión y sartenes. En un solo lote, los cocineros fabricaban 10 kilogramos, una cantidad que puede reportar unos beneficios de hasta 6,4 millones de dólares, según los fiscales estadounidenses.
Cocineros y operativos afiliados al cártel han revelado en entrevistas que, desde que estalló el conflicto en septiembre, Sheinbaum ha desplegado cientos de soldados en Culiacán, la capital de Sinaloa, para combatir la violencia y la producción de fentanilo. Esta escalada ha provocado un aumento de las detenciones y el desmantelamiento de laboratorios, obligándolos a trasladarse con frecuencia por miedo a ser detenidos.
Aun así, el fentanilo es tan increíblemente rentable que es demasiado bueno para dejarlo pasar, han dicho cocineros y altos miembros del Cártel de Sinaloa, por lo que es muy poco probable que dejen de producir lo que consideran un producto milagroso.
Como afirmó uno de los cocineros: “Esto es lo que nos tiene con dinero”.