El ejército estadounidense ha matado al menos a 21 personas en ataques recientes contra pequeñas embarcaciones que, según afirma, traficaban con drogas frente a las costas de Venezuela.
El presidente Donald Trump justificó los ataques diciendo que Estados Unidos está en un “conflicto armado” con los cárteles de la droga y prometiendo “destruir a los terroristas y las redes de tráfico venezolanas”.
Pero el hecho de que Trump se centre en Venezuela se contradice con la realidad: la inmensa mayoría de la cocaína se produce y se introduce de contrabando en otros lugares de América Latina, según datos de Estados Unidos, Colombia y las Naciones Unidas. Y Venezuela no suministra fentanilo en absoluto, según los expertos.
A continuación, mostramos cómo llegan realmente esas dos drogas a Estados Unidos.
Tres países de Sudamérica producen la mayor parte de la cocaína del mundo. La mayor parte de la cocaína que llega de contrabando a Estados Unidos se mueve por el Pacífico, no por el Caribe, según muestran los datos de Estados Unidos.
Y suele viajar indirectamente. Muchos barcos, incluidos algunos procedentes de Venezuela, hacen escala en países del Caribe o se dirigen a México o Centroamérica en ruta hacia Estados Unidos.
Los traficantes también trasladan una cantidad menor de cocaína en vuelos clandestinos, sobre todo a México y Centroamérica. Venezuela comparte frontera con Colombia, el mayor productor de cocaína del mundo, y es punto de partida de los vuelos, según datos de la ONU.
Cuando la cocaína llega a México o Centroamérica, se transporta principalmente hacia el norte por tierra y a través de la frontera entre Estados Unidos y México.
En las décadas de 1980 y 1990, el Caribe era la ruta principal de los contrabandistas que llevaban cocaína a Estados Unidos. Ahora, la mayor parte de ese tráfico se mueve a través del Pacífico.
Sin embargo, el Caribe sigue siendo un punto de paso. Y algunos países de la región afirman que, en respuesta al aumento de la presencia militar estadounidense en el mar, algunos traficantes han empezado a trasladar vía aérea su producto a través de la zona.
Pero en los últimos años, los funcionarios de alto rango estadounidenses rara vez han mencionado la cocaína como una prioridad. Se han enfocado en el fentanilo, la droga vinculada a una crisis nacional de sobredosis.
Venezuela no desempeña prácticamente ningún papel en la producción o el contrabando de fentanilo. La droga se fabrica casi totalmente en México con sustancias químicas importadas de países de Asia, incluida China, según la Administración para el Control de Drogas, el Departamento de Justicia y el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos.
Al describir los barcos destruidos por el ejército estadounidense frente a las costas de Venezuela, Trump ha dicho que transportaban drogas suficientes para matar a decenas de miles de estadounidenses. No especificó qué drogas.
A veces, la cocaína se mezcla con el fentanilo, pero esto ocurre, según los expertos, sobre todo después de que ambas drogas llegan a Estados Unidos.
Los cárteles mexicanos, incluidos algunos designados como organizaciones terroristas por Estados Unidos, controlan en gran medida la forma en que las drogas como el fentanilo, la cocaína y la metanfetamina cruzan la frontera. (Las sustancias entran sobre todo por tierra, a veces escondidas en coches o camiones, no por mar).
El gobierno de Trump ha presionado al gobierno de México para que haga más para impedir que las drogas entren en territorio estadounidense, pero exdiplomáticos y analistas regionales afirman que —a pesar de las afirmaciones estadounidenses— los ataques contra embarcaciones cerca de Venezuela parecen tener un objetivo distinto.
Algunos sugieren que podrían tener por objeto presionar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, o poner fin a su gobierno por completo. Algunos funcionarios del gobierno de Trump lo han calificado de líder ilegítimo y lo han acusado de dirigir un cártel. Él niega cualquier implicación en el narcotráfico.
Sea cual sea el efecto que los ataques tengan en Venezuela, estos expertos afirman que es poco probable que alteren el flujo de las mortíferas drogas que impulsan la crisis estadounidense.
James Story, embajador estadounidense en Venezuela de 2018 a 2023, dijo que aunque Estados Unidos lograra un éxito limitado, los traficantes se reagruparían.
Y utilizar el poderío militar para acabar con pequeñas embarcaciones de traficantes, dijo Story, es como “utilizar un soplete para cocer un huevo”.