Teherán, Irán.- El líder supremo de Irán, el Ayatolá Alí Jamenei, pidió el sábado a los musulmanes que "apoyen al pueblo libanés y al orgulloso Hezbolá con todos los medios de que dispongan y les ayuden a enfrentarse al malvado régimen (de Israel)".

En declaraciones efectuadas después de que el Ejército israelí anunció la muerte del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, Jamenei afirmó que "el destino de esta región lo determinarán las fuerzas de la resistencia, con Hezbolá a la cabeza", según los medios estatales.

Después de que Hezbolá confirmó la muerte de Nasrallah, los medios iraníes informaron de que el general Abbas Nilforoushan, subcomandante de la Guardia Revolucionaria iraní, pereció "junto a Nasralá" en los ataques israelíes del viernes contra el sur de Beirut.

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Nasser Kanaani, prometió en un mensaje en la red social X que "el camino de Nasrallah continuará y su santo objetivo se hará realidad en la liberación de Jerusalén".

Mientras tanto, dos funcionarios regionales informados por Teherán dijeron a Reuters que Jamenei fue trasladado a un lugar seguro dentro del país con medidas de seguridad reforzadas.

Las fuentes afirmaron que Irán está en contacto permanente con Hezbolá y otros grupos regionales para determinar el siguiente paso tras la muerte de Nasrallah.

El Presidente estadounidense, Joe Biden, calificó el ataque israelí que mató a Nasrallah de "medida de justicia" por su reinado de terror de cuatro décadas.

Biden señaló que la operación para eliminar a Nasrallah tuvo lugar en el contexto más amplio del conflicto que comenzó con la masacre de israelíes por parte de Hamas el 7 de octubre de 2023.

"Nasrallah, al día siguiente, tomó la fatídica decisión de unirse a Hamas y abrir lo que llamó un 'frente norte' contra Israel", dijo Biden en un comunicado.

También indicó que bajo la dirección de Nasrallah, Hezbolá ha sido responsable de la muerte de miles de estadounidenses.

La confirmación de la muerte del jefe de Hezbolá provocó llantos y alaridos en los barrios que acogen a refugiados chiitas e incrementó la tensión en la capital libanesa.

Algunas mujeres lloran golpeándose el pecho, otros gritan "¡Alá Akbar! (Alá es grande)", y la gente se congrega en pequeños grupos mirando las pantallas de sus teléfonos.

Para los desplazados provenientes de zonas chiitas de Líbano, bajo control de Hezbolá, que huyeron de los bombardeos israelíes y se refugiaron en Beirut, la conmoción es inmensa.

El carismático religioso de 64 años, líder desde 1992 de la formación proiraní, era adorado por sus partidarios y considerado como el hombre más poderoso de Líbano.

"¡No les crean, mienten, Sayed está bien!", grita una mujer con velo negro en una moto con su marido.

"No puedo describir la conmoción que me provoca este anuncio (...) Todos empezamos a gritar, es nuestro padre, el que nos hacía sentir orgullosos, nuestro honor", dijo Maha Karit, una de las pocas personas que aceptó hablar.