El máximo dirigente chino, Xi Jinping, y sus subordinados están implementando una campaña diplomática a toda máquina en un intento por persuadir a otros países para que no cedan a la presión del gobierno de Donald Trump en materia de aranceles, con la esperanza de demostrar que China no quedará aislada en la guerra comercial.

En los últimos días, el ministro de Comercio chino sostuvo una videollamada con el máximo responsable de Comercio de la Unión Europea, presionando para estrechar la cooperación. Además, los diplomáticos chinos han contactado a funcionarios de Tokio y Seúl. Y, esta semana, Xi aterrizó en Vietnam y Malasia en visitas de Estado en las que fue recibido por multitudes de simpatizantes cuidadosamente coreografiadas.

Para Xi está en juego el destino del sistema de comercio mundial que impulsó el ascenso de China como potencia manufacturera a nivel global, así como el acceso de muchas exportaciones chinas a los mercados internacionales, ahora que Estados Unidos ha tratado de cortarles el paso con aranceles debilitantes .

El acercamiento también representa una prueba para la imagen de China como potencia mundial frente a lo que Pekín considera como un esfuerzo de Washington por contener y reprimir a su principal rival. China ha contratacado al gobierno de Trump con sus propios aranceles exorbitantes para los productos estadounidenses, así como con restricciones a la exportación de algunos minerales de tierras raras e imanes que son vitales para ensamblar automóviles, misiles y aviones no tripulados.

Para eso, Xi ha intentado reunir a una coalición más amplia de su lado, con la esperanza de evitar que los países impongan sus propios aranceles a los productos chinos o cedan a las exigencias de Washington de desvincularse de la fabricación china.

Durante sus viajes por el sudeste asiático de esta semana, Xi ha descrito a China como el principal defensor del orden mundial y ha tachado indirectamente a Estados Unidos como un actor poco fiable. En Hanói, animó a Vietnam a unirse a China para oponerse al “acoso unilateral”. En Kuala Lumpur, instó a los países de la región a que también “rechacen la desvinculación, la interrupción del suministro” y el “abuso arancelario”.

“Los funcionarios chinos han transmitido discretamente que la manera en que Estados Unidos trata a sus aliados y socios de larga data en Europa es una señal de lo que está por venir para el sudeste asiático”, dijo Lynn Kuok, titular de la Cátedra Lee Kuan Yew de la Brookings Institution de Washington. “Con los aranceles drásticos y arrolladores de Trump en toda la región, ese mensaje no necesita refuerzo”.

Pero los intentos de Xi de presentar a China como un parangón del libre comercio y un defensor del orden internacional basado en normas ignoran años del propio comportamiento económico coercitivo de Pekín y los generosos subsidios a industrias selectas que a menudo han alienado a los socios comerciales y vecinos del país. En parte, esto explica por qué la erosionada confianza del mundo en Washington no ha conducido inmediatamente a un nuevo alineamiento con Pekín; eso, junto con el riesgo de represalias de Trump por ponerse del lado de China.

La Unión Europea, Japón y Corea del Sur ya han rechazado las insinuaciones chinas de que habían acordado luchar conjuntamente contra los aranceles de Trump. En cambio, los funcionarios de la Unión Europea han hecho hincapié en su preocupación por el dumping de productos chinos en su mercado. La semana pasada, Australia rechazó un llamado del embajador de China, Xiao Qian, para “unir las manos” y rechazar al gobierno de Trump.

Estas reacciones a los pedidos de China demuestran que “Pekín no está llenando el vacío de confianza que deja Estados Unidos, sino que simplemente ofrece un alivio inmediato a la terapia de choque que el gobierno de Trump le ha impuesto al mundo”, dijo Rorry Daniels, director gerente del Asia Society Policy Institute de Nueva York.

El viaje de Xi a Vietnam durante esta semana —que fue largamente planeado—, y luego su visita a Malasia antes de hacer una parada en Camboya, han adquirido mayor urgencia para China ahora que el presidente Trump está utilizando su pausa de 90 días a los aumentos arancelarios de su “Día de la liberación” con el fin de presionar a los países para que negocien acuerdos comerciales con Estados Unidos. Trump también ha mostrado urgencia al vincularse a las negociaciones comerciales con funcionarios japoneses que visitaron Washington el miércoles.

El temor de Pekín, según los analistas, es que estos acuerdos aíslen a China al incluir cláusulas que afecten sus exportaciones. Eso podría lograrse mediante aranceles coordinados, medidas enérgicas contra las empresas chinas que transbordan sus mercancías a través de terceros países como Vietnam para ocultar su verdadero origen, o mediante la identificación de materias primas chinas en las exportaciones dirigidas a Estados Unidos.

Vietnam agasajó a Xi con el inusual honor de ser recibido por el presidente en la pista del aeropuerto cuando llegó al país el lunes. Pero Hanói se resistió a expresar acuerdo con los comentarios más atrevidos de Xi al condenar el proteccionismo, y finalmente suscribió una vaga declaración conjunta oponiéndose al “hegemonismo y la política de poder”, una acusación que muchos en Vietnam le atribuyen a China en el caso de las disputas territoriales en el Mar de China Meridional.

Para Vietnam, la amenaza de un gravamen estadounidense del 46 por ciento ocasionó que equipos de negociadores viajaran a Washington para abogar en favor de unos aranceles más bajos. En una concesión a Trump, el gobierno vietnamita prometió esta semana tomar medidas enérgicas contra el fraude comercial, en lo que se considera una referencia a las empresas que envían productos chinos a través de Vietnam para eludir los aranceles estadounidenses.

Sin embargo, Trump mantuvo la presión sobre Hanói diciendo a los periodistas el lunes que la reunión de Xi con el máximo dirigente vietnamita, To Lam, probablemente se centró en cómo “afectar” a Estados Unidos.

“Hanói está teniendo cuidado de no dar señales de inclinarse demasiado hacia Pekín, especialmente en áreas que podrían disgustar al gobierno de Trump”, dijo Nguyen Khac Giang, profesor visitante del Instituto ISEAS Yusof Ishak de Singapur. “En última instancia, Hanói todavía está dividido entre las dos grandes potencias mundiales. Pero a medida que el clima geopolítico se enrarece, se reduce rápidamente el espacio para hacerlo”.