Asus 65 años, María Félix Mendoza Montes ha encontrado una nueva razón para sonreír. Hace dos años y medio llegó a la Casa de los Abuelos sur, un lugar que, dijo, ha pasado a convertirse en su refugio, su comunidad y su nueva familia.
Su historia es como la de muchas personas mayores, que tras una gran pérdida buscan un motivo para seguir adelante.
Comentó que perdió a su esposo hace nueve años, tras 43 años de matrimonio y tres de noviazgo, una vida juntos que parecía inseparable. "Fuimos una pareja bien unida en todo, en las buenas y en las malas", recordó con nostalgia.
Sus tres hijos, aunque amorosos, construyeron sus propias familias, y ella quedó sola, envuelta en una profunda tristeza.
La depresión la aisló poco a poco y su única distracción era vender dulces y botanas en unas canchas cercanas a su domicilio.
Mencionó que en sus recorridos pasaba frente a la Casa de los Abuelos ubicada en las calles 42 y Mariano Jiménez, en la colonia Cuarteles, y que siempre había conocidas que la invitaban a entrar y aprovechar algunas de las actividades.
Durante mucho tiempo resistió a la idea, hasta que un día decidió cruzar la puerta y darse la oportunidad de conocer más gente y ver qué pasaba. María aseguró que desde ese momento su vida dio un giro positivo.
Ahí encontró un lugar de apoyo y alegría; inició con un par de clases y con el paso del tiempo fue inscribiéndose en más. Actualmente participa en danza, yoga, pilates, manualidades y bisutería.
"Me esfuerzo lo suficiente para ser parte de todo esto y sentirme viva", dijo entre risas. También disfruta de los bailables y de los viajes con otros abuelos a distintas comunidades, para realizar presentaciones artísticas.
"Me encanta andar en todas partes", aseguró con entusiasmo. Dijo que lo más importante es que encontró un grupo que la comprende, la apoya y la ayuda a sanar la soledad en la que estuvo inmersa.
"El psicólogo y el tanatólogo me ayudaron mucho; aquí es como una familia, nos apoyamos en las tristezas y en las alegrías".
Hoy, María dice sentirse feliz y plena, con un nuevo propósito en su vida. De hecho, refiere que sus hijos notaron el cambio de inmediato; "'mamá, tú disfruta, vete a donde quieras, haz lo que te haga feliz', y eso hago, ya saben que si no me encuentran en mi domicilio estoy aquí en la Casa de los Abuelos, pasándola bien”.
Para quienes, como ella, han pasado por la soledad y la tristeza, señaló: "vengan, inscríbanse, no sientan miedo ni vergüenza, aquí hay felicidad, alegría, convivencia y mucha vida; a veces nos encerramos en nuestro mundo y no nos damos cuenta de lo bonito que es compartir con otros".
Antes de concluir, María aprovechó y agradeció al secretario de Desarrollo Humano y Bien Común, Rafael Loera, ya que después de una visita para conocer las instalaciones, platicó con los usuarios sobre algunas necesidades.
“A los pocos días vinieron y nos instalaron calefacción y aire acondicionado en los salones y ya tomamos nuestras clases más cómodas, cumplió su palabra y sigue visitándonos”, concluyó.
V" engan, inscríbanse, no sientan miedo ni vergüenza, aquí hay felicidad, alegría, convivencia y mucha vida; a veces nos encerramos en nuestro mundo y no nos damos cuenta de lo bonito que es compartir con otros"
María Félix