Es necesario siempre volver la mirada al inicio, a las raíces, para vivir hoy con coherencia entre lo que somos, creemos y hacemos. ¡Somos hijos amadísimos del Padre!
Por Jesús, en el Espíritu Santo, somos eternamente llamados a los brazos de la Santísima Trinidad, misterio fundacional de la fe que se nos ha revelado y transmitido.
Con éste, dos misterios más fueron "hechos liturgia" por la Iglesia, las solemnidades del cuerpo y la sangre de Cristo y del sagrado corazón de Jesús, como dijo Benedicto XVI (Ángelus junio 9,2009):
"Después del tiempo pascual que culmina con Pentecostés, la liturgia prevé tres solemnidades: hoy la Santísima Trinidad; el jueves próximo corpus y el viernes sucesivo, el sagrado corazón de Jesús.
Cada una subraya una perspectiva desde la que se abarca todo el misterio de la fe cristiana, respectivamente, la realidad de Dios uno y trino, el sacramento de la eucaristía y el centro divinohumano de la persona de Cristo... tres aspectos del único misterio de Salvación que resumen el itinerario de la revelación de Jesús, desde la encarnación, muerte y resurrección, hasta la ascensión y el don del Espíritu Santo". La salvación es obra y misterio del Dios trino.
I. Santísima Trinidad, Amor purísimo
-Hoy domingo celebramos y "contemplamos la Santísima Trinidad como nos la dio a conocer Jesús". Sumerjámonos pues en su palabra, la oración, la liturgia.
Jesús "reveló que Dios es amor en la trinidad de una sola sustancia: Creador y Padre misericordioso; Hijo unigénito, eterna sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; Espíritu Santo que mueve todo, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final.
Tres personas un solo Dios, porque el Padre es amor, el Hijo es amor y el Espíritu es amor. ¡Dios es todo amor y sólo amor!, amor purísimo, infinito y eterno, fuente inagotable de vida que se entrega y comunica sin cesar" (1), amor que espera la respuesta de aquellos a quienes ama.
-El nombre, la "firma" de la Trinidad está plasmado en todo lo que existe, pues "todo el ser, hasta en sus últimas partículas, es un ser en relación" y no en soledad.
Así se manifiesta que Dios es relación y es creador: cada una de las tres personas trinitarias se relaciona con las otras dos en una comunicación de amor perfecto y creador.
El Padre engendra y ama al Hijo eternamente, el Hijo responde con su amor al Padre eternamente, el Espíritu Santo, eternamente procede del amor de ambos y quiere darlo a conocer y plasmarlo por doquier: Dios crea por amor. Mirando atentamente vemos que "todo proviene del amor, tiende al amor y se mueve impulsado por el amor, con grados diversos de conciencia y libertad".
-"El 'nombre' de Dios resplandece en la creación, donde cada ser, por el mismo hecho de existir y por el 'tejido' del que está hecho, hace referencia a un Principio trascendente, a la vida eterna e infinita que se entrega... 'En Él vivimos, nos movemos y existimos' (Hch 17, 28), y la prueba más fuerte de que hemos sido creados a imagen de la Trinidad [y para Ella] es esta: sólo el amor nos hace felices, porque vivimos en relación, y vivimos para amar y ser amados.
Diríamos que el ser humano lleva en su 'genoma' la huella profunda de la Trinidad".
La Virgen María... aceptó la voluntad del Padre y concibió al Hijo por obra del Espíritu Santo. En ella el omnipotente se construyó un templo digno de Él, hizo de ella el modelo e imagen de la Iglesia, misterio y casa de comunión para todos los hombres.
Que Ella, espejo de la Santísima Trinidad, nos ayude a crecer en la fe en el misterio trinitario" y en el amor a nuestro Dios.
II. Corpus Christi, Pan partido y compartido
-El cuerpo y la sangre de Cristo nos dan la vida eterna si comulgamos bien, nos preservan de la corrupción, nos fortalecen y configuran con Él.
"El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna", dice Jesús.
Y Papa Francisco reflexionaba: "celebrar la eucaristía y comer este pan... no es un acto de culto desvinculado de la vida, un mero momento de consuelo personal; debemos recordar siempre que Jesús tomó el pan, lo partió y se los dio, por tanto, la comunión con Él nos hace capaces de convertirnos en pan partido para los demás, compartir lo que somos y tenemos.
'Nuestra participación en el cuerpo y la sangre de Cristo no tiende a otra cosa que a convertirnos en lo que comemos' (San León Magno)".
-"Estamos llamados a convertirnos en lo que comemos, a ser 'eucarísticos', personas que ya no vivan para sí mismas (Cf. Ro 14,7) sino que hagan de su vida un don para los demás. Así, gracias a la eucaristía, nos convertimos en profetas y constructores de un mundo nuevo: cuando superamos el egoísmo y nos abrimos al amor, cuando cultivamos los lazos de fraternidad, cuando compartimos los sufrimientos de nuestros hermanos y compartimos nuestro pan y recursos con los necesitados, cuando ponemos nuestros talentos a disposición de todos, partimos el pan de nuestra vida como Jesús".
-"¿Guardo mi vida sólo para mí o la doy como Jesús? ¿Me gasto por los demás o me encierro en mi pequeño yo?, ¿sé compartir o busco siempre mi propio interés?
Que la Virgen María, que acogió a Jesús, pan bajado del cielo, nos ayude a convertirnos en don de amor, unidos a Jesús en la Eucaristía". (Cf. Ángelus, junio 2, 2024).
III. Compasivo Corazón de Jesús
-La Intención de oración del Papa en junio: "oremos para que cada uno de nosotros encuentre consolación en la relación personal con Jesús y aprenda de su corazón la compasión por el mundo".
En el vídeo nos ofrece una oración inédita:
"Señor, hoy vengo a tu tierno corazón, a ti que tienes palabras que encienden el mío, a ti que derramas compasión sobre los pequeños y los pobres, sobre los que sufren y sobre toda miseria humana.
Deseo conocerte más, contemplarte en el evangelio, estar contigo y aprender de ti y del amor con que te dejaste tocar por todas las formas de pobreza.
Tú nos mostraste el amor del Padre amándonos sin medida con tu corazón divino y humano. Concede a todos tus hijos la gracia del encuentro contigo.
Cambia, moldea y transforma nuestros planes, para que sólo te busquemos a ti en cada circunstancia: en la oración, en el trabajo, en los encuentros y en nuestra rutina diaria.
Y desde este encuentro, envíanos en misión; una misión de compasión por un mundo en el que eres la fuente de donde fluye toda consolación" (Papa León XIV junio 2025).