Culiacán.- Hasta Jesús Malverde, santo patrono de los narcotraficantes, ha sido víctima de la feroz guerra territorial que destroza al mayor productor y contrabandista de fentanilo de México.

Desde que las dos facciones principales del Cártel de Sinaloa se volvieron una contra otra hace cinco meses, un escalofrío se ha apoderado de esta ciudad de colonias amuralladas, centros comerciales de lujo y laboratorios de drogas ilícitas. Pocos peregrinos se atreven ahora a aventurarse al santuario del bigotudo Malverde, un legendario bandido de principios del siglo XX al que se le atribuyen poderes milagrosos. Un día reciente, ni una sola persona había comprado una vela para colocarla ante su imagen en agradecimiento por haber pasado drogas exitosamente por la frontera con Estados Unidos.

Muchos residentes ahora creen que la guerra por el control del Cártel en Sinaloa cambiará irrevocablemente una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo, dejándola vulnerable a pandillas rivales que buscan expandir su propio territorio mientras enfrentan una intensa presión de las autoridades estadounidenses y mexicanas.

"El Cártel de Sinaloa está más débil, más dividido y más desgarrado por luchas internas que nunca", dijo Manuel Clouthier, un destacado ex político y empresario de Sinaloa. "Este momento representa una oportunidad singular para que el Gobierno mexicano recupere el control de Culiacán y Sinaloa de manos del crimen organizado".

El Gobierno lo está intentando, pero hasta ahora con un éxito limitado, mientras Estados Unidos ejerce férrea presión sobre las autoridades para desmantelar al principal productor y contrabandista de fentanilo.

Algunos temen que cualquier grupo que surja como vencedor en la guerra territorial de Sinaloa quedará tan debilitado que invitaría a una toma hostil, muy probablemente por parte del rival Cártel Jalisco Nueva Generación, lo que llevaría a nuevas rondas de violencia. "La naturaleza aborrece un vacío", manifestó Clouthier.

Mientras tanto, el negocio del fentanilo sigue en auge. Un operador de laboratorio dijo que hay alrededor de 100 laboratorios en las cercanías de Culiacán, y que cada facción en duelo ataca las operaciones de la otra o delata la ubicación de sus oponentes a las autoridades. Los operadores de laboratorios corren constantemente a establecer nuevas ubicaciones, mudándose al campo o a casas recién rentadas. "Hay más violencia, así que tenemos que tener más cuidado", expuso un operador de laboratorio.

La guerra también ha disparado los gastos, impulsando a los operadores de laboratorio a elevar la producción para cubrir los mayores costos de pistoleros, inteligencia y armas. "Si antes fabricábamos 10 millones de pastillas, ahora tenemos que fabricar 20 millones", añadió, lo que significa que más están llegando a Estados Unidos.

La Presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha dicho que México quiere trabajar con Estados Unidos para detener el comercio de fentanilo. Ha enviado 13 mil soldados a Sinaloa, mientras Omar García Harfuch, Secretario de Seguridad de México, viaja con regularidad entre la Ciudad de México y Culiacán. En diciembre, anunció una incautación récord de 1.3 toneladas de fentanilo. En los últimos días, México realizó la captura de varios lugartenientes del Cártel en Sinaloa.

Algunos analistas consideran que el Cártel de Sinaloa sobrevivirá su crisis más reciente. La demanda estadounidense de fentanilo sigue siendo fuerte y los operadores de los cárteles no quieren perder clientes frente a sus competidores. "Tenemos que producir millones de pastillas a la semana para mantener contentos a los gringos", dijo el operador del laboratorio.

Hasta el momento no se vislumbra un fin a la violencia que aqueja a Culiacán. Cuando cae el sol, los residentes corren a casa y se encierran, dejando calles, restaurantes y tiendas inquietantemente vacíos.

El Cártel de Sinaloa es el más antiguo de México. Sus miembros anteriormente contrabandeaban toneladas de mariguana, opio y heroína desde mediados de la década de 1950, antes de diversificarse hacia la cocaína en la década de 1980 y, más recientemente, hacia las metanfetaminas y el fentanilo. Los dos líderes del Cártel, Joaquín "El Chapo" Guzmán e Ismael "El Mayo" Zambada, ambos ahora encarcelados en Estados Unidos, dominaban Culiacán y eran reverenciados por muchos residentes por mantener la ciudad en gran medida libre de delitos menores y al mismo tiempo brindar empleos y favores a miles de personas.

Hoy los adversarios son los "Chapitos" y los "Mayitos", cada facción liderada por descendientes de Guzmán y Zambada. La guerra comenzó cuando Joaquín Guzmán, un hijo de "El Chapo", intentó obtener un trato indulgente por parte de los fiscales estadounidenses secuestrando a Zambada y metiéndolo en un avión que lo llevó a Estados Unidos, donde ambos hombres fueron detenidos, escribió Zambada en una carta difundida por su abogado.

La generación más joven de jefes que ahora han ascendido al escalón más alto de la empresa familiar carece de la experiencia que adquirieron sus padres estableciendo sofisticadas operaciones internacionales de drogas en todos los continentes. Los "Chapitos", en particular, son más despiadados y rapaces, cuentan los residentes.

Más de 800 personas han muerto y cerca de 2 mil han desaparecido al tiempo que los miembros de las facciones del Cártel incendian mutuamente sus casas, restaurantes y casas seguras. Han matado a agentes de policía, empresarios y políticos locales retirados y en activo, e incluso atacado a "influencers" de las redes sociales que habían alabado a sus rivales.

En Culiacán, convoyes de tropas ahora están patrullan constantemente. Los "halcones" de los cárteles que alguna vez fueron omnipresentes, que solían seguir a los convoyes en motocicleta y transmitir información sobre su paradero a través de walkie-talkies, no se ven por ninguna parte. Pero los soldados no han podido detener una guerra territorial que también ha cobrado la vida de transeúntes inocentes atrapados en el fuego cruzado.

"No depende de nosotros", manifestó el General Francisco Jesús Leana, comandante de la zona de Sinaloa del Ejército mexicano, días después de que estalló la violencia en septiembre. "Depende de cuándo detendrán los grupos antagónicos sus enfrentamientos". Leana fue reemplazado poco después de reconocer la incapacidad del Ejército mexicano para detener los asesinatos.

Iván Archivaldo Guzmán, uno de los dos hijos de "El Chapo" que aún está prófugo, es ahora el blanco más importante de las fuerzas de seguridad mexicanas, afirman los analistas. Hay mucha mala leche entre el Ejército de México y el joven Guzmán, quien encabezó a cientos de pistoleros sinaloenses en una batalla que aterrorizó a Culiacán en el 2019, obligando a los soldados a liberar a su hermano Ovidio después de haber sido capturado. En el 2023, soldados mexicanos de operaciones especiales recapturaron a Ovidio en una acción que dejó muertos a unos 150 pistoleros sinaloenses y 10 soldados. (José de Córdoba / The Wall Street Journal)