Cd. de México.- La Iglesia católica de Michoacán clamó a los grupos criminales de la entidad frenar la violencia que ha dejado mucha sangre derramada.

"A los involucrados directamente en la situación de dolor e incertidumbre en que vive nuestro México les pedimos, les suplicamos, les rogamos, les exhortamos, les ordenamos en nombre de Dios, ¡cese inmediato a la violencia!", llamó el sacerdote Jesús Valencia Álvarez, de la Diócesis de Zamora, al emitir un mensaje durante la Eucaristía en la misa por el novenario del ex Alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, quien fue asesinado el pasado 1 de noviembre en plena plaza pública.

La Misa por la Paz y la Justicia, realizada este martes en la noche en el Santuario de Guadalupe de Zamora, reunió a más de seis mil personas que clamaron por la paz y el cese de la violencia.

En una homilía, el párroco de Patamban denunció el ambiente de inseguridad y sometimiento que prevalece en la entidad, señalando que el pueblo ha llegado al límite.

"Un pueblo, familias que deseamos un mejor vivir, ya es mucha la sangre derramada, ya es mucho el dolor del pueblo mexicano, se tocó el límite del sometimiento descarado e inhumano en nuestro amado Michoacán", expresó Valencia Álvarez,

El sacerdote dejó claro que la congregación eucarística, celebrada tras el asesinato de Carlos Manzo el 1 de noviembre, no buscaba canonizar a la víctima ni incitar a la venganza, sino exigir una paz fundamentada en la justicia.

"Estamos aquí no para sumarnos a una opinión más ni mucho menos a incitar a la violencia, al desquite, a la venganza, pero sí para proclamar valientemente desde nuestra fe el Dios de la vida, la firme esperanza en un México mejor. Sí, para proclamar que seamos la paz con base a la justicia", expuso.

"Dios con nosotros esta noche, por esta convicción es que realizamos esta memoria del doloroso presente que vivimos. La carta de San Pedro nos ofrece una coordenada muy clara, las personas que enfrentan escarnios, burlas y violencia por ser cristianos, son dichosas a los ojos de Dios", afirmó frente a personas que llevaban sombreros en memoria del ex Alcalde independiente asesinado en pleno centro de Uruapan.

Asimismo, el presbítero fue enfático al señalar la corresponsabilidad de las autoridades ante la crisis y a justificar el llamado ante otros sacerdotes que integran dicha Diócesis.

"No podemos nadar de a muertito, en esta oleada de muerte que nos ahoga. Son demasiados crímenes; son demasiadas pérdidas; es demasiado dolor", subrayó.

No obstante, Valencia Álvarez instó a los fieles a no caer en la polarización o división del pueblo mexicano, sino a propiciar el diálogo colaborativo y a buscar la justicia, para lo que recurrió a la historia de Caín y Abel.

"Debemos juzgar la realidad con apertura y sin dejarnos atrapar en el discurso la polarización política que incesantemente se sigue fomentando desde el Gobierno federal en los últimos siete años", invitó.

"Pero tampoco podemos silenciar el grito de la sangre recién derramada, y la derramada por más actores de la justicia, porque Dios no fue cómplice del primer asesinato, el que realizó Caín, contra su hermano Abel, sino que confrontó al homicida, lo juzgó conforme a la justicia, y lo obligó a restablecer la fraternidad", explicó.