Los días previos y posteriores al arranque de las campañas por los 67 ayuntamientos y las 33 diputaciones del Congreso del Estado, dejaron en claro que la contienda tiene objetivos vitales para las fuerzas políticas locales, más allá de un adelantado y previsible escenario nacional en el que luce como inevitable el triunfo de Morena.
Son Juárez para el PRIAN y Chihuahua para Morena las grandes plazas en disputa, pero con especial interés ven ambos bandos las curules del Legislativo, porque un solo asiento, un solo distrito, puede marcar al estado, para bien o para mal, y su rumbo de los siguientes años. En los cuartos de guerra de los aspirantes de la coalición Fuerza y Corazón por México (PAN-PRI-PRD), ha sido planteada como una de las metas prioritarias doblegar la fortaleza del morenista Cruz Pérez Cuéllar en Juárez, cuyo dominio se ha extendido más allá de la frontera, pero es ahí donde tiene unos cimientos cuyos alcances trascienden al mismo partido. Pero más que la Presidencia Municipal juarense, es prioridad del PRIAN y en especial de la administración de la gobernadora Maru Campos, retener e incluso ampliar su mayoría en el Legislativo, para transitar sin sobresaltos el segundo tercio de su gobierno. El balance de fuerzas actual es de 15 diputados panistas y cinco del PRI, insuficientes para las mayorías calificadas que demandan las grandes decisiones políticas. La gestión de Campos Galván ha logrado sacar esas decisiones gracias a un gelatinoso y convenenciero voto de Movimiento Ciudadano y a la división que caracteriza la bancada de Morena, compuesta de 11 legisladores. Garantizar los 22 votos, en las condiciones actuales o con una reconfiguración de fuerzas, es la apuesta de Palacio de Gobierno, como única alternativa para enfrentar el reto de un avasallador Gobierno federal que podría dejar pequeño al sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Es la meta mínima vital porque dejar un solo hueco implicaría perder la necesaria mayoría y enfrentar la derrota política y sus consecuencias para el resto del sexenio. Desde el Congreso cogobernaría Morena el estado e incluso paralizaría al Ejecutivo. Hay varias rutas que convergen para alcanzar esa finalidad prianista: desde la promoción de los resultados de una administración que indudablemente ha sido mejor que la anterior, la del golfista Javier Corral; hasta los bombazos directos contra objetivos morenistas que comenzaron con Pérez Cuéllar y pueden seguir en el próximo mes contra otros liderazgos. El extraño episodio del caso Juárez, cargado a la Fiscalía Anticorrupción que dirige Abelardo “Bayo” Valenzuela, de inocultable cachucha de una facción panista dada a la radicalidad, el Dhiac-Yunque, puede haber sido sólo el anticipo de un plan de ataque feroz orientado cuando menos a mantener el balance actual de fuerzas.***
En contraparte, el morenismo tiene la pretensión de cuando menos abrirle el boquete al imperio panista de la capital, que la misma Maru Campos y el alcalde con licencia, Marco Bonilla, comenzaron a construir no ayer ni el año pasado, sino desde 2015.
Postulado un expanista como candidato a la alcaldía, Miguel “Pelón” La Torre, con al menos dos candidatos sólidos en los cinco distritos locales de la capital y una candidatura fuerte en uno de los dos distritos federales, en su mismo equipo ven pocas posibilidades de triunfo. La Torre es una de las piezas sembradas por el juarense Pérez Cuéllar en la capital, como lo es Otto Valles en Parral; el candidato a diputado federal del Distrito Octavo, el expriista Marco Quezada; y otros tantos aspirantes a diputados locales, entre ellos su hermano Alejandro por un distrito de la frontera. Para el creciente grupo crucista, retener ocho de los nueve distritos de Juárez, pelear el primero de Nuevo Casas Grandes y penetrar en alguno de la capital, sería oro molido. En la meta real del morenismo, después de un trienio en el que varios proyectos municipales han sido alentados desde Juárez, ven posibilidades importantes de triunfo en Parral, pero capacidad para restarle votos a la alianza del PRIAN en Chihuahua, Cuauhtémoc y Delicias. Más que cualquier otra finalidad, la que realmente pesaría sería la de ganar una o dos diputaciones que generen desbalance en el Congreso. Enfrenta el proyecto morenista, sin embargo, la desventaja de tener una decena de grupos que pelean el control partidista y que han sido incapaces de sumarse de forma coordinada a los proyectos políticos locales. Con Claudia Sheinbaum sí se alinean todos, con sus 10, 12 y hasta 10 cabezas de sectas en el estado, pero esas mismas no son capaces de organizarse para enfrentar la batalla por las senadurías que encabezan Andrea Chávez y Juan Carlos Loera, menos por las diputaciones federales y las locales repartidas de forma grupal, igual que las candidaturas a presidencias municipales. Por otra parte, el régimen de Maru Campos es cada vez más sólido; goza de mayores calificaciones y mantiene al PRIAN unido. También ha dejado definida su postura hacia el morenismo; no sólo enfrenta a Corral, a Loera, a AMLO, a Claudia, sino también a su otrora aliado, Pérez Cuéllar. Ya no hay cartas bajo la mesa.***
En el caso capitalino, los resultados de las elecciones anteriores dan un referente claro del dominio albiazul que, como decíamos, no es una improvisación, sino producto de un elaborado plan de crecimiento que desde hace cerca de una década pusieron a andar los panistas que hoy se han encumbrado en el poder estatal.
En 2016, Maru Campos arrasó en la capital del estado con 154 mil votos, dándole una repasada a la entonces priista Lucía Chavira, hoy funcionaria del DIF Municipal de la frontera y esposa del candidato ahora morenista Marco Quezada. Para el 2018, la panista Campos Galván logró la reelección ahora con 203 mil votos, en una alianza con Movimiento Ciudadano, contra 108 mil sufragios que levantó el morenista Fernando Tiscareño Luján. El resultado es de lo más relevante porque ocurrió en el pico del fenómeno de López Obrador, quien arrasó en las presidenciales con más de 30 millones de votos. En 2021, Maru fue electa gobernadora con todos los factores del poder en contra: su fracasado antecesor operó a favor de Morena y la 4T, pero ni eso la doblegó; a su vez, Bonilla retuvo el bastión capitalino sumándole al PAN 204 mil sufragios, con 111 mil del abanderado morenista, Quezada, quien, reducido, ahora está en la búsqueda de la diputación federal. Si la definición fuera matemática, al resultado panista habría que sumarle otros 20 mil sufragios obtenidos por un PRI en decadencia, que trata de recuperar el difícil camino de las victorias electorales, así sea con una alianza con el PAN. Los números históricos no son garantía de impenetrabilidad en el bastión que ha reforzado Bonilla en alianza con el tricolor y el PRD, pero hay otros factores -como la unidad de dicha coalición y la fragmentación de Morena, así como la exagerada cantidad de candidatos de los demás partidos- que fortalecen ese dominio.***
En el caso de Juárez, el crecimiento morenista ha sido exponencial y de ahí parte su fortaleza. En 2016, Juan Carlos Loera, quien busca la senaduría y fracasó en su intento de ganar la gubernatura, obtuvo apenas 17 mil votos como candidato a presidente municipal de la frontera. Le pasó por encima el entonces independiente, Armando Cabada, hoy sumado a las filas de la 4T, con casi 206 mil sufragios.
Para 2018, Cabada apenas sacó la elección como independiente con 176 mil votos, ante el abanderado morenista en ese tiempo, Javier González Mocken, quien ahora es aliado del prianismo dominante, tanto que acaba de ganar la designación en la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Fue Cruz Pérez Cuéllar, en 2021, quien dejó su escaño en el Senado de la República para romper el récord electoral morenista en Juárez, quedándose con 213 mil votos, dándole una paliza de dos a uno a González Mocken, postulado en esa ocasión por la alianza PRD-PAN. El PRI alcanzó cerca de 40 mil con Adriana Fuentes Téllez, hoy coordinadora de la coalición de esos tres partidos. Así, los juegos por el poder tendrán bajo fuego las fortalezas de Pérez Cuéllar en Juárez y Marco Bonilla Mendoza en Chihuahua. Su capacidad será puesta a prueba para ver qué tanto resisten y qué tan abolladas terminan sus armaduras para una reelección que parece segura en ambos casos. Del resultado 2024 dependerá muchísimo el resultado 2027, el de la joya generacional de la corona. La mayoría en el Congreso es fundamental para la gobernabilidad de Maru y los preparativos hacia el cuidado de su año más delicado del régimen; no el sexto, sino el séptimo, luego de concluir la gubernatura.