El pueblo de Dolores y sus alrededores, como San Francisco de los Salgueiro, en el municipio de Guadalupe y Calvo, era uno de los enclaves del Cártel de Sinaloa en el Triángulo Dorado, hasta los últimos meses en que incluso las familias de viejos capos fueron desplazadas hacia localidades del ardiente estado vecino.
Una amenaza que corrió de boca en boca y fue respaldada por sangrientos hechos recientes, llevó a varias familias de la comunidad a dejar sus hogares. La versión extendida era que "La Línea" llegaría a tomar el control de la región y arrasaría con todo a su paso, población civil incluida. El pánico colectivo tenía sustento en más de tres años de enfrentamientos y, especialmente, en las masacres, levantones y balaceras que desde mediados de este año se han intensificado, debido a que células alineadas al cártel rival, el de Juárez, han logrado una penetración inusitada a los dominios de sus contrarios. Desde Camargo y Jiménez, uno de los grupos rivales comenzó con los primeros intentos por debilitar a quienes, desde esa región colindante con Sinaloa, controlaban con gavillas y grupos aliados grandes extensiones de la Sierra Tarahumara, Parral e incluso parte de la ciudad de Chihuahua. La estrategia tuvo sus altibajos. Algunos de los que intentaron entrar a los pueblos de Guadalupe y Calvo salieron con los pies por delante, debido a que "Los Salgueiro" y sus socios estaban bien pertrechados. Contaban, además, con todo el respaldo del cártel que, en sus buenos tiempos, antes de la gran fractura, controlaban Joaquín "El Chapo" Guzmán e Ismael "El Mayo" Zambada, hoy guardados como trofeos de la DEA. Pero precisamente la crisis interna del Cártel de Sinaloa -agravada desde la caída de "El Mayo" y las disputas entre Aureliano "El Guano" Guzmán; "Los Chapitos" hijos de Joaquín; "Los Mayitos" y demás facciones- explica por qué su principal grupo puntero en Chihuahua está debilitado. Si antes "Los Salgueiro", que mantenían una conveniente paz regional en su región de origen, contaban con el respaldo de armas, recursos y hombres desde Sinaloa, ahora qué esperanzas de recibir ese apoyo; eso no ha sido desaprovechado por una "Línea" empoderada y crecida que olfatea la oportunidad de ganar espacios.***
Cifras oficiales de la Fiscalía General de Sinaloa confirman la muerte de unas 500 personas en esa entidad, en medio del conflicto del cártel dominante en el Pacífico y gran parte del territorio nacional, además de otros cientos de desaparecidos por "levantones". Todo esto, desde finales de agosto y hasta la fecha.
Ese es el parte de guerra en la entidad vecina, nada lejana en nexos y consecuencias con Chihuahua, porque hablamos de la organización criminal con la estructura vertical y horizontal más grande en la historia del país. Es un cártel con capacidad de infiltración en todas las corporaciones policiacas y niveles de gobierno; con capacidad de existir en cualquier régimen político, desde los tiempos de la mano de hierro militar hasta la era de los abrazos y no balazos. "Los Chapos", "Los Mayos" y "Los Guanos", por usar una denominación genérica que sintetice además a los grupos en disputa, mantienen presencia en Chihuahua desde el extremo que colinda con Sinaloa y Durango, hasta las partes cercanas a Sonora, por Madera y las sierras y barrancas más profundas. Extienden sus tentáculos hasta la capital del estado, donde el que se presume como "dueño de Chihuahua", Salvador Humberto V., alias "El Verín" o "El Señor de la V", en algún tiempo dependió de "Los Salgueiro"; sus hilos eran manejados de la región de Guadalupe y Calvo y Parral. El de la V, hasta donde se sabe, hoy es la cabeza operativa de un grupo del mismo Cártel de Sinaloa, pero obedece a otro mando mucho más alto que despacha desde Guadalajara y de alguna manera ha logrado despegarse de las cruentas batallas que vive el mayor semillero de traficantes del país. No obstante, está latente y a veces hace crisis la pelea interna del cártel aquí en la capital y en el Cereso de Aquiles Serdán, donde antes los módulos bastaban para separar en dos bandos a sus ilustres huéspedes, pero ahora hasta el proceso de clasificación se ha vuelto más complejo. Los brazos del cártel alcanzan hasta el Valle de Juárez y algunas zonas de la frontera, donde su debilitamiento, debido a la fortaleza de los dueños de la plaza, es también evidente.***
Tenemos en el estado, pues, un alto riesgo de contagio de esa sangrienta pelea por Sinaloa. Hasta ahora, no sólo se ha llevado entre las patas a los jóvenes Roberto Treviño Leos e Iván Escalante, levantados la madrugada del lunes pasado de un antro en Mazatlán, sino que ha dejado otra tragedia humanitaria en zonas alejadas del estado.
Estos últimos días del año quedaron marcados por las tristes escenas de familias que huyeron de su tierra en trocas cargadas hasta con el perico y el perro, allá en la región sin ley de donde han sido desplazados cientos de habitantes por la cruenta narcoguerra recrudecida desde 2022 a la fecha. En Dolores y unas 14 localidades de los alrededores -ubicadas a 500 ó 600 kilómetros de la capital, por caminos que implican ocho, nueve o más horas para llegar- han sido cientos los desplazados entre 2023 y el año actual, a raíz de los enfrentamientos entre las bandas rivales. El interés de las bandas de poseer la región va más allá de los añejos deseos de venganza de algunos líderes. Es región de interés por la producción de drogas, el creciente consumo interno y las rutas de transporte; además, por ser enclave del Cártel de Sinaloa, perderla implicaría para esa organización casi un replanteamiento de su existencia. Aunque haya autoridades que se nieguen a verlo -tal vez porque en ese agujero negro de la sierra son gobiernos de papel- la guerra entre "Los Salgueiro" y "La Línea", cuyos aliados subieron desde Camargo hasta el triángulo, alcanzó uno de sus puntos más altos con la masacre de cinco hombres a principios de octubre. Los cadáveres de las víctimas, todos del grupo considerado dominante, fueron dejados en una camioneta oficial de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), reportada como robada por un trabajador de la paraestatal que logró escapar con vida. El hallazgo ocurrió un día después de que circularan videos de presuntos miembros de 'La Línea' irrumpiendo en viviendas habitadas por sus rivales. Desde entonces a la fecha, han abandonado el seccional de Dolores y otras poblaciones no unas cuantas, sino decenas de personas que terminan por dejar esas comunidades en calidad de pueblos fantasma. Así, la población civil acaba sometida y arrasada por una autoridad criminal, ante el vacío que deja y permite el poder legítimo.***
El desplazamiento forzado interno, que entre su conceptualización y reconocimiento como problema sigue de alguna forma invisibilizado, tiene su origen en la actividad criminal, primordialmente.
En mayo de 2023, más de 20 instancias estatales y federales, así como académicas y organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales, elaboraron el "Informe del ejercicio de caracterización del desplazamiento interno en Chihuahua", orientado a recopilar información sobre este fenómeno. Es el único esfuerzo por lograr una aproximación al fenómeno. Entre otros contenidos, el estudio muestra resultados de una encuesta a personas desplazadas, tanto las localizadas en albergues como en otros municipios de la entidad. El 88 por ciento de las personas entrevistadas menciona haber sido víctima de la delincuencia o haber recibido amenazas, razón que la llevó a desplazarse de sus comunidades de origen; un 68 por ciento responde también que debió dejar su hogar "por temor ante el ambiente de violencia e inseguridad como conflictos armados, delincuencia organizada o violencia generalizada". En menores proporciones, los entrevistados refieren (27 por ciento), haber dejado su comunidad "por enterarse o ser testigo de delitos en el entorno como robo, asalto, extorsión, homicidios"; y bien, por conflictos y agresiones entre vecinos o en la comunidad (un ocho por ciento). No totalizan 100 por ciento por las opciones de múltiples respuestas. Pero en este marco, es Guadalupe y Calvo el más afectado, junto con otros municipios serranos y las grandes ciudades, éstas envueltas en otra dinámica también violenta, pero más relacionada con la actividad de las pandillas urbanas, de acuerdo con esta aproximación al problema, de tal magnitud que ni siquiera hay cifras precisas oficiales. Así, no está lejos esa realidad de trocas cargadas con ropa, muebles y hasta mascotas o gallinas que vimos como testimonios vivos del desplazamiento forzado a causa de la lucha entre grupos criminales, ante un gobierno, en sus tres niveles, que parece estar meramente como espectador.