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Si ingenuamente alguien creyó que la tortura que significan las campañas políticas había concluido el 2 de junio, lamento decirles que se equivocaron.

Pese a que apenas se renovó el Congreso local, las sindicaturas y los ayuntamientos, y que en Chihuahua elegimos gobernador hasta 2027, la “galopada” dejó el trote y se lanzó en estampida.

De uno y otro bando, es decir, panistas y morenos, se olvidaron del discurso “trabajamos para la siguiente generación”, y salieron a todo galope en busca de la siguiente elección.

Con todo el descaro del mundo mundial que caracteriza a la clase política mexicana, alcaldes y senadores electos montaron yeguas y caballos para “tomar” Parral, y arrancar desde la tierra donde fue acribillado el Centauro del Norte, Pancho Villa, la ruta hacia Palacio de Gobierno.

Ya sin máscaras, unos y otros, a excepción del PRI que, al igual que el PT y el PVEM, sólo van de compañía porque no tienen posibilidad alguna de ganar, metieron al arrancadero jinetes y amazonas.

Los contingentes de Juárez y Chihuahua, encabezados por sus respectivos alcaldes electos, dejaron en claro que van por la silla de Maru Campos.

A propósito de la buena faroleada que lideraron Marco Bonilla y Cruz Pérez Cuéllar en la Cabalgata Villista, y como alguna vez escuché decir a un excandidato a gobernador que “a los patos que asoman la cabeza son a los que le tiran”, a este par se les van a ir a la yugular porque son los tiradores más fuertes del PAN y Morena, respectivamente.

Por supuesto que hay más tiradores apuntados para el relevo. A los dos senadores electos de Morena y al del PAN les late abanderar las candidaturas de sus respectivos partidos, igualmente tienen el mismo derecho los alcaldes de las ciudades medianas como Delicias y Cuauhtémoc, sin soslayar que la secretaria del Bienestar federal -la que reparte la lana entre pensionados y becados- ya mueve sus tentáculos.

Pero una cosa son las calenturas adelantadas y otra son las distracciones que ya generan. Hay que estar muy atentos que no se usen recursos públicos ni de de dudosa procedencia para pagar campañas telefónicas, bardas y espectaculares con cualquier pretexto para anunciarse, aunque eso implica violentar la ley electoral, al cabo que no es efectiva.

Tan acelerados andan los bandos que a este servidor ya le hablaron por teléfono para promocionar a un edil electo y enviaron un whatsappazo para pegarle a otro.

De por sí las campañas adelantadas son carísimas y fuera de la ley, también traen consigo la guerra sucia.

Por un lado corren los rostros sonrientes de los que quieren la “grande” y por la terracería las campañas sucias, de “contraste” la llaman los asesores de marketing político.

Esta es la parte miserable que divide a una nación, a los ciudadanos, a las familias y a los amigos. La elección presidencial que ganó Sheinbaum es el mejor ejemplo de cómo desde el poder mismo y por medio de campañas de desprestigio se puede sembrar el odio y destruir a cualquier aspirante a puesto de elección popular.

Al igual que lo hicieron con la candidata presidencial perdedora, existe evidencia de una campaña similar en contra de la gobernadora, por ser de oposición al régimen actual que controla casi la totalidad del país.

Prácticamente desde que protestó el cargo, a la primera magistrada del estado le han dado hasta para llevar desde las redes sociales, particularmente entre grupos ligados al magisterio y entre los jóvenes, porque los orquestadores y perpetradores cuentan con toda la información personal de cada ciudadano de Chihuahua que tiene un celular, una cuenta de correo y recibe algún beneficio de la federación.

La misma narrativa de ataque, de desprestigio y saña que usaron para destruir a la candidata presidencial opositora, es la que emplean para “rostizar” a la gobernadora.

Pero la campaña negra se va a expandir hacia los aspirantes, sean del PAN o Morena, porque el canibalismo se da en todos los partidos sin distinción. A los que van a tratar de sepultar en estiércol será a los más fuertes, obviamente.

Tristemente los chihuahuenses vamos a ser sometidos a campañas sucias y de desinformación los siguientes tres años. Poco o nada va importar que gravitamos en el cuarto o quinto lugar en homicidios dolosos ligados al crimen organizado, que estamos en los pésimos lugares en materia de secuestro y que tenemos los tramos federales de carreteras más destruidos del país.

A los aspirantes, a sus cuartos de guerra y a sus partidos lo que menos les importa son las cosas buenas de la entidad, tales como ser de los estados con mejor calidad de vida, atracción de inversión extranjera, generación de empleo más o menos bien pagado, el que mayores recursos propios obtiene, por mencionar algunas de sus fortalezas. Esto, sin la ayuda de la federación, la que gobierna actualmente y de las que les antecedieron.

Vamos a ser testigos de la madre de todas las guerras sucias entre aspirantes al gobierno del estado y en contra de la mandataria estatal. Ya sembraron la semilla del odio, ya está en marcha el recrudecimiento de las campañas negras; saben cómo hacerlo y eso pudimos constatarlo en la elección presidencial.

Pero ya veremos de qué estamos hechos los chihuahuenses, vamos a ver si somos capaces de privilegiar la razón o claudicamos ante el chantaje de las dádivas y la desmedida ambición de obtener el poder a cualquier costo.

Es cuanto.