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Los últimos acontecimientos violentos en la capital del estado tienen un tufo harto conocido.
El cielo de la ciudad de Chihuahua vuelve a contaminarse de aquel hedor a pólvora y sangre que olía en los tiempos más aciagos del calderonato.
Por citar dos ejemplos del incremento de las muertes violentas en Chihuahua capital sobresale el enfrentamiento frente a las instalaciones del Cereso de Aquiles Serdán, donde falleció un distinguido criminal tras ser puesto en libertad.
En la refriega participaron presuntamente elementos activos de la Dirección de Seguridad Pública Municipal y de la Sedena.
Lo embarrado del asunto es que dichos elementos no estaban para cuidar el orden, sino para proteger al exconvicto, por un lado, y para liquidarlo, por el otro.
Dato curioso es que la bancada opositora en el Congreso local ni siquiera se pronunció al respecto debido a que la federación se vio involucrada en el tema con la presunta participación de un efectivo de las Fuerzas Armadas, si no hubiese sido así ya habrían crucificado al munícipe y a la mandataria estatal.
El otro hecho violento que llama la atención es el que ocurrió la madrugada del domingo 28 de julio, donde fueron asesinados tres jóvenes en una plaza comercial del periférico De la Juventud.
Seis personas fueron acribilladas, de las cuales tres lograron sobrevivir a las balas. Las edades de las víctimas oscilan entre los 19 y 29 años.
El terrible acontecimiento ocurrió aparentemente a las afueras de un conocido bar de la avenida Politécnico Nacional y lateral de periférico De la Juventud, muy cerca de fraccionamientos de alta plusvalía.
Este par de hechos de fuerte impacto con varias víctimas a causa de las balas sucede cuando el Ayuntamiento de la capital apenas dio a conocer el descenso de delitos del fuero común en esta ciudad.
Lo que llama la atención, y no debe perderse de vista por los que integran las mesas de seguridad de los lunes, es que, como en ocasiones anteriores, existe el interés por "calentar" la plaza.
Debemos recordar que en el pasado el crimen organizado generó violencia sin más motivo que el de llamar la atención.
Las sanguinarias ejecuciones masivas en un bar en la colonia Granjas y otra en el bar Río Rosas son un recordatorio que deben tener muy presentes los obligados a brindar seguridad y recuperar la paz.
Por los tiempos tan violentos que vivimos, los cuales se han recrudecido en periodo electoral como los ocurridos en las pasadas elecciones presidenciales, y los que marcaron los comicios de las elecciones para gobernador en Sinaloa, Colima, Zacatecas, SLP, Michoacán y Sonora, son referentes que hacen pensar que en Chihuahua se busca hacer lo mismo.
No es descabellado que, por los antecedentes y la íntima relación del crimen organizado con autoridades y fuerzas de seguridad, existan intereses aviesos que pretenden minar la relativa calma que ha caracterizado a la ciudad capital.
De por sí los hechos violentos relacionados con la actividad de la delincuencia organizada tienen asolada a la frontera y a los municipios serranos, sería horrible para la población que se expanda con intensidad a la capital del estado.
No se descarta la posibilidad de que, por la elección de gobernador en 2027, y dado el abandono que la federación tiene a la entidad en materia de seguridad e infraestructura carretera, se pretenda deliberadamente dejar a Chihuahua a la deriva.
No es de extrañar entonces que por las ambiciones de poder de los de arriba de ahora se implemente una estratagema para reventar a Chihuahua a través de violencia extrema y crímenes de alto impacto, con el fin de sacar raja política.
Es cuanto.