Más allá de su alianza práctica con el PRI y el PRD, el panismo ha logrado mantener como un bastión infranqueable la capital del estado y algunos de los municipios más importantes a su alrededor, como Delicias y Cuauhtémoc, además de las ciudades más pequeñas en esta columna central de la entidad.
La ubicación es importante por su tamaño de población, pequeña en el escenario nacional como para influir de forma definitiva en la elección presidencial, aunque en cuestión estatal sí le ha servido para hacer una fortaleza que contenga la ola guinda que comenzó por Juárez en 2018. Si no hay sorpresas, lo previsible es que continúe ese dominio que comenzó a construir Maru Campos allá por el 2013, para colocarse como la primera alcaldesa de la capital tres años después, reelegirse tras un periodo acotado a dos años por una reforma electoral y luego dar el triple salto mortal, sin red de protección y con los vientos en contra, hasta el Palacio de Gobierno. Campos Galván no sólo logró convertirse en la primera gobernadora del estado, sino que se dio el lujo de dejar sucesor de su mismo equipo en la alcaldía, el coordinador electoral de todas sus campañas previas, el alcalde con licencia Marco Bonilla, hoy candidato a la reelección. Las dos posiciones de poder en el grupo más fortalecido de Acción Nacional, sobre el que gravitan el resto de facciones albiazules, desde las más radicales hasta las más liberales, han sido bien aprovechadas para impedir el avance morenista que en otras entidades ha fragmentado al PAN y a cualquier otro partido. No ha sido el caso local. Es lo que le da expectativas de triunfos regionales a la alianza que a nivel federal es conocida como Fuerza y Corazón por México y a nivel estatal como Juntos Defendamos a Chihuahua, denominación que lleva implícita la misión que ha tomado el panismo como motivo de su vida y existencia. A los esfuerzos de esas cabezas panistas se han sumado, más por pragmatismo y razones de subsistencia que por otra cosa, un PRI que a pesar de sus derrotas niega cualquier intento de lograr una unidad de fondo y un PRD que va casi en calidad de zombie esperando a ser resucitado con los artilugios de la ingeniería electoral. Pero, además, indirectamente han aportado a esa tarea los morenistas y emecistas dedicados con ahínco a una permanente guerra de lodo en la que basaron su estrategia electoral. Le apostaron todo a ello y no lograron inclinar, al menos en la percepción, ni siquiera un poco la balanza.***
Más allá de la conducción del Gobierno del Estado y la alcaldía capitalina o las de los alrededores, indudablemente orientada a esta elección intermedia, hay un factor que permite entender la devaluación de los proyectos opositores. En el caso de la capital vale la pena ponerles nombre y apellido, Miguel La Torre, por Morena ;y Enrique “Kike” Valles, por Movimiento Ciudadano.
El moreno de origen panista y el naranja de cuna priista centraron su proyecto en dinamitar el del Bonilla Mendoza, sin tomar en cuenta que el alcalde iba a bordo de la blindada Black Mamba y como conductor de los cinco abanderados por las vitales diputaciones locales y los dos candidatos a diputados federales. La Torre y Valles articularon un mensaje, tal vez en algún acuerdo bajo la mesa, para lanzar contra el panista una seguidilla de ataques, así durante todo el mes de campaña. Hasta bromearon con eso cuando se toparon en un crucero durante la semana y el expanista subió un video a sus redes con el mensaje de que “algunos” candidatos se llevan muy bien. El caso es que, en conjunto, le asestaron múltiples calificativos negativos. Así nomás, con lodo quisieron abollarle la Black Bamba, pero nomás la ensuciaron. Fuera de los lugares comunes para el ataque político, olvidaron sustentar con datos y evidencias sus acusaciones. En redes, en el debate oficial del Instituto Estatal Electoral y el no oficial organizado por el sector privado, caracterizó a los abanderados esa táctica de la descalificación orientada a reforzar la guerra sucia que a la vez crecía en todos los canales por los que pueden lanzarse desde ataques anónimos hasta disfrazados.***
Igual que otros abanderados, principalmente morenistas, La Torre y Valles se fueron por la facilona vía del ataque y la descalificación, como si desconocieran que la estrategia de una campaña debe tener varias vertientes. Sí la de del ataque, por supuesto, pero sin descuidar la propuesta, la plataforma y la oferta electoral.
Es simple el análisis para observar los resultados de posicionamiento que les dejó esa estrategia a los abanderados. La Torre prácticamente fue solo a la contienda, sin arropo siquiera de los candidatos a las diputaciones locales que no pueden ser recordados en un ejercicio sencillo de memoria, como sí pueden serlo los aspirantes panistas que se pegaron y acompañaron a Bonilla: “la China” Frías, Joceline Vega, Alfredo Chávez, “Manque” Granados, por citar a los principales. De MC ni hablar, resultan imposibles de identificar otros candidatos. Además de ir solo el morenista, sin éxito en sus intentos de pegarse al aparente huracán que es la favorita de la contienda presidencial, Claudia Sheinbaum, tenía poca propuesta y nada que defender en Chihuahua como legado o herencia de la 4T. Sobre el gobierno morenista que arrasó en 2018 y se fortaleció en casi todo el país pesan los señalamientos por el pésimo estado de las carreteras federales, desatendidas, llenas de baches e inseguras tanto por el alarmante control criminal como por las condiciones generales de dichas vías. Sobre esa administración pesa además la sangre que ha dejado el crimen organizado, sospechosamente favorecido por la Guardia Nacional y otras corporaciones en amplias regiones del estado, hasta ahora tierra sin ley; como eran desde el calderonismo, como fueron durante el peñanietismo y como son en la actualidad, algunas cada vez más dominadas por la delincuencia. Sobre el gobierno que pretende la continuidad en el país, al menos en Chihuahua también pesa la falta de medicinas, el empobrecimiento general de las instituciones de salud pública, que para colmo han contagiado al sistema estatal de salud, golpeado por el castigo presupuestal federal. Tenía poco, pues, qué ofrecer La Torre ante una realidad que explica en gran medida el fracaso del proyecto morenista en esta parte de la entidad. Cualquier propuesta, por lo tanto, era desautorizada por el mal precedente de abandono federal, lo que explica la corta estrategia de recurrir únicamente a la guerra de lodo.***
La región centro del estado será vital para el proyecto de continuidad panista y acotamiento del innegable avance morenista sostenido desde 2018, con una veintena de gubernaturas más ganadas con el "haiga sido como haiga sido", que bien le aprendieron los que están en el poder a su odiado Felipe Calderón.
Suenan difíciles de creer las teorías de un desbalance de fuerzas en el Congreso del Estado, más allá de la clara división de una fortaleza guinda en Juárez, bien cuidada por el alcalde encaminado a su reelección, Cruz Pérez Cuéllar; y la marcada posición albiazul-tricolor, del centro, sur y regiones serranas y rurales. Como es lógico suponer, en retener las alcaldías no está el reto fundamental de un prianismo cada vez más consolidado, sino en mantener las curules con cambios mínimos para establecer una mayoría que permita el tránsito del Ejecutivo el resto del sexenio y proyectar la sucesión que habrá de desatarse pasada esta elección. La guerra sucia contra esos proyectos en los que el PAN lleva mano, por lo tanto, estaría enfocada en debilitar ese control más que en ganar ayuntamientos. Veremos si la estrategia del ataque sin sentido, que genera odios a veces irracionales con base en ataques, chismes y rumores, le sirve a ese objetivo de echarse a la bolsa uno o dos distritos más al morenismo o lograr una o dos curules más por la vía de las plurinominales. Es desafortunada para la sociedad la pugna democrática llevada a esos límites del lodo sin el mínimo de propuestas, porque limita las opciones ciudadanas y las alternativas, independientemente de lo bueno o malo que sean los proyectos políticos que serán fortalecidos o debilitados con los resultados de este domingo. A la vez, el ataque y la confrontación llevada más a la descalificación personal que a la argumentación contra un plan de gobierno, es indicativo, junto con otras decenas de factores para el análisis, de lo que puede resultar de este proceso electoral, que parece muy definido a favor de Morena en el terreno federal, pero en su contra en el plano local.