En una acalorada discusión en la Universidad, un maestro apoyado en la doctrina idealista y existencialista, enseñaba y afirmaba que la realidad no existe, que todo cuanto existe se construye a partir de las ideas, nada hay que no fuera creado por el pensamiento, antes de éste nada existe, incluso el ser humano se construye a partir de las ideas.

Un alumno apodado El loco Turris, ingenioso y ocurrente, le argumentaba que la realidad sí existe, y que nada hay en nuestro conocimiento que antes no haya pasado por los sentidos, la vista, el olfato, el gusto, etc., en pocas palabras que las cosas existen con independencia de que las pensemos.

En el clímax de la discusión el loco Turris dice al maestro ¡Profesor! ¡Profesor! ¡Le creo la realidad no existe! “muy bien muchachito, muy bien” -responde el maestro- y luego, dice el loco Turris “me comí su almuerzo, espero que construya otro a partir de sus ideas”. El maestro esbozó una sonrisa, aprendió que la naranja posee vitamina “C” por sí misma y no porque nosotros lo pensemos.

Desde que estudiamos la educación primaria, sabemos que en el artículo 3º de la Constitución Federal se encuentra establecido el derecho a la educación. Que este tiene como fin la educación para desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentar en él el amor a la Patria, promover  la honestidad y los valores entre otros.

Algo interesante que encontramos hoy día en el artículo 3º, es que debido a una  reforma del año 2019, se le adicionó un párrafo que, ordena que en los planes y programas de estudio, entre otras cosas, se incluya el conocimiento de las ciencias y humanidades: como la Filosofía, ¡interesante! si consideramos que este tipo de saber se ha dejado de lado en los diferentes niveles de educación pública.

Lo más trascedente es que el tema queda a nivel constitucional, esto significa que ¡sí o sí! las autoridades deben incluir en los programas de estudio la materia de Filosofía, que genialidad la de aquel diputado o senador que formuló la propuesta, el bien que hace a nuestra juventud y, en general, a la sociedad, pues contribuye de forma eficaz al desarrollo integral de las personas.

Dirás: qué exagerado, respondo: tal vez, pero no exagero cuando afirmo que la Filosofía nos enseña a pensar, nos hace dueños de nuestra forma de razonar, nos aleja de depender del pensamiento e ideas de otros, muchas veces dañinas para nuestra formación intelectual y moral; con la Filosofía nuestra inteligencia adquiere hábitos de pensamiento.

La Filosofía como bien lo dijo un maestro de la Facultad de Derecho de la UACH: es la madre de todas las ciencias; no es desacertado el comentario, pues esta ciencia resuelve y satisface los principales problemas que enfrenta el ser humano, el problema de la vida, de la realidad y del conocimiento, los que resuelve con pruebas fuertes y claras que dejan la mente en paz.

La Filosofía ilustra la inteligencia del ser humano, está hecha para buscar, disfrutar y saborear el conocimiento, nos da soluciones para resolver problemas, nos ayuda a descartar el error y la ignorancia, ambas esclavitud de nuestros tiempos.  

Que bien que se establezca en la Constitución y se deba enseñar a través de la educación porque la Filosofía es un tesoro que difícilmente se comparta en redes sociales  a la velocidad de un tweet o tiktok y se convierta en trending topic, es difícil que se haga viral, pues se le ve como algo enfadoso, complicado e innecesario y a ello han contribuido algunas personas o profesionales por burla y sobre todo por ignorancia.

Es prudente mencionar que la Filosofía -real y verdadera- no es para parecer más sabios ni más instruidos que las personas con las que nos hallamos, sino para que, por medio de ésta se aporten soluciones a los problemas y retos que actualmente enfrenta la sociedad, esperemos una pronta implementación sustancial en los planes y programas de estudio por el bien de la sociedad.