Inicia el mes de mayo, y en los aparadores de las tiendas, en los comerciales televisivos y radiofónicos, se llenan de avisos de ofertas especiales para mamá. Durante el año, hay ciertas fechas para el consumismo; el Día de las Madres, es uno de los más marcados.
Si bien, debo reconocer que ha habido una evolución en lo que solía regalarse los diez de mayo; aún sigue persistiendo la creencia de que un aparato electrodoméstico es ideal. El regalo es lo de menos; la desigualdad es lo de más.Ese obsequio, es un estigma. No es que le esté asignando un valor a un objeto; sino, lo que eso simboliza.
¿A qué voy con esto? A romper paradigmas. De hace varias décadas hacía la actualidad, las mujeres jugamos un rol distinto en la sociedad. Sobre todo en las entidades del norte del país; en donde la llegada de las maquiladoras, propiciaron que las mujeres dejaran sus casas, para salir a trabajar. Que nos dedicáramos a actividades diversas; más allá de lo tradicional: maestra, secretaria o enfermera. Eso en sí mismo, representó un avance. Pero estamos hechas para mucho más. Hoy en día, es alto el índice de mujeres preparadas con una carrera profesional. Hay universidades que tienen mayor cantidad de mujeres, que de hombres estudiando. Sin embargo, queda mucho por hacer. Es muy importante, que las mujeres logremos una independencia económica plena. Esto nos da mayor poder de decisión; mejor ejercicio de nuestros derechos y libertades; la posibilidad de hacer o no hacer, lo que queremos.Las niñas de las nuevas generaciones, más inquietas y perspicaces; ya no vendrán programadas para que cuando sean grandes, sean amas de casa, ocuparse de las labores del hogar, casarse con el príncipe azul y vivir felices para siempre. Eso fue los que nos enseñaron; al menos hasta las de mis tiempos. Lo bueno, es que eso va cambiando. Y, no es que no le apueste a la familia, como núcleo de la sociedad, sino que, sostengo, que debemos acostumbrarnos a que hay distintos modelos de familia, más allá del ejemplo clásico: mamá, papá, tres hijos. Ya hay otras maneras de conformación o composición y eso debemos admitirlo y respetarlo.
Aún subsisten críticas, hacia aquellas mujeres que deciden no casarse; o casarse y no tener hijos; por otra parte, muchos matrimonios se deshacen cuando la mujer tiene mayor ingreso que el del hombre y su “machismo” lo hace reaccionar y en consecuencia vienen los problemas. No hay nada de malo en que una mujer sea libre e independiente y pueda además tener y conservar su pareja, sin conflicto alguno, sin considerar el sueldo de cada quien. Estamos a unos meses de que en México, gobierne una mujer; tanto países más desarrollados, pero también menos desarrollados que el nuestro, ya han sido presididos por mujeres, con excelentes resultados. Y aquí, apenas se dará como un hecho histórico, en este año. Considerando que el derecho al voto lo obtuvimos hace apenas siete décadas. Espero sinceramente, que esto sea un parteaguas, que permita mayor empoderamiento de nosotras las féminas; en lo político, empresarial, académico, social, cultural y en todos los ámbitos. Nuestra entidad, ya tiene gobernadora mujer. Que sigamos en esa racha. Pues está demostrado, que cuando una mujer administra y lidera, las cosas resultan bastante mejor en muchos aspectos. (Con excepciones, como en todo). Por cierto, luego del segundo debate del pasado domingo, las encuestas posicionan a Xóchitl Gálvez, como virtual ganadora. Esperemos que así sea. Para ello hay que salir a votar y asegurarnos que todos a nuestro alrededor lo hagan. De manera consciente e informada. Por quien es la mejor opción.Antes de finalizar mi escrito; les recomiendo la lectura de un ensayo; titulado: “Un cuarto propio”. De Virginia Woolf, escrito en 1929. Hace casi 100 años. Era otra época. Inglaterra vivía su propia realidad. Lo que la autora describe, sigue cobrando vigencia en la actualidad. Marca un hito para la historia de las mujeres en la literatura y se constituye en un análisis socio-político de la época desde una perspectiva de género; destacando la sutileza de su pensamiento y la acertada percepción acerca de las relaciones de poder entre hombres y mujeres, constituyéndose por ello en un eslabón más en la cadena de las reivindicaciones femeninas por su emancipación y liberación. Desde el título, “Un cuarto propio”, nos va dando la idea de la importancia de ser dueña de su propio espacio físico; pero también, de romper ataduras mentales, que nos han mantenido en sumisión y sobajadas. A muchas; a otras no.
Ya es momento de un reconocimiento pleno a las libertades de las mujeres. Momento de lograr la tan anhelada independencia económica. Ya es momento…