No es la cantidad de armas decomisadas a un par de sujetos esta semana en la capital -23 fusiles de asalto y 14 escuadras- sino el origen y su destino, lo que da una idea de las dimensiones que ha tomado la guerra entre cárteles y el combate que tratan de articular las autoridades de los tres niveles de gobierno.
Algunas versiones confiables ubican un domicilio de la nada pobre zona de Rinconada Sierra Blanca, utilizado como centro de acopio de La Empresa, el grupo juarense que tiene mucho tiempo y variados intentos por reposicionarse en la capital del estado, en su mayoría dominada por la llamada Gente Nueva. Conservan ambos grupos cierta memoria de sus antecesores. La Empresa con orígenes en el Cártel de Juárez y la otra banda surgida del Cártel de Sinaloa, con infinidad de variaciones en sus denominaciones y mandos debido a muertes, traiciones, negocios turbios y alianzas de sangre. La pugna es más añeja que otras tantas problemáticas de seguridad que golpean a la capital y al estado, pero en determinado momento fueron los afines de Juárez los que dominaron sobre los de Sinaloa, quienes, de un tiempo a la fecha, con un mando feroz contra los rivales externos y hasta con los internos, no han soltado la plaza y la cuidan como su gran tesoro. Esas versiones, surgidas tras la sorpresiva detención que ingenuamente la información oficial acreditó a un simple “reporte de hombres armados”, apuntan a que los detenidos eran los encargados de una nueva misión de La Empresa para penetrar en la ciudad. En cuanto al origen, los primeros rastreos las ubican desde Estados Unidos en alguna de las ciudades fronterizas donde, con muy pocos controles, son vendidas en las tiendas como si fueran un simple café de Starbucks; hasta ahora no sabemos qué tan “limpias” o “sucias” estaban, todavía les corrían la serie hasta ayer para ver si su firma estaba en alguna de los cientos de ejecuciones en Juárez o la capital. En cuanto al destino, resultan desconcertantes los rumores surgidos tras el aseguramiento y detención, pues obviamente no querían tenerlas guardadas sino utilizarlas para uno o varios ataques de alto impacto que, podría ser, les calentara la plaza a los locales que ahora tienen el control de la ciudad, desde el Cereso hasta El Sauz, dos puntos neurálgicos de la actividad criminal actual. ***Este nuevo intento de La Empresa por crecer en Chihuahua, aprovecharía la pugna interna que enfrenta el grupo rival, cuyo mando superior a fuerza de sangre y plomo es Salvador Humberto S.V, alias “El Verín”, a quien no han podido doblegar ni en su propia organización criminal.
El Cártel de Sinaloa, que en su estructura y alcances es superior a cualquiera por su nivel internacional, está debilitado, fracturado y dolido desde la captura de Ovidio Guzmán, “El Ratón”, hijo de “El Chapo”, y los hechos posteriores que derivaron en la reciente detención o entrega en Estados Unidos de Ismael “El Mayo” Zambada, compadre de Guzmán Loera. La pelea de los otros hijos de “El Chapo” con la gente de “El Mayo” y además con su tío Aureliano “El Guano” Guzmán, ha profundizado la división con repercusiones en todas sus zonas de operación, pero especialmente en los puntos clave del Triángulo Dorado que integran los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa. Aquí en la entidad, hemos sido testigos de las fracturas internas principalmente en la capital, mientras que en otras zonas del estado la batalla ha sido entre esas facciones del Cártel de Sinaloa con las de la organización que adoptó el nombre de la frontera. Desde Jiménez y Camargo hasta Guadalupe y Calvo; desde Parral hasta Juárez; desde la relativamente calmada región centro-sur hasta los municipios de la sierra y el noroeste de la entidad, han surgido múltiples chispazos de la pugna criminal entre los dos bandos, causantes principales de las más de mil 300 ejecuciones registradas en este 2024, que bien podría superar el registro de muertes violentas de 2023. Pero ninguna de las batallas, con excepción de la terriblemente dinámica de violencia que existe en Juárez, ha sido tan cruenta como la de la capital, por esos factores que no dan tregua: las fricciones internas del grupo dominante y los intentos de La Empresa por consolidarse en el territorio. ***Remitiéndonos de nuevo al aseguramiento masivo de armas, decíamos que no iban a quedarse guardadas, sino que serían utilizadas para algún bien planeado hecho de violencia, como los que suelen sorprender de vez en cuando a una sociedad como la chihuahuense, no dispuesta a normalizar la cultura de la muerte.
Es lógico pensar que La Empresa buscaba acelerar el contador de ejecuciones por encima del ya lamentable ritmo de una por día que vive Chihuahua, en una nueva intentona de penetrar, ganar terreno y mercado para sus negocios ilícitos que ya van más allá del trasiego y venta de drogas. Sus tentáculos están en todos los sectores de las regiones donde opera, igual que el otro grupo. Sin embargo, la detención sorpresiva, atribuida de manera equilibrada a la Guardia Nacional, la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, la Fiscalía General del Estado y la Policía Municipal de la capital, también hace lógica la suposición de que hay cierta administración de la actividad criminal. Hay evidencia de una política criminal de facto que alguien debe conducir en la FGE y la SSPE, a cargo de César Jáuregui y Gilberto Loya, respectivamente, para administrar con pincitas tanto a La Empresa como a la Gente Nueva y sus variantes. Ha sido notable también que hay mano dura en eso de impedir que unos invadan territorios de otros, lo que da la impresión de que existe cierto orden en materia de seguridad y control de la delincuencia, aunque los resultados tampoco sean los mejores ni los más deseables. Tal vez eso explicaría por qué en la frontera es el Cártel de Sinaloa, con algunas de sus filiales, el que tiene muy limitada la operación de sus negocios en el territorio; también, por qué en Chihuahua los golpes son principalmente a La Empresa. Si nos vamos a recorrer el resto del estado, parece existir ese patrón también: en la región sur de la sierra siempre pierden -a balazos o detenidos- los que tratan de invadir territorio rival; y así por las regiones diferentes, desde la profundidad de la barranca hasta el paso alterno por el noroeste hasta la frontera, la historia se repite. La única particularidad está en Delicias, donde nunca pasa nada, aunque sabemos que sí pasa mucho, pero es una plaza, junto con otros municipios del centro-sur, entregada a un grupo que ha sabido mantener la calma.***
Si la política de seguridad en el estado es la administración con pincitas de la actividad criminal no puede esperarse que sea revelada públicamente, pero además del mismo patrón de operación hay cierta línea entre los mandos de corporaciones policiacas para mantenerse en un bando o en otro. Las policías en todos sus niveles, con el Ejército incluido y su ala operativa de la Guardia Nacional, parecen atender a esa dinámica de la división de territorios; la estrategia quizás es útil para efectos inmediatos de contención de la violencia, aunque también puede ser de alto riesgo en el largo plazo. En este último intento fracasado de La Empresa por mostrar su poderío es reflejo de cierto éxito en la atención del fenómeno criminal que regularmente da muestras de no estar contenido ni de lejos. Es exitoso porque con la detención y aseguramiento de armas seguramente fue evitada una o muchas tragedias de las que dejan dolorosas marcas en la ciudad. Suponemos que no fue casual la exitosa operación de seguridad para asestar tan duro golpe, pero, aunque lo fuera, no debe perderse de vista un fin superior que debe tener la autoridad, que es el de atender la demanda del regreso de la paz, la aplicación de la ley y que haya más justicia, menos impunidad. Así, más allá de una imputación por narcomenudeo y la posesión ilegal de armas de fuego, hay elementos evidentes de crimen organizado que podrían fincarles a Luis Enrique R. B. y Jesús Manuel S. G., los sujetos que trasladaban, además de los rifles y las pistolas, más de mil cartuchos, ocho uniformes tácticos, chalecos y cascos balísticos, así como más de cuatro kilos de marihuana. Porque si la detención termina en unos cuantos meses de prisión y no existen más imputaciones, esos intentos persistirán hasta que alguno termine fuera de ese control de la seguridad, evidenciado con tan eficaz operativo que impidió más derramamiento de sangre en la ciudad.