No puedo dejar de comentar todos los actos de hecho y derecho sobre la reforma al Poder Judicial, a quienes se les olvida o no quieren saber que estas reformas a la Constitución también se aplicarán a los Tribunales del fuero común de los estados de la República, es decir también serán removidos de sus cargos magistrados y jueces. Es asunto que lo entenderán, pero tal vez no se ha vislumbrado en sus efectos. En caso de la presidenta del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Chihuahua, se pronunció en contra de las reformas al Poder Judicial que también afecta a los Tribunales del fuero común, con el apoyo jurídico de facto y así como la interposición de recursos en la Suprema Corte de Justicia y organismos internacionales.

En todo el país funcionarios del Poder Judicial de todos los niveles, jueces y magistrados juntos, están haciendo frente a la nefasta posición del presidente, y desde luego la presidenta electa sólo atiende la línea que le da López Obrador. Bonita herencia, mientras tanto a los ciudadanos se nos olvida la historia. De qué sirve que ponga las imágenes de los “próceres que nos dieron patria”, cuando a los luchadores sociales se les olvida de sus luchas.

¿Dónde están quienes lucharon con Lucio Cabañas, Liga Comunista 23 de Septiembre, Grupo Popular Guerrillero, dirigido por los profesores Arturo Gámiz García, Pablo Gómez Ramírez, Partido de los Pobres? En el gobierno de López Obrador.

En el primer libro de La República, Platón comparte una conversación entre Sócrates y Trasímaco, un orador sofista, que toca la naturaleza de la verdad, la justicia y el derecho.

“Proclamo que la justicia no es más que el interés del más fuerte”, dice Trasímaco a Sócrates. Continúa:

…las diferentes formas de gobierno hacen leyes democráticas, aristocráticas, tiránicas, con vistas a sus diversos intereses; y estas leyes, que son hechas por ellos para sus propios intereses, son la justicia que entregan a sus súbditos, y a quien las transgrede lo castigan como infractor de la ley, e injusto. Y esto es lo que quiero decir cuando afirmo que en todos los estados existe el mismo principio de justicia, que es el interés del gobierno; y como debe suponerse que el gobierno tiene poder, la única conclusión razonable es que en todas partes existe un principio de justicia, que es el interés del más fuerte”.

Al respecto, lo antes señalado se refleja en el caso de la reformas al Poder Judicial, esto no significa que el presidente y Morena, de tener el poder, deben atender el principio de justicia participativa, no el interés del más fuerte como lo estamos viviendo. En comentarios, tal vez en exceso, algunos analistas señalan una posibilidad de movimientos de enfrentamientos no sólo sobre las normas, sino también en la vía de facto.

La afirmación de que la justicia no es “más que el interés del más fuerte” es cínica, pero es una afirmación que Trasímaco repite una y otra vez en su largo discurso con Sócrates. Desde el principio se intuye que Sócrates no está de acuerdo con esta visión de la justicia, y mediante una serie de preguntas atrae a un “sonrojado” Trasímaco para que conceda que la justicia no es un precepto arbitrario establecido por el Estado, sino una idea eterna que encarna “la virtud y la sabiduría”.

La conversación es sorprendentemente relevante hoy en día. Los fundadores estadounidenses, al igual que Sócrates, creían que la justicia consistía en algo más que “el poder hace el bien”. El sistema estadounidense está construido, podría decirse, sobre una visión socrática de la justicia: la ley natural.

Esta ley de la naturaleza, siendo coetánea de la humanidad y dictada por Dios mismo, es por supuesto superior en obligación a cualquier otra. Es obligatoria en todo el mundo, en todos los países y en todos los tiempos: ninguna ley humana tiene validez, si es contraria a ella”. Claro ejemplo, las reformas al Poder Judicial.

Uno lee estas palabras de Trasímaco y Adler -poder, lucha- y me viene a la mente otro famoso pensador: Karl Marx. Marx, por supuesto, veía la historia como poco más que un registro de “antagonismos de clase”. En el Manifiesto Comunista desprecia claramente; “las verdades eternas, como la Libertad, la Justicia, etc.”. Al igual que Trasímaco, Marx ve un mundo en el que “la fuerza tiene razón”.

Si uno cree que la verdad objetiva existe y que los seres humanos pueden averiguar esa verdad para crear una sociedad (mayoritariamente) justa, estará más inclinado a apoyar el sistema estadounidense imperante, que se basa en el derecho natural y la autonomía (“igualdad de derecho”). En el caso de las multicitadas reformas, no igualdad de derecho, “el 2 de junio los ciudadanos nos dieron el permiso de hacer lo que nos plazca”, en mis palabras.

Así pues, si quieres conocer la mente y la política de alguien, pregúntale por la justicia. Pregúntale si se trata de una idea arraigada en la verdad o determinada por el poder. Si su respuesta es similar a la de Trasímaco, probablemente te dirá mucho sobre sus ideas morales y políticas.

En el Diario de Debates del Constituyente de 1917, hasta la fecha vigente, por una semanas dejó claro por qué el Poder Judicial no debe se electo por el pueblo. Un poco de estudio presidente.

“*……El sistema de elección popular ha sido una innovación introducida por las democracias más exaltadas, han venido aquellos momentos en que se considera que solamente la voluntad popular, en su manifestación prístina, en su expresión primera de voto directo del pueblo, es la única fuente del poder: se ha fundado en principios metafísicos y no en principios prácticos. Cuando los pueblos han tenido oportunidad de hacer un alto en su marcha y considerarlo que han dejado atrás los malos resultados de sus instituciones, del primer momento, entonces ellos han vuelto siempre a la elección del Poder Judicial en forma que no sea la popular.

La elección popular tiene radicalmente por sí, por lo que es su institución, vicios fundamentales. En primer lugar, el magistrado no es igual al diputado o al senador:el magistrado es radicalmente distinto; él no va en el ejercicio de sus funciones a representar a la opinión; no va a representar a nadie; no lleva el criterio del elector, sino que lleva el suyo propio; simplemente se le elige como persona en la cual se

cree que se reúnen ciertos requisitos indispensables para llenar una función social: él tiene que obrar en su función precisa, obrar quizás hasta contra la opinión de los electores.

Si un magistrado electo popularmente siente que mañana rugen las multitudes y le piden sentencia en un sentido, el magistrado está en la obligación de atender a las normas y de ir contra la opinión de los que lo eligieron. El diputado no debe ir contra la opinión, es la opinión del pueblo mismo, viene a expresar la opinión del pueblo y el magistrado no, es la voz de su conciencia y la voz de la ley. (Aplausos)  Por este motivo la esencia misma de la magistratura es muy distinta de la función social que ejerce el representante político...”

* “En la Página 725 del Diario de los Debates de la Constitución de 1917 se explica claramente por qué los jueces no pueden ser electos por elección popular . El magistrado no es igual al diputado o al senador. Paulino Machorro Narváez, abogado y diputado que participó en el Congreso Constituyente de Querétaro de 1916, fue presidente de la Segunda Comisión de Constitución y participó en la redacción del artículo 39 Constitucional (Miembro del Partido Liberal)”.

Cuando estudiantes, campesinos y ahora funcionarios del Poder Judicial se unen, el gobierno tiembla. Los años 70´.

La democracia empieza después de votar.

Salud y larga vida

Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.

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