Ciudad de México.- La mamá de Pepito se sobresaltó al ver que el muchachillo había puesto sobre la cabecera de la cama un centerfold de la revista Playboy que mostraba a una despampanante fémina en toda su esplendorosa desnudez. Antes de que la alarmada señora pudiera articular palabra le explicó Pepito: "Ya tenía muy visto al angelito de la guarda". Rosibel, la linda asistente de don Algón, faltó a su trabajo el lunes y el martes. El miércoles el ejecutivo llamó por teléfono a la ausente en su departamento a temprana hora de la mañana, y ella le informó con agitada voz que tampoco ese día iba a presentarse. Don Algón tenía en alta estima a la muchacha, de modo que le preguntó, inquieto: "¿Acaso no está usted feliz en su actual posición?". "Estoy felicísima -contestó Rosibel sin dejar de respirar en forma acelerada-. Precisamente por eso no me voy a presentar"... Eso me recuerda la ocasión en que doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, visitó el zoológico local en compañía de sus amigas del club de bridge. Le preguntó al guía: "¿Por qué no vemos al oso y la osa panda?". Dijo el hombre: "Están en su cueva apareándose". Quiso saber la encopetada visitante: "Si les arrojo unos cacahuates ¿saldrán?". Respondió el guía: "Señora: si estuviera usted haciendo lo mismo y le arrojaran unos cacahuates ¿dejaría de hacerlo?". El hombre de la Edad de Piedra le reclamó con enojo a su pareja: "¡Joder, Rupestra! ¿Ahora que cacé mi primer dinosaurio me sales con la novedad de que eres vegetariana?". Don Languidio regresó de su visita al médico y le comentó a su esposa: "Dice el doctor que tengo alta presión.". "Es muy probable -acotó la señora-. Pero no la tienes donde deberías". Pimp y Nela formaban una extraña pareja. Él era gigoló, chulo o rufián. (Evito el nombre que en México se usa para designar a esos sujetos. Es sumamente malsonante). Nela, por su parte, era una de sus pupilas. El bellaco declaraba, cínico: "Me dedico a la segunda profesión más antigua del mundo: sacarles el dinero a las que se dedican a la primera". El encargado de la agencia de viajes les informó a don Inopio y su señora: "Con el presupuesto de que disponen puedo ofrecerles un recorrido por las islas griegas, a condición de que estén dispuestos a remar". "No insistas, Libidiano -le dijo la romántica chica a su empecinado cortejante-. Jamás podrás poseer mi corazón". "Nada importa -replicó el salaz sujeto-. No es eso lo que quiero poseer". El doctor Wetnose, ginecólogo, le preguntó a su joven y bella paciente: "¿Practica usted el sexo seguro?". "Sí, doctor -respondió ella-. Mi novio siempre le pone los seguros a las puertas del coche". Alguno de mis cuatro lectores habrá de recordar el tiempo en que las camas tenían lo que se llamaba "tambor". Era una especie de armazón con resortes de alambre sobre el cual se ponía el colchón a fin de evitar la dureza de las tablas que se usaban antes para sostenerlo. (A la vista de una mujer de bellas y sinuosas formas solía decir el gran músico Silvestre Revueltas: "Me hace pensar en un tambor. En un tambor de cama"). Los apasionados deliquios de la noche de bodas de aquella parejita fueron súbitamente interrumpidos por fuertes toques en la puerta. La sobresaltada novia -¿cuántas veces había saltado ya sobre ella su galán?- se cubrió hasta la cabeza con las sábanas, y el novio se puso apresuradamente el pantalón de la piyama y fue a ver quién era el que en manera tan inoportuna turbaba el goce de la ocasión nupcial. Resultó ser el encargado de mantenimiento del hotel, que le informó: "A petición de todos los huéspedes vengo a aceitar los resortes de la cama". FIN.

MIRADOR.

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

Historias de la creación del mundo.

El Espíritu Santo se quejó con el Padre:

-¿Por qué me hiciste encarnar en forma de paloma? Tantas hay, y ya ves lo que les hacen a las estatuas y a las catedrales. Me habría gustado más tener figura de ave del paraíso, de cisne, de quetzal, o al menos de alondra o golondrina, que tan cantadas son por los poetas. Pero eso de ser paloma como las de plaza pública no acaba de gustarme.

El Padre suspiró. Dijo en tono lamentoso:

-Me explico que el hombre y la mujer no estén contentos nunca con lo que les doy, pero ¿cómo es posible que no estemos conformes yo con yo?

¡Hasta mañana!...

MANGANITAS.

Por AFA.

". Rosa Icela Rodríguez representó a México en el funeral del Papa.".

Mientras la tumba se sella

me permito preguntar

quizá fuera de lugar:

-Perdónenme: ¿quién es ella?