En el S. XX, después de la Primera Guerra Mundial; del triunfo de la Revolución Rusa (Octubre de 1917) que dio origen a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS); así como, con mayor ímpetu, al término de la Segunda Guerra Mundial, que trajo como consecuencia la constitución de la Organización de las Naciones Unidas (UNESCO…); la mayoría de los Estados-Nación del Globo Terráqueo, mostraron su interés en la búsqueda de senderos nuevos e ideas globales que se tradujeran e impulsaran la Escuela Nueva y cuasi perfecta, que respondiera a las grandes exigencias del desarrollo biopsicosocial de los niños, adolescentes y jóvenes del universo escolar-educativo.

Dados los desastres materiales y humanos, las crisis socioeconómicas en que entraron y sufrieron las mayoría de los pueblos, generados por las dos grandes conflagraciones mundiales citadas; además, por las subsecuentes guerras regionales igual o peor de negativas –crueles e inhumanas- provocadas por el imperialismo, como la de Corea, Vietnam, etc., obligaron a los gobiernos en general y a los miembros de la recién constituida ONU, no sólo a superar científico y tecnológicamente la producción agropecuaria e industrial en toda su diversidad; sino, obligadamente, a responder de facto al ritmo y altas exigencias en el desarrollo y crecimiento de los NIÑOS: DE LAS NUEVAS GENERACIONES.

Tal fue esa “preocupación y ocupación”, por la EDUCACIÓN de los NIÑOS, que hasta lo que va del S. XXI, la impronta que sigue presente en los sistemas educativos de América, Europa, Asia, África, Oceanía (Australia) es, preponderantemente: la capitalista-USA y la socialista-otrora URSS.

En uno u otro campo educacional, los pedagogos, los maestros, los docentes, los educadores, por casi todo el S. XX, pedagógicamente hablaron y echaron mano de recursos o materiales didácticos, de técnicas de la enseñanza, de planeación o preparación escolar; de revisar, enriquecer o actualizar los planes y programas de estudios, para lograr un mejor desempeño, pues:

Las maestras y los maestros, los profesores y profesoras no pensaban y contemplaban sólo una parte del NIÑO llamado ALUMNO: tenían (tienen) ante sí al niño entero, ya que expresamente al niño completo y no a una parte de él se puede enseñar y educar.

De tal manera, en la década de los años 70, se puso a disposición de los docentes el “Cuestionario Proyecto para la investigación de la Psique del Niño Proletario –En base a otro de la Unión Internacional de Psicología Individual-“ Se anotan los aspectos considerados de mayor trascendencia.

1.- ¿Hay en la conducta del niño indicios que permitan diagnosticar una psique de clase proletaria? ¿Qué señales manifiestan en él una diversidad fundamental respecto a los niños burgueses? (Palabras, actos, actitud en general).

2.- ¿En qué momento y circunstancias experimentó el niño, por vez primera, la contraposición de las clases? ¿En qué forma? ¿Cómo reaccionó el niño ante ello? ¿Dejó esa vivencia huellas perceptibles en la psique infantil? ¿De qué clase? ¿Se pueden explicar por esto algunos rasgos del carácter del niño? ¿Cuáles?

3.- ¿Cómo se halla condicionada la situación familiar del niño? (Trabajo, vivienda, enfermedad, alcohol, [drogas], criminalidad, defunciones, suicidios, perturbaciones mentales). ¿Quién domina en la familia? ¿Es la educación rígida, minuciosa, religiosa, mimada? ¿Se le castiga corporalmente? ¿Qué vigilancia se ejerce sobre él? ¿Cómo son sus relaciones con los padres?

4.- ¿Qué lugar ocupa en la edad de sus hermanos? ¿Qué relaciones existen entre los hermanos?

5.- ¿Qué impresiones de infancia más remotas conserva el niño? ¿Guarda, en relación con esto, determinadas líneas de conducta?

6.- ¿Es huérfano el niño? ¿Es hijo natural? ¿Sufren sus padres algún acoso laboral, político o religioso? ¿Cobraron mala fama por participar en alguna huelga, movimiento social u obrero? ¿Ha tenido que sufrir por esa causa el niño burlas, menosprecio, insultos o aislamiento de los demás niños?

7.- ¿Posee algún defecto orgánico? (Disartria, piernas estevadas, íes planos, joroba, labios leporinos, defecto de la vista, del oído, picado de viruelas, zurdo, enanismo, gigantismo, escuálido, llamativamente bello, albino, de habla gangosa).

8.- ¿Habitan los padres casa propia? ¿Casa de alquiler? ¿De vecindad, cuántos niños hay en ella? ¿Tiene pato para jugar? ¿Jardín? ¿Tiene el niño cama para él sólo?

9.- ¿Cómo se desenvuelve la vida matrimonial de los padres? ¿Tiene padrastro, madrastra, hermanastros? ¿Toman parte los abuelos o tíos en su educación?

10.- ¿Juega el niño con agrado? ¿Mucho? Juegos predilectos. ¿Tiene muchos juguetes? ¿Es ingenioso, de fantasía viva?

11.- ¿Va el niño a la escuela de buena o mala gana? (Motivos). Qué impresión hicieron las primeras vivencias escolares en su psique? ¿Cuál es su actitud ante el docente? ¿Hacia sus condiscípulos? ¿Estudia con gusto o a disgusto? ¿Tiene facilidad o dificultad para el estudio? ¿Pierde el tiempo, es holgazán, indolente? ¿Le desespera ir a la escuela, la odia? ¿Lee mucho? ¿Qué lee?

12.- ¿Qué amigos tiene? ¿Es tratable, buen compañero, es sociable? ¿Tiene que ayudar a sostener la casa? ¿Trabaja para ello, reglar u ocasionalmente?

13.- ¿Aprendió a andar y a hablar en la edad normal? ¿Ha tenido alguna extraña dificultad para aprender a escribir, a calcular, a dibujar, a cantar?

14.- ¿Está el niño enterado de su papel sexual? ¿Caracteres sexuales primarios, secundarios, terciarios que presenta? ¿Hasta dónde se extiende su conocimiento sexual? ¿Le gustaría o le gusta ser hombre o mujer? (razones). ¿Cómo considera al otro sexo?

15.- ¿Tiene algún prejuicio? ¿Rehúye las dificultades? ¿Está inseguro de su porvenir?

16.- ¿Qué fantasías hace el niño sobre la elección profesional? ¿Qué haría si tuviera mucho dinero, si ganar el premio mayor de la lotería? ¿Cuáles son sus más vivos deseos?

17.- ¿Cómo compensa el niño su sentimiento de menor valía? (Fuente: Otto Ruhle, “El Alma del Niño Proletario”, Editorial Psique, Buenos Aires, 1970).

ESTOY PERSUADIDO DE QUE SÓLO CON HUMANIDAD, CON CARIÑO, CON BONDAD, SÍ, CON SENCILLA BONDAD HUMANA, SE PUEDE EDUCAR A UN NIÑO PARA QUE SEA UN HOMBRE DE VERDAD. Vasili A. Sujomlinski (1918-1970).