Con su mejor hospital de especialidades casi septuagenario, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) está colapsado en la capital del estado, una ciudad que en los años 60 tenía alrededor de 120 mil habitantes y hoy ha crecido más del 700 por ciento.
Si bien han aumentado desde entonces las Unidades de Medicina Familiar del IMSS para la atención general, su clínica más importante y vital, el Hospital Morelos, ha quedado rebasada por la realidad social de Chihuahua, que aporta miles de empleos -y miles de millones de pesos en cuotas de trabajadores y patrones- pero no recibe a cambio los servicios de salud y seguridad social dignos para la población. El reclamo de un nuevo hospital tiene gestándose en la ciudad más de dos décadas. Empresarios, legisladores, derechohabientes, funcionarios locales y federales han reconocido desde años la necesidad de un nuevo complejo de la institución que pueda desfogar al Morelos. Por esos años, desde el sexenio de Vicente Fox hasta el de Enrique Peña Nieto, vimos una clase política mentirosa, demagógica y tramposa que vendió la falsa esperanza de una inversión trascendental del IMSS que nunca llegó a la capital. Estudios públicos y privados evidenciaban el colapso, reflejado en la falta de medicinas, retrasos de meses en citas urgentes de especialistas y, la clásica, los 20 pesos de viáticos para pacientes y familiares que debían viajar a Torreón si necesitaban tratamientos más especializados. Sí, a Torreón, Coahuila, una ciudad con 30 por ciento menos habitantes, pero con 200 por ciento más y mejor infraestructura del IMSS que Chihuahua. De esa clase política tramposa, los chihuahuenses pasaron a padecer, ahora en los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, a una nueva casta morena que haría palidecer a los más cínicos prianistas que nunca le cumplieron al pueblo. Hoy los de la 4T rebasan a sus antecesores en el poder, con mañosadas y venganzas por las que no ha avanzado esa necesaria y obligada inversión en un nuevo hospital para la ciudad, que llegue a cuando menos equilibrar los parámetros de atención que tienen otras capitales y municipios más poblados del país.***
En lo que va del mes, diversos actores morenistas salieron a responsabilizar a la gobernadora Maru Campos y al alcalde Marco Bonilla por la falta de ese nuevo hospital siempre proyectado y nunca concretado, exhibiéndolos como si fueran los que no han respondido a las gestiones del IMSS para avanzar en ese sentido.
El coordinador de los diputados locales de Morena, Cuauhtémoc Estrada, la legisladora Brenda Ríos y la delegada de Programas Federales, Mayra Chávez, señalaron que el municipio de Chihuahua jamás había donado el terreno necesario para ese proyecto y, por lo tanto, el organismo federal no tenía más qué hacer. Los señalamientos sin sustento de los morenistas fueron hechos para engañar o confundir; o por mera e imperdonable ignorancia, apuntaban a atizar un conflicto político Estado-Federación, como si le hicieran falta problemas a la entidad, como los que ha enfrentado en los últimos años debido a los egos y soberbia de los gobernantes. Sin vergüenza alguna, Estrada y Ríos compitieron por ver quién parecía más estridente e informado, pero el engaño cayó por su propio peso. Luego se les cayó el internet o se hicieron los desentendidos, porque se quedaron callados cuando surgieron reveladoras evidencias. Un acta de la sesión de cabildo de febrero de 2021, con “Manque” Granados como alcaldesa suplente de Maru Campos, da cuenta de la donación de la ciudad al IMSSS de 86 mil hectáreas en la zona suroriente de la capital, sin condición alguna, para que la institución construyera por fin un hospital más en Chihuahua. Después de esta prueba de que ya había sido donado un terreno nada despreciable, quisieron sostener versiones de que no había concluido la donación, no era viable el inmueble o el municipio se había quedado corto en los trámites para aterrizar el procedimiento. También eso resultó falso. A comienzos de noviembre de ese año, ya con la administración iniciada de Marco Bonilla como alcalde, Jesús Acosta Rodríguez, titular de la Coordinación Técnica de Proyectos y Construcción de Inmuebles del IMSS, comunicó al representante en Chihuahua, Arturo Daniel Bonilla y Calderón, que era viable el inmueble donado. Después de eso nada, cero avances. Tres años más pasaron del gobierno de López Obrador, sin poner siquiera una primera piedra para la construcción tan urgente y que, sin embargo, a la vista de la burocracia del IMSS y de quien esté en el poder, puede esperar dos, tres décadas. ***Vino entonces el silencio morenista, después de días de atacar al PRIAN que nunca construyó el prometido hospital, pero con la misma actitud irresponsable, inhumana y mezquina de esa clase política que tuvo el poder en el pasado.
Además, con la descarada intención de atacar y generar conflictos de los diputados locales morenistas y de otros actores, la cual se pone de manifiesto de vez en cuando con cualquier tema en la agenda pública y se complementa con la ausencia de gestiones para Chihuahua, en cualquier materia. Mera politiquería de la más barata y costosa para la sociedad. ¿O alguien sabe qué inversión federal han gestionado, atraído o promovido los senadores Juan Carlos Loera, Javier Corral o Andrea Chávez? ¿Por cuál beneficio han pugnado los legisladores locales que pastorea Cuauhtémoc Estrada? ¿Qué más, aparte de la estridencia de posicionamientos políticos vanos, pueden presumir como logros, como respuestas a las necesidades sociales? ¿Habrán logrado aunque sea un peso para las carreteras llenas de hoyos, para las medicinas del sector público o de perdida la mejora de alguna escuela o algún hospital? Nada. Nada más allá de fantasiosas y estériles venganzas y un uso poco inteligente del poder, porque si lo utilizaran para darle resultados a la población que votó por ellos, para buscar soluciones de largo plazo a históricas demandas sociales como la del urgente nuevo IMSS, no provocarían el desencanto que priva en un amplio sector de los ciudadanos, con todo y sus arrasadores triunfos electorales. Así, el IMSS sigue sin servir. Peor, naturalmente, que hace más de 20 años. Y los personajes con el poder de transformarlo permanecen entre el escándalo y el ridículo. Los morenos dicen que ellos no son iguales a los priistas y panistas, pero ah cómo se parecen, especialmente en la habilidad de hablar tonterías y de caer en la incongruencia entre el decir y el hacer.***
No es responsabilidad exclusiva de los morenistas la crisis que atraviesa el IMSS, como no lo son otras problemáticas heredadas del pasado y fortalecidas por décadas de desatención, negligencias, corrupción.
Sin embargo, sí es algo muy concreto el compromiso de un nuevo hospital que alivie la saturación del Morelos, en el que lejos de avanzar para darle cumplimiento, los representantes de la 4T optan por buscar la confrontación facilona y los pretextos para no atender un reclamo social válido y legítimo. En un análisis mínimo crítico y autocrítico, los líderes más activos de Morena deberían ver que el fracaso del organismo en la ciudad es en parte su culpa como de anteriores gobiernos, del sector privado y el gremio de los trabajadores, porque la IP de Chihuahua ha dejado que la Federación la ningunee por décadas, dándose casos como el mejor equipamiento de Torreón, cuando la capital de Chihuahua tiene una mayor demanda de servicio. La necesidad persiste y no será satisfecha echándoles culpas a otros, especialmente cuando las gestiones del IMSS del sexenio pasado han tenido respuesta de las autoridades locales, aunque por la vía política, como es natural, el PAN monte por su cuenta protestas y posicionamientos para intentar sacarle ventaja al desastre que es la institución federal. Reducir el problema a los dimes y diretes, sobre todo sin el necesario sustento y las evidencias, en nada abona a corregir esa realidad lacerante que no debemos normalizar. Los pasillos de Urgencias del Morelos llenos con enfermos en el suelo o en sillas porque no hay camas; las recetas sin surtir o surtidas a medias; la falta de consultas, los pisos de internamiento saturados, sucios y contaminados; hasta los baños sin papel, sin agua y sin jabón, no pueden ser ignorados por quienes tienen la responsabilidad principal del problema. ¿Seguirán los morenos haciendo el ridículo o entenderán, por fin, que gobernar y hacer política debe ir más allá del puro bla-bla-bla?