El escenario internacional obliga a escribir acerca de una mujer, cuyo nombre resuena y resuena fuerte. Se convierte ahora en un icono que representa lucha, coraje, valentía, verdad, libertad, esperanza y expectativa. (A pesar de estar viviendo en clandestinidad, por los últimos 11 meses, dada la persecución política de la que es objeto).

Se trata de María Corina Machado Parisca; una mujer de 58 años de edad, originaria de Caracas, Venezuela. Ingeniera Industrial, Docente y Política. Premio Nobel 2025.

En su país natal, logró lo que muchos políticos soñarían; obtuvo más del 90% de votos, en una elección. En 2023 fue precandidata presidencial, postulada por “Vente Venezuela”; aún cuando ganó las elecciones primarias, no pudo convertirse en la candidata de oposición para el proceso de 2024 y mucho menos concretó, lo que seguramente hubiese conseguido, -de haber democracia en dicho país-, ahora sería la Presidenta de la República. Mediante argucias fraguadas por la dictadura de Maduro, fue inhabilitada políticamente por 15 años, para no permitirle aparecer en la boleta electoral.

Desde sus inicios, en la participación política, se identifica como liberal. Ha hecho propuestas tanto en materia económica, como en lo social. Ha sido persistente en su crítica hacia “el chavismo”; incansable luchadora contra la corrupción del régimen; asertiva en sus propuestas en relación al libre mercado, emprendimiento, impulso al empleo y creación de riqueza. Algo que desde luego la dictadura no comprende.

Corina Machado se ha hecho acreedora al Premio Nobel de la Paz. Mismo que le sería entregado este miércoles 10 de diciembre, en Oslo, Noruega. Fue su hija, Ana Corina Sosa, quien lo recibió en su nombre. (Por 13 horas de retraso, es que Machado no llegó a tiempo a la ceremonia).

El gobierno de Venezuela, la considera “fugitiva”, pues la tienen acusada de actos de conspiración, incitación al odio y terrorismo. Con todo y eso, Corina recibió apoyo de Estados Unidos, para poder salir de su país y trasladarse a Europa. Hay polémica en relación a la matrícula del avión en el que viajó, al estar registrado por una compañía de aviación privada mexicana. Lo de menos es en qué llegó, lo de más, es toda la travesía que debió sortear para “escapar” de Maduro y llegar a Noruega, no solo a recibir el galardón, sino además, para reencontrarse con parte de su familia. (Al rato harán película sobre esto; por la manera al más puro estilo Hollywood, en que fue rescatada -según lo que se sabe hasta este momento-).

Con humildad ha declarado Corina, que ella recibe el premio a nombre del pueblo venezolano; con dignidad argumenta, que regresará a su país, sea que hayan derrocado o no a Maduro; con valentía confronta al régimen a pesar de ser tan perseguida; con vehemencia se dirige a sus connacionales que aplauden su fortaleza; con sencillez le habla al mundo para concientizar sobre lo que pasa en su país; con orgullo habla de construir instituciones sólidas; con expectativa, anhela libertad y democracia; con agallas, seguirá desafiando al régimen autoritario.

Un ejemplo de mujer a seguir.

Mientras tanto, en nuestro país, la Presidenta Sheinbaum, no tuvo el valor, no quiso y no pudo pronunciarse con relación a este acontecimiento mundial. Se concretó a decir: “Sin comentarios”. Cuando debía emitir una felicitación al menos. Por tratarse de una mujer, por tratarse de un premio tan importante, por tratarse de una luchadora social, o por tratarse de una latina. Sin embargo, no lo hizo. Por miedo quizá a que la señalaran sus correligionarios o la “regañaran”, sus jefes políticos (Andrés o el propio Nicolás).

Son tantas las “red flags”, que hemos notado y detectado en México, en los últimos siete años. Es impresionante la similitud de lo que han padecido los venezolanos y lo que estamos viviendo nosotros.

En verdad anhelo que nuestro pueblo despierte. Que no seamos condescendientes o hasta indolentes ante el dolor que sufren las madres buscadoras, los padres de niños con cáncer, las mujeres violentadas, los campesinos abandonados, los desempleados, los estudiantes que al terminar una carrera técnica o profesional no encuentran una fuente de empleo, los adultos mayores, personas con discapacidad o cualquier persona que al enfermar no cuenta con medicamentos en las clínicas y hospitales, con la desnutrición sobre todo en la niñez indígena, etc., muchos etcéteras.

Ya se habla aquí de narcogobierno o de narcodictadura y aún así, queda gente indiferente.

Ya es momento, de abrir los ojos. Momento de mirarnos en el espejo de Venezuela.

Ya es momento…