El día miércoles 05 de febrero de 2025, en el evento de conmemoración de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (108 años) la presidenta de México Claudia Sheinbaum anunció el envío formal de las iniciativas contra la prohibición de la reelección en México (vigente desde 2014), que permitía la reelección de presidentes municipales y legisladores tanto locales como federales, así como una iniciativa que prohíbe que un familiar suceda en el cargo a los funcionarios de elección popular.

Se sabe que la no relección era una bandera con la que inició el México de instituciones civiles dejando atrás el militar (“Sufragio efectivo, no reelección” lema de Francisco I. Madero en su campaña por la Presidencia de la República, contra la reelección de Porfirio Díaz), y aunque en muchas partes del mundo es normal la reelección, en México era un tema tabú que se rompió en 2014 con esta reforma impulsada por Enrique Peña Nieto y su mayoría en el Congreso.

Después de diez años de dicha reforma y con experiencias en todo el país de lo que trajo consigo la misma en cuanto al desempeño de los funcionarios reelectos, la presidenta Claudia Sheinbaum está convencida que dicha reforma no sólo no profesionalizó el trabajo de los legisladores y presidentes municipales reelectos, por el contrario, agudizó ciertos temas de corrupción en algunos funcionarios reelectos.

Pero aquí la pregunta obligada es por qué la presidenta considera relevante este tema para la gobernabilidad en México o para el mejoramiento del desempeño del quehacer legislativo y las presidencias municipales, de qué se ha dado cuenta que nosotros no para considerar urgente esta reforma ¿Será que en su campaña por la Presidencia de la República no le gustó ceder a ciertas candidaturas, donde tuvo que aceptar la reelección, para no poner en riesgo el plan c y con ello la mayoría calificada en el Congreso Federal para sus reformas?

Lo que es un hecho es que ha quedado comprobado que la reelección no necesariamente se da por buen desempeño al funcionario a reelegirse, por el partido que postula a su candidato o candidata, porque lo que se ha observado es que más bien obliga al partido político a concederle la candidatura para la reelección, si es que el servidor público en el cargo no busca o no puede acceder a otro puesto de mayor relevancia en ese periodo electoral (generalmente buscan un cargo a un puesto de mayor relevancia).

Es así como la reelección en México ha funcionado como obligada, si es del interés del que ostenta el cargo en ese momento, por el riesgo que conlleva para el partido político el no acceder a postularlo, pues operan políticamente en contra de su partido que niega a postularlos. Es una camisa de fuerza para el partido político que necesariamente se ve obligado a permitir que se reelija, pues no hacerlo significa de modo implícito el no aval de su trabajo, con la correspondiente molestia de dicho servidor público por lo que resta de su mandato o periodo para el que fue elegido (en plena campaña electoral), convirtiéndolo en los hechos en un opositor.

La experiencia la tuvimos en Chihuahua donde fueron reelectos los presidentes municipales de Juárez, de Chihuahua (las ciudades más importantes del estado) varios municipios, y la mayoría de los legisladores que podían reelegirse, no dejándole margen de maniobra a los partidos políticos ni los liderazgos de los mismos, de poder cambiar a dichos candidatos.

Por otro lado, la reelección limita la generación de nuevos cuadros y nuevos liderazgos al interior de los partidos políticos, desmotivando a la militancia, sobre todo a aquella que no ve con buenos ojos las decisiones cupulares o por intereses de personajes que no consideran que cumplan con el perfil, ideología o personalidad para dichos cargos.

Muy acertada ambas iniciativas de la presidenta de México de eliminar la reelección y la posibilidad de que un familiar reemplace a otro en un cargo de elección popular, no sólo porque no es bien visto por la sociedad mexicana y nos han quedado a deber con los resultados generados al permitir lo anterior, también porque es necesario ir dando cabida a nuevas opciones, nuevos liderazgos y sobre todo evitar el arraigo del poder de algunos funcionarios electos que una vez en el poder muestran su verdadero rostro de la corrupción y el abuso, complicándose para el partido no postularlos.

Acertados los pasos que va dando nuestra presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo, que sumado al hit que se anotó aplazando o tal vez suspendiendo definitivamente los aranceles del 25 por ciento que quería imponer Donald Trump a México, la van mostrando como una líder resuelta, asertiva y confiable.