La manifestación y uso de la fuerza pública, que afortunadamente no pasó a mayores del conflicto laboral que permanece en una industria manufacturera en la entidad, muestra lo endeble que se ha tornado el clima laboral en la entidad, que si bien hay que decirlo en las últimas décadas se presumía como estable, hoy se encuentra bajo el acecho de intereses gremiales que pueden desatar conflictos.
Desde luego que el clima laboral del que se presume aún en la entidad no sólo es por la actuación de la autoridad, sino principalmente por el interés de los empleadores de mantener una plantilla laboral “satisfecha”; y las leyes laborales vigentes atraen la voracidad de líderes sindicales que ven una mina de oro. La presencia de antimotines de la Policía Municipal en el exterior de la empresa Superior Industries la semana que concluye es una muestra de que el clima laboral en la entidad ya no es igual: en un coctel explosivo de quejas no atendidas, abuso empresarial, aplicación de la ley sin justicia y desde luego la voracidad sindical tras un jugoso contrato colectivo de trabajo. Sobre el caso particular de Superior Industries, como lo documento El Diario de Chihuahua, en su edición del 7 de febrero, fueron “Las malas condiciones laborales, que llegan a ser peligrosas e incluso esclavizantes, fueron el motivo por el cual un grupo de entre 160 y 180 trabajadores decidió bloquear la madrugada de ayer uno de los accesos de materiales de la Planta 7 de la empresa Superior Industries localizada al norte de la ciudad”. A pesar de que la autoridad estatal daba por terminado el conflicto, la protesta que fue disuelta con la presencia de antimotines, se debió a supuestos incumplimientos en acuerdos entre trabajadores y la empresa Superior Industries, un convenio donde intervino la Secretaría del Trabajo estatal, y la empresa aprovechó el momento de calma para liquidar a los revoltosos. En el fondo, los quejosos están exigiendo el derecho a sindicalizarse, ya que no se les ha permitido, según declaraciones de las personas al exterior de las instalaciones, y el problema es que ese interés por el sindicalismo llega de fuera de las puertas de la misma empresa. Si bien existen quejas que no han sido atendidas ni por los empleadores, ni por la actual representación sindical, el problema de fondo es la presión que están ejerciendo nuevos actores en este entramado laboral. Tan sólo Superior Industries representa un contrato laboral en Chihuahua de cerca de 2 mil quinientos trabajadores, que entre "cuotas" sindicales, representación en negociaciones y hasta la posibilidad de llenar vacantes, es un motín muy atractivo. La nueva Ley en materia laboral, prohíbe a los patrones o a sus representantes realizar cualquier acto que sujete el empleo de una persona trabajadora a formar o no parte de un sindicato, se le rescinda la relación de trabajo o se le perjudique de cualquier otra forma a causa de su afiliación sindical o su participación en actividades sindicales. Hay que agregar que en México durante mucho, muchísimo tiempo fue la Confederación de Trabajadores de México, la famosa CTM, la que mantuvo el monopolio del sindicalismo, que en muchos casos significó sindicatos blandos. Además, el modelo maquilador que floreció en nuestra entidad agregó incentivos a sus trabajadores, como sueldos mayores al salario mínimo, bonos y una cantidad adicional que preferían evitar la intervención del sindicalismo, pero que hoy, como es el caso de Superior Industries, es difícil que se excluyan. Bajo este panorama, es complicado que las empresas, el gobierno, y en este caso la misma CTM puedan frenar la incorporación de nuevos actores en la arena laboral, porque está prohibido obstaculizar la participación de los trabajadores en los procedimientos de democracia sindical.Bajo estas circunstancias el pastel laboral se busca repartir entre la Confederación de Trabajadores de México; la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos y, la creciente e influyente Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) del controversial diputado federal Pedro Haces Barba.
Pedro Haces, el diputado morenista que le gusta llegar en helicóptero privado a San Lázaro, ha sido señalado como un líder sindical de día y patrón abusador en las sombras, que ha ganado cientos de millones de pesos en contratos públicos adjudicados de manera directa de servicios de aseo y vigilancia, recurriendo al outsourcing, pagando salarios apenas arriba del salario mínimo, a veces sin contrato, y con jornadas laborales de 48 horas. Este es el nuevo actor que la Ley Laboral permite, y que claro que las negociaciones obscuras del sindicalismo a modo y las empresas abusonas han fomentado un caldo de cultivo peligroso que amenaza la estabilidad laboral en la entidad.