Ciudad de México.- El expresidente Andrés Manuel López Obrador tenía muchos defectos, pero poseía una gran virtud: siempre fue y es un excelente comunicador, de hecho, es el presidente de la República que mejor lo ha hecho.

Inventó las conferencias mañaneras. Con eso tenía a su disposición un foro diario donde el centro de atención era él y los temas que a él le interesaban posicionar ahí se abordaban, era el escenario ideal para sacarlos a la luz pública.

Las conferencias mañaneras fueron una buena idea, muy ad hoc para la personalidad de López Obrador; y si bien empezaron como un circo donde había muchos payasos, al paso de los años se fueron convirtiendo en un auténtico evento informativo.

Sin que López Obrador perdiera preponderancia como la figura principal, al paso de los años los periodistas serios fueron ganando espacios y los cuestionamientos ya no fueron bolitas fáciles de batear, por el contrario, paulatinamente fueron subiendo de tono; pero López Obrador jamás se desencajó o expresó molestia por alguna pregunta; las podía eludir, no responder o saltarlas con el famoso “yo tengo otros datos”, pero los cuestionamientos serios surgieron.

En las conferencias mañaneras cobraron vida frases que, aunque anecdóticas, también marcan la jocosidad de un sexenio que se perdió: “yo tengo otros datos”, “abrazos no balazos”; “ahí están sus masacres”; “¡caca, fuchi!”, “amor y paz”; “abrácense”, “la pandemia nos cayó como anillo al dedo”, fueron algunas de ellas, expresiones memorables y ligadas a un momento o pasaje muy específico del sexenio anterior.

No estamos hablando de que fuera un auténtico ejercicio de comunicación circular, lo que enfatizamos es que la conferencia mañanera fue una herramienta hecha a la medida de la personalidad de López Obrador y que basado en eso fue que le resultaron exitosas para sus fines propagandísticos.

Ya con Claudia Sheinbaum como presidente de la República, las conferencias mañaneras han tomado un tono distinto.

Cierto que el espacio ganado por el periodismo serio y cuestionador al poder se mantiene; aunque por ahí pululan algunas figuras del circo del pasado, cada vez cuestionan menos y sus temas se han ubicado en la irrelevancia que siempre tuvieron.

El avance del periodismo serio contra aquel que se vistió de apologista es indudable y lo que era un ejercicio que le permitía lucirse a López Obrador, no le da esa misma lucidez a Claudia Sheinbaum.

La jocosidad y el cinismo “cáeme bien” de López Obrador, son contrastantes con la seriedad y adustez que muestra Sheinbaum; la facilidad para “torear” los cuestionamientos y lograr arrancar risas de AMLO no los tiene la Presidente.

La comodidad que mostraba AMLO todas las mañanas no existe en Sheinbaum; a ella parece que el ejercicio le resulta pesado, molesto, la irrita y la saca de sus casillas; ¡Vaya, no lo está gozando como sí lo hacía su antecesor!

En la pasada semana eso fue más que evidente cuando dos mujeres periodistas hicieron que Sheinbaum Pardo se molestara visiblemente: primero, cuando el lunes le cuestionaron sobre la presencia del General Salvador Cienfuegos en el evento de “La Marcha de la Lealtad” que organiza la Sedena.

La reportera de “Proceso” que la inquiría no se intimidó y en dos ocasiones fue tajante con la mandataria quien intentaba hablar y la periodista la contenía con un firme y contundente: --“¡Permítame Presidenta!”.

Al final apareció el tono autoritario y con un “Te conmino a que abundes en la investigación”, la señora Sheinbaum Pardo no solamente evidenció su molestia, también lo incómoda que estaba.

Vino luego un segundo evento desafortunado; apenas el jueves pasado, en otra conferencia mañanera, una mujer periodista especializada en temas de hidrocarburos, le enmendó la plana a la Presidente, le corrigió datos y hasta le dio unos que ella no tenía… y ¡otra vez!, esto alteró el ánimo de la Mandataria quien se volvió a desencajar por la forma como le evidenciaban su ignorancia en datos referentes a Pemex.

Las conferencias mañaneras no son para ella, fueron hechas a la medida de AMLO y solamente a él se adaptan. Por eso es por lo que ella sufre y lo peor es que su imagen de adustez se acentúa y cada vez muestra un mayor grado de autoritarismo.

La presidente Sheinbaum Pardo no gana como AMLO en cada mañanera, ella sí pierde; su calidad como comunicadora no está a la altura de un ejercicio que requiere seriedad, pero también jocosidad, cinismo y desparpajo.

Su estilo y personalidad son contrastantes al del expresidente, no tiene la pimienta para sazonar un diálogo tan cotidiano con los medios de comunicación y además termina por “engancharse” ante los cuestionamientos.

Le urge inventar su propio espacio, uno donde esta cómoda y pueda desenvolverse con su propio estilo y sin copiarle al pasado.

No todo lo que funcionó para AMLO, le va a funcionar a ella y lo debe entender.