Ciudad de México.- Los teléfonos inteligentes nos cambiaron la vida a todos y todas. Tras el arribo de estos aparatos en 2007, nuestros patrones de conducta cambiaron y la salud mental de algunas personas comenzó a venirse abajo. En esa coyuntura, ha resultado controvertida la medida que el estado de Querétaro puso sobre la mesa acerca de la prohibición de teléfonos celulares en las aulas. ¿Es acertada? ¿Es algo que los demás estados debieran imitar? Hoy en día, hay evidencia científica suficiente que muestra las consecuencias del uso de los smartphones por parte de niños, niñas y adolescentes. Sobre eso intentaré discutir enseguida.
El psicólogo Jonathan Haidt -promotor de la prohibición de los teléfonos móviles en las escuelas- nos sensibiliza sobre este tema en su libro superventas La generación ansiosa. Un libro que todos los papás y mamás debieran leer y sobre todo las personas encargadas de la educación pública. En dicho texto, el autor es categórico: los celulares provocan ansiedad y depresión en un número cada vez mayor de adolescentes y niños. Los argumentos que utiliza son los siguientes. De entrada, los primeros teléfonos celulares servían para comunicarse de manera directa con amistades cercanas y familiares. Luego, los teléfonos inteligentes permitieron que nos comunicamos con cualquier persona en el mundo, incluso con desconocidos, provocando un desprendimiento del mundo real. Es decir, un instrumento que en principio facilitó la comunicación y el contacto con nuestros seres queridos, al final provoco lo contrario. En el 2022 el 46% de los adolescentes en Estados Unidos dijo que estaba online “casi siempre”. ¿Qué quiere decir “casi siempre”? que incluso cuando las personas no están viendo directamente su celular y parecen estar haciendo algo como comer, estar en clase, o hablando con otra persona, la realidad es que una parte de su atención está al pendiente por saber qué sucede en la virtualidad. Aunque dicho estudio se enfocó en jóvenes, esto es algo que sin problemas puede aplicar para la niñez. ¿Cómo sucedió este fenómeno? De acuerdo al autor, la combinación de smartphones, más la sobreprotección de los padres y madres hacia los niños y niñas tuvo como resultado una especie de erradicación de las experiencias. De esta forma y debido a la sobreprotección, a la niñez pudo haberle hecho falta experiencias sociales corpóreas como los juegos, afrontar ciertos riesgos e incluso los aprendizajes culturales y las relaciones amorosas. En efecto, de un tiempo para acá, padres y madres intentaron limitar la libertad y los riesgos de sus hijos e hijas. No obstante, descuidaron el mundo virtual. En otras palabras, padres y madres temerosas sobre los peligros a los que se pueden enfrentar sus criaturas allá afuera, deciden que lo mejor es mantenerlas en calma frente a una pantalla, muchas veces sin supervisión. Así, hay niñas y niños que crecieron sobreprotegidos en la vida real pero desprotegidos en el mundo virtual. Aunque las causas de la ansiedad y la depresión son multifactoriales (predisposición genética, circunstancias sociales, etc.), podemos trabajar en lo que nos atañe. Haidt hace las siguientes sugerencias respecto a los niños y niñas: retrasar lo más que se pueda su entrada al mundo virtual dándoles más tarde su primer dispositivo inteligente; motivarlos a encontrar otros entornos donde puedan pasar el rato con otros niños y niñas que no lleven teléfonos inteligentes; poner límites claros; fijar la prohibición de pantallas en momentos y lugares determinados y; dotarlos de más independencia, una infancia libre cuenta con más posibilidades de producir personas adultas seguras de sí mismas, competitivas y con menor ansiedad. En definitiva, una infancia basada en los juegos y en el contacto con los demás, fortalece las relaciones sociales y la amistad. Por el contrario, una infancia anclada en el teléfono celular las perjudica. Así, si me preguntan, creo conveniente aplicar una medida similar aquí en el Estado.