Es parte de la naturaleza humana, por un lado, apreciar las acciones bellas, atractivas y buenas; y por otro, despreciar o sentir repulsión por las desagradables, malas y feas. En esta ocasión la repulsión es por el suceso lastimoso de fin de año, del cual dieron cuenta diversos medios como el Universal de México, El Sol de México, Diario de Yucatán, Tiempo la noticia digital, entre otros.

Seguramente serás de aquellas personas que el primero de enero del presente año nos levantamos con la noticia que da a conocer la muerte de una persona de sexo masculino en Chihuahua capital, quien fuera herida por una bala “perdida” con motivo de los disparos lanzados al aire para festejar la entrada de año nuevo.

Comento algunas reflexiones en torno al tema en cuestión, la primera, el dolor de las familias agraviadas con estos hechos, que resulta de la pérdida de un ser querido, a quienes les enviamos condolencias; todo por la irresponsabilidad de quienes dispararon la noche de fin de año, a sabiendas de los riesgos que implican los actos de esa naturaleza.

No importaron a la gente que hizo disparos de arma de fuego al aire en la primera hora del año 2025, las advertencias de las autoridades en el sentido de que se aplicarían medidas para evitar los disparos; esto no muestra sino el arraigo en un sector de la población, de una forma de violencia y desensibilización que pareciera tomar carta de naturalización en la sociedad.

Esta cultura de la violencia y sensibilización, se pudo advertir el primero de enero, por aquellas personas que viven cercanas a las colonias: La Esperanza, Martín López, las Ánimas, Granjas Universitarias, Zootecnia, Los Pinos, etc. lugares donde fue evidente el lujo y derroche de disparos de armas de fuego.

Léalo y créalo, porque así fue, la noche del 31 de diciembre al 1 de enero, se escucharon al menos en esa zona, la detonación de armas diseñadas para disparar una gran cantidad de munición a partir de un cargador, que normalmente en un lapso breve y de forma sostenida pueden disparar cientos de balas por minuto, los expertos que lo escucharon seguramente podrán decir que sí´ eran armas automáticas, de las conocidas como ametralladora o metralletas.

Dudo que la posesión de esas armas de fuego esté manifestada ante la Secretaría de la Defensa Nacional, para su inscripción en el Registro Federal de Armas; las cuales muy seguramente son de aquellas reservadas para el uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.

Este hecho lastimoso dado a conocer por medios de comunicación tiene implicaciones del orden moral y jurídico, dada la pérdida de la vida de un ser humano, lo que es imputable al menos a una de las personas que disparó la noche del 31 de diciembre al 1 de enero, y ¿qué crees? ninguno de los sinvergüenzas que disparó va a poner a disposición de las autoridades el arma; por el contrario, seguramente esa persona homicida la verás caminando por la calle sin cargo de conciencia alguno.

Si bien podrá decir alguien que no hay responsabilidad moral por disparar un arma de fuego en fin de año de la que resulte la privación de la vida de una persona, porque no se tenía la intención de matar a persona alguna, sino solo de festejar el inicio de año nuevo; esta afirmación sería falsa, pues quien sabiendo que al ejecutar el acto puede producir un resultado y lo lleva a cabo, es moralmente responsable de dicho acto, pues aplica la máxima de que quien quiere el acto a sabiendas de los resultados, quiere las consecuencias.

Lo recomendable es no fomentar ni participar en este tipo de conductas irresponsables que desprecian la vida humana, la violación al orden jurídico, la impunidad y descontrol social; hoy fue una persona desconocida para la gran mayoría quien perdió la vida, el día de mañana puede ser alguien cercano a ti. Rechacemos este tipo de conductas de ordinario desagradables, malas y feas que en nada forma contribuyen al perfeccionamiento social.