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No hay plazo que no llegue, ni plazo que no se cumpla. Donald Trump está de regreso a la Casa Blanca.

Este lunes 20 de enero el magnate inmobiliario jurará como el 47º presidente de los Estados Unidos de América, y como su primera vez al frente de la primera economía del mundo, levanta polvo y pone nervioso al planeta.

Este chivo de cristalería ha provocado con sus amagos y amenazas todo tipo de reacciones en Europa, Asia, América, Medio Oriente y en México.

Con los europeos, Trump tiene marcadas diferencias, destacadamente en lo concerniente a los costos que representa sostener a la OTAN, la organización militar aliada de occidente como contrapeso de las amenazas Rusa y China, de la que el nuevo mandatario busca reducir considerablemente sus gastos de operación.

De Asia quiere menguar el superávit comercial de los chinos, y de los rusos pretende la cooperación para bajar la tensión de las conflagraciones en Ucrania y armonizar la influencia que ejercen en Medio Oriente. Esto, en un contexto de singular empatía con Putin y Xi Jinping.

Con América, Donald Trump muestra sus desprecios y se ensaña con los migrantes.

El acaudalado mandatario, nieto de un migrante germano, desde la campaña para su primer mandato mostró desprecio por los mexicanos y por los migrantes de habla hispana de modo tal que quiso construir un muro impenetrable a través de los más de 3 mil kilómetros de frontera con nuestro país. Apenas si consiguió erigir 130 kilómetros nuevos.

En su segunda embestida por la presidencia, nuevamente enfocó sus baterías en contra de México por ser el paso ilegal de millones de migrantes latinos, por el trasiego de drogas -el fentanilo en los últimos años- y por el déficit en la balanza comercial que tiene su país con el nuestro.

Con ese discurso populista e incendiario que lo caracteriza logró engatusar a una mayoría que, decepcionada de Biden, se dejó llevar también por la promesa de declarar como terroristas a los narcos de México y aplicar aranceles a las importaciones desde México, en represalia por facilitarle a los chinos la introducción de sus autos y mercancías.

Al momento de su juramento, el país, el gobierno y la persona más presionada con el regreso de Trump a la Casa Blanca lo es sin duda México, la 4T y Claudia Sheinbaum.

Antes de la asunción y en medio de los amagues y amenazas vertidas por el magnate norteamericano, las respuestas del gobierno mexicano se han centrado en retomar los decomisos de drogas, las detenciones de capos de pelo del crimen organizado y en el decomiso de mercancías de procedencia china.

Preocupados por la virtual expulsión de al menos un millón de indocumentados, según cifras de miembros del nuevo gabinete trumpista, la administración de Claudia Sheinbaum ha organizado con el apoyo de gobiernos estatales y municipales la instalación de carpas y espacios públicos para recibir a miles, decenas de miles, tal vez a centenares de miles de indocumentados.

Es tal el temor de la 4T a Donald Trump que, en contraste con el persistente y golpeteo a la oposición, la titular del Ejecutivo federal se ha hecho acompañar y fotografiar con todos los gobernadores y alcaldes del país, en un intento por mostrar unidad nacional.

En ese contexto, la gobernadora de Chihuahua le ha dispensado a CSP el respaldo y solidaridad que no se veía desde hace muchos años entre dos gobernantes opositores.

Maru Campos ha sido capaz de mirar por encima de los agravios de la federación al estado en los últimos seis años, como la extracción de agua de las presas pese a la brutal sequía, el abandono de los tramos carreteros federales, el nulo apoyo al campo chihuahuense y el ambiguo apoyo, hasta hace poco, en materia de seguridad.

Sheinbaum Pardo no se puede quejar del respaldo sin regateos ni mezquindades brindado por la gobernadora, en estos momentos en que la unidad nacional debe recuperarse tras seis años oscuros de división y desprecio a las instituciones y a los derechos humanos.

En poco tiempo sabremos de qué tamaño será el impacto en nuestro país de las políticas públicas y órdenes ejecutivas del Donald Trump en materia de migración, comercio y seguridad.

No pasará mucho tiempo para darnos cuenta de cuán preparado está el Gobierno federal para responder al desafío migratorio y que demuestre si está a favor de cumplir con su obligación de combatir al crimen organizado para recuperar los vastos territorios conquistados últimamente por ellos.

Es entonces cuando en honor al discurso que se pregona de humanismo, democracia y bienestar surge el temple, la congruencia y la coherencia de la aparente unidad nacional convocada por el gobierno de México.

Es cuanto.

P.D. Mientras tanto en lo doméstico tenemos un pendiente igual de descomunal como el de Trump, relativo a la aniquilación de la república, de la división de poderes, de la democracia y a la convencionalidad de los derechos humanos. No es cualquier.