Ciudad de México.- "Tengo una relación pecaminosa con un hombre casado". Eso le confesó Liriola al padre Arsilio. Impuso el sacerdote: "De penitencia reza ahora mismo 50 padrenuestros". "Que sean 25, señor cura -pidió la mujer-. Estoy citada con el hombre, y voy a llegar tarde". Julieta le dijo a Romeo: "Ya sé que todavía no hay tele, pero no por eso tienes que estar toda la noche a duro y dale"... Nuestro país ha sido siempre hospitalario. Abre las puertas a quienes en otros países son perseguidos por causa de sus ideas políticas. En ocasiones, es cierto, hemos sentido impulsos racistas o de nacionalismo rastacuero, como los que llevaron al régimen de la 4T a la suprema pendejada de exigir a España y el Vaticano que se disculparan por los sucesos relacionados con la Conquista. Durante muchos años los antes llamados "gachupines" -aquellos "cejijuntos, barbicerrados y coñodicentes" que describió Salvador Novo- fueron objeto de acoso el 15 de septiembre por turbas que recién enteradas del tormento a Cuauhtémoc querían vengarlo, para lo cual atacaban los comercios propiedad de españoles. Sucedió que una noche del Grito algunos exaltados traían a mal traer a un hombre de tez clara, y lo iban a colgar de una farola. Clamó con desesperación el infeliz: "¡Señoges! ¡Yo no soy español! ¡Soy fgancés!". Y exhibió el pasaporte que lo acreditaba como tal. "Está bien, suéltenlo -sentenció el jefe de la chusma-. Vamos a dejarlo pal 5 de mayo". Con el paso del tiempo superamos esa inquina patriotera que únicamente conservan los ignorantes y quienes con sus descaradas solicitaciones de nacionalidad española confirman el viejo dicho según el cual más pronto cae un hablador que un cojo. Ahora los estadounidenses -"gringos"- afrontan esa inquina en la Ciudad de México, sobre todo en colonias como la Roma y la Condesa, por causa de la llamada gentrificación. Se les acusa de desplazar a base de billetazos en dólares a los vecinos originales de esas zonas, que por causa de la elevación en el precio de los alquileres se ven obligados a mudarse a partes alejadas y desconocidas para ellos. Inconveniente grande es ése que en ocasiones asume proporciones de desgracia. Desgraciadamente ese fenómeno deriva de la ley de la oferta y la demanda, tan ineluctable como la ley de la gravitación universal y con su misma indiferencia. El propietario de un departamento a quien un extranjero le ofrece el doble del alquiler que percibe de un inquilino local no pensará en nacionalidades, y dará en renta su propiedad al que le paga más por ella. "¿Y el patriotismo?" -le preguntaron a un comerciante de mi ciudad que les vendía vituallas a los soldados norteamericanos cuando la guerra del 47. Respondió, desconcertado: "Pos vieran que no lo vide". En efecto: poderoso caballero es don dinero, y no sabe de gentrificaciones. Babalucas quería vender su coche, pero pensó que iba a batallar para deshacerse de él, pues el odómetro, que así se llama el marcador de los kilómetros recorridos por el vehículo, mostraba más de 90 mil. Un amigo le recomendó a un mecánico que podía hacer retroceder la numeración. Efectivamente, el hombre puso el marcador en 10 mil. Una semana después el amigo se topó con Babalucas y le preguntó si ya había vendido el coche. "¿Por qué lo voy a vender? -replicó el pasmarote-. Apenas tiene 10 mil kilómetros recorridos". El médico que examinó a don Acisclo, señor octogenario, se sorprendió al saber que su paciente hacía el amor todos los días, cada vez con una mujer distinta. Le indicó: "Eso es peligroso". "No lo es -opuso el veterano-. A todas les doy un nombre falso". FIN.

MIRADOR.

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

"He caminado leguas y leguas, todas las leguas que Dios ha querido, y me siento cansado y un poco triste".

Con esa dolorida frase dio principio mi ilustrísimo paisano saltillense don Artemio de Valle Arizpe al relato de su vida. Lo escribió en un pequeño libro llamado "Historia de una vocación".

Yo también he caminado leguas y leguas, pero no estoy cansado ni me siento triste. Sigo cumpliendo mi mester de juglaría, y gozo la inmensa dicha de vivir. Lo primero y lo último que hago cada día es agradecerlo. Doy gracias por el aire que respiro, por la luz que veo, por la canción que escucho, por el pan que me alimenta, por el techo que me cubre, por los pasos que me llevan de aquí a allá, por el amor de los míos, por el cariño de quienes me quieren a pesar de mis defectos, y de aquéllos a quienes quiero yo a pesar de mis defectos.

Una cosa he aprendido. Venimos a este mundo a ser felices y a dar felicidad a los demás. Todo lo que no sea amor es un insulto al que nos dio la vida. Seguiré mi camino, y agradeceré el final en igual forma que agradezco el principio.

¡Hasta mañana!...

MANGANITAS.

Por AFA.

". Israel propone a Trump para recibir el Premio Nobel de la Paz.".

A mi pensamiento fiel

de estas palabras me valgo

para declarar que algo

anda mal en Israel.