A Blanca Magrassi, Irma Campos, Diana Álvarez, Guadalupe Sánchez de Araiza, Esther Orozco, María Edmeé Álvarez, Bertha Chiu Núñez, Maru Campos, y a todas las mujeres que, sin importar su convicción ideológica y trayectoria profesional o política, han dedicado sus esfuerzos por la igualdad sustantiva.

A las mujeres heroínas de todos los días.

En México, mujer es sinónimo de discriminación y peligro constante, en los últimos 10 años (2015 a 2024) se registraron 28 mil 977 asesinatos de mujeres, de los cuales solo 8 mil 127 (28%) se investigan como feminicidios. A pesar de los criterios establecidos por la Suprema Corte para que estos crímenes sean investigados con perspectiva de género, en la práctica la mayoría de los casos quedan impunes, perpetuando el dolor y la injusticia para las familias.

Más allá del feminicidio, las mujeres enfrentan violencia en múltiples formas, ya sea psicológica, emocional, económica o sexual. A esto se suma una de las crisis humanitarias más alarmantes de los últimos años: la desaparición de mujeres y niñas. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, al 4 de marzo de 2025 hay 28,136 mujeres desaparecidas en México, lo que representa el 23% del total. Lo más preocupante es que la mayoría de estas desapariciones ocurrieron en el sexenio del ex presidente López Obrador, con 12 mil 504 casos, siendo los estados más afectados el Estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Nuevo León y Tabasco.

A pesar de que los años transcurridos desde la adopción de plataformas como Pekín y la reciente conmemoración de la Convención de Belém do Pará, donde se han establecido directrices concretas para el avance de derechos, las leyes y políticas en México siguen sin garantizar el acceso efectivo a los derechos de las mujeres. Es habitual escuchar que las mujeres exageran, que son casos aislados, minimizan los gritos de auxilio, afirman que no es tan grave, que las víctimas hacen falsas denuncias, pero los números e historias hablan por sí solas, la violencia feminicida es una realidad que sigue violentando y arrebatando vidas en todo el territorio nacional.

Organizaciones como la Red Nacional de Refugios informan que, aproximadamente 24 mil mujeres y sus hijos buscaron refugio en albergues durante 2024 para escapar de la violencia de género, lo que representa un aumento del 75% en comparación al año anterior. Entre el primero de enero y el 31 de diciembre de 2024, se registraron 237 mil 612 víctimas de violencia familiar en el país.

Hoy, la historia es diferente, le toca a una presidenta recibir todas estas demandas.

La falta de políticas públicas integrales eficaces con lentes de género, fomentan la misoginia y las violencias contra las mujeres y sus hijos e hijas. Reprobamos los actos vandálicos suscitados en cada marcha, ciertamente existe rabia, impotencia y desaliento por la violencia de género, agravada por el contexto social tan lastimoso, de la resistencia pacífica se pasó a la violencia, se vive en una olla exprés. Sobra decir, que este tipo de manifestaciones también son ocupadas por intereses políticos, donde destruir, quemar, provocar es la consigna.

Miles de decenas de mujeres en todo el país marcharon para decir ALTO, NO MÁS VIOLENCIA, niñas, adolescentes, jóvenes, adultas y abuelas, de todos los segmentos académicos y sociales, se unieron a la marea morada. Como rezaba uno de los carteles en la marcha “quiero morir de vieja, no por ser vieja”. Sumemos voces de conciencia, #Ni Una Menos #BASTA #Si tocan a una, respondemos todas #Vivir sin Miedo.