Primero: el agua es para todos. Se deben unir todas las fuerzas para buscar la mejor forma de conservarla y usarla. Atenta contra el interés de todos los chihuahuenses lo que hace el PRIAN al politizar la urgente y vital administración racional, humana y técnica del agua. Revivir el discurso violento de algunos agricultores en contra de la nueva Ley de Aguas que propone el gobierno federal hunde a todos los chihuahuenses, incluidos los hijos de quienes impulsan esa estrategia.

La escasez de agua en Chihuahua es el problema vital de todos: sin agua no hay vida. Las familias —agricultores, senadores, gobernadores, presidentes municipales, diputados, estudiantes—, todos los chihuahuenses debemos entender que el agua debe cuidarse racionalmente para sobrevivir. Ningún partido debe politizar el uso humano del agua. Su escasez debe unir a todas las fuerzas sociales del estado para encontrar la mejor solución técnica a este asunto vital. Politizándolo nadie gana: todos pierden.

Quien piense que estar en contra del uso racional del agua, como lo propone la nueva Ley de Aguas, le dará rendimiento electoral, está totalmente equivocado: se perjudica a sí mismo y a sus hijos.

Todos deberíamos estar sentados juntos, unidos, planeando —como establece la nueva Ley de Aguas— la forma racional y técnica de administrar la poca agua que hay en Chihuahua.

En otra cuestión, los líderes nacionales prianistas y el empresario muy dolido por tener que pagar 74 mil millones de pesos en impuestos tratan de meter al país en una espiral de violencia política, para generar condiciones de golpe de Estado y volver al poder que perdieron en las urnas y ante el pueblo. Es del conocimiento público que establecieron alianzas con la ultraderecha de Donald Trump para que incida directamente en la política de México, tal como lo ha hecho en Argentina, Bolivia, Perú, El Salvador, etcétera.

Está documentado que el PRIAN se esconde tras las siglas de la “Generación Z” para tratar de engañar a la juventud y llevarla a realizar rebeliones como las que impulsó la CIA en Nepal. En la marcha que organizaron el día 15 en el Zócalo, casi lograron su objetivo de invadir Palacio Nacional e incendiarlo, pues ese era su objetivo declarado. Ese día, los grupos de choque que prepararon lograron derribar las vallas que protegían a los policías y al Palacio, y se enfrentaron con los agentes, pero no lograron entrar como pretendían. Obtuvieron imágenes de la policía conteniendo la supuesta “rebelión popular” que dieron la vuelta al mundo, manipulando el mensaje de que en México gobierna una “narco dictadura”, un “narco gobierno”. Tal como Trump ha dicho contra México para presionar a la presidenta Claudia a que “se ablande” en favor de las empresas extranjeras en el manejo del petróleo, los minerales y la electricidad.

A la marcha del día 20, convocada de manera abierta para enfrentarse al Ejército, solo asistieron aproximadamente 150 personas. Fue un rotundo fracaso. Algunos asistentes fueron grotescamente agresivos contra la presidenta Claudia. El PRIAN fracasó rotundamente porque el pueblo reprobó la violencia del día 15. Los mexicanos recibieron la información —con pruebas en la mano— de que los “jóvenes” organizadores de las marchas tienen contratos millonarios y son funcionarios partidistas del PRIAN.

Además, los convocantes intelectuales y materiales ya saben que están siendo investigados como generadores de la violencia del día 15 y que, de ahora en adelante, habrá consecuencias penales contra quienes usen las marchas para robar, lesionar y causar daños a personas o inmuebles.

Es claro y notorio que el “relanzamiento” del PRIAN consiste también en aumentar la distribución de mensajes de odio y tempestades de mentiras sobre la población para “mensajearle” a Trump que la presidenta Claudia es “narcopresidenta”, “dictadora”, “narcoterrorista”, “judía”, “comunista”; que “todo México se hartó de su corrupción”; que “van a sacarla de Palacio”; que “es judía”, y otras expresiones terribles, propias del nazismo, hoy usadas por la ultraderecha prianista y sus estrategas.

Alito Moreno y Romero, entre otros, repiten todos los días esos insultos para estigmatizar y generar odio colectivo contra sus adversarios, específicamente contra la presidenta Claudia. Ese es el PRIAN que decidió deslizarse hacia la ultraderecha y la violencia, impulsándolas abiertamente como métodos para reconquistar el poder y destruir a sus oponentes.

Las marchas convocadas por la desesperación de esos líderes y del empresario evasor fiscal abren una nueva etapa en la historia del país. Viéndose derrotados en las urnas por el proceso de Transformación nacional y sin influencia, decidieron ponerse de rodillas ante Trump. El “nuevo” PRIAN dio un salto a la tumba al abrir la puerta de la violencia como forma de reconquistar el poder perdido, ante un pueblo que ya no quiere volver al pasado. Mucho menos votará por el conservadurismo ante tales actos de violencia política.

El coraje de los líderes del PRIAN por sus constantes derrotas electorales, y el del empresario Salinas Pliego por tener que pagar los 74 mil millones de pesos, son directamente proporcionales a la violencia que están instrumentando en el país.