¿De qué se acusa a Adán Augusto López Hernández, coordinador de los senadores de Morena? ¿Se le señala de lo mismo que a Calderón, es decir, de haber tenido como secretario a un delincuente? Con la diferencia de que el primero fue gobernador del estado durante tres años y el segundo presidente de la República durante seis. ¿Por qué los panistas no miden con la misma vara a Calderón, a pesar de que el expresidente defendió y mantuvo en el cargo, durante todo su sexenio, a un delincuente ya sentenciado? Cosa que, con Adán Augusto, aún no ha sucedido.

Con estas preguntas no pretendo defender al senador Adán Augusto López Hernández, en caso de que efectivamente hubiera encubierto a un criminal. Pero antes hay dos cosas que se deben acreditar: la primera, que Hernán Bermúdez Requena es un criminal ya sentenciado, o al menos que existan pruebas públicas de ello; y la segunda, que Adán Augusto lo encubrió y/o protegió como gobernador. En el caso de Calderón sí está acreditado, pues su exsecretario de Seguridad ya fue sentenciado como delincuente organizado, y el expresidente lo protegió y defendió durante todo su sexenio frente a las acusaciones que le imputaban.

Y sí: si se demuestra que Adán Augusto López Hernández defendió y/o encubrió a un delincuente con conocimiento de causa, deberá enfrentar las investigaciones y acusaciones correspondientes. Pero entonces también Calderón, y con señalamientos aún más graves. Porque Adán fue gobernador solo tres años, antes de dejar el cargo para ser secretario de Gobernación; mientras que Calderón mantuvo durante seis años, como presidente de la República, a un delincuente que se suponía debía combatir la delincuencia organizada en todo el país, y que hoy ya está sentenciado.

Por eso es oportuna la pregunta: ¿de qué se acusa a Adán Augusto? Lo señalan de encubrir, según se entiende, a un “delincuente” (aún no sentenciado) hace seis años, cuando fue gobernador de Tabasco. Bajo esa lógica también deberíamos estar acusando a Felipe Calderón, de quien nos enteramos, hace apenas tres años, que encubrió a un delincuente nacional, no solo de una entidad federativa.

La realidad es que a la oposición política —incluyendo a empresarios y algunos medios de comunicación— no le interesa si Adán Augusto hizo algo o no, si encubrió a un delincuente o no. Lo que buscan es linchamiento mediático y político; descrédito, en pocas palabras. Porque si lo consiguen, mancharán el legado de Andrés Manuel López Obrador y podrán decir que “son iguales”, con todo el cinismo que ello implica.

Si de verdad les interesara combatir la corrupción, las complicidades y a los delincuentes políticos, exigirían también investigación penal contra Felipe Calderón, contra Alejandro “Alito” Moreno —que fue gobernador de Campeche y enfrenta acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito—, contra Ricardo Anaya y contra tantos otros políticos, incluyendo a varios de Chihuahua que se enriquecieron durante el sexenio de Duarte.

El trasfondo de estas acusaciones es meter en el mismo saco a AMLO, porque les ha hecho mucho daño al quitarles el país que antes tenían secuestrado.

A su vez, buscan desacreditar a una política joven, inteligente, audaz y con gran futuro, a la que le tienen miedo en Chihuahua porque saben que acabaría con complicidades y pactos de años entre el poder político y el poder fáctico en todo el estado: Andrea Chávez. Ella es también objetivo de la oposición, porque saben que encabeza las encuestas para la gubernatura y sería su peor escenario: alguien con quien no podrían negociar. Pretenden meterla en el mismo saco de acusaciones para decir que “es igual a ellos”.

Por eso los opositores se relamen los bigotes, y en columnas y medios le endulzan el oído a la Presidenta, exaltando —según ellos— su lucha contra la corrupción de compañeros de partido, y pidiéndole que se desmarque del Presidente para ganar legitimidad. Olvidan que la Presidenta ya fue legitimada por la gran mayoría de los mexicanos.

La oposición sabe que la única manera de ganarle a Morena en alguna elección —porque hoy pierde en todo el país— es si logra dividir al partido. Ya lo consiguieron en 2021, cuando la división en la Ciudad de México entre Claudia Sheinbaum, entonces jefa de Gobierno, y Ricardo Monreal, entonces senador y cabeza de un grupo político, les permitió arrebatar alcaldías y diputaciones.

Pero la Presidenta es más inteligente que ellos y ha demostrado que su lucha contra la corrupción va en serio, sin importar quién sea, aunque no caerá en el juego político de la oposición. Porque lo que quieren es que les haga el trabajo sucio y lograr lo que no han podido en siete años: desacreditar a Morena, a AMLO y a la Cuarta Transformación, para que la gente crea que “son iguales” y vuelva a votar por ellos. En el fondo, lo que buscan es volver a ser dueños del país… y seguir conservando Chihuahua.