Ciudad de México.- Los seguidores de Morena –“Chairos” le llaman algunos-- son muy afectos a descalificar el periodismo de investigación, aquel que exhibe las tropelías de los gobernantes de la Cuarta Trasformación; esos defensores a ultranza y sin razonamiento se montan en discurso donde resaltan los insultos, las descalificaciones sin pruebas, las ofensas y cuando todo falla apelan al autoritarismo disfrazado de ley para acallar a los periodistas críticos.

Pero el periodismo no se detiene por esas nimiedades y ante la falta de una oposición política combativa, de instituciones independientes que hagan contrapeso a las decisiones autoritarias, los trabajos informativos terminan por documentar los excesos del régimen, exponen a los corruptos, descubren a los criminales disfrazados de funcionarios honestos y dan pruebas de los abusos del poder, de sus excesos y de las incongruencias en las filas morenistas.

Han sido trabajos periodísticos los que sacaron a la luz pública los sobres de Pío López Obrador; los que sacaron a relucir la corrupción en Segalmex, los que expusieron los excesos de “Dato Protegido” y su cónyuge, el diputado Sergio Gutiérrez Luna, los que documentaron diversos casos de huachicol fiscal y muchos otros más.

Fue la periodista Anabel Hernández quien con sus reportajes puso al descubierto las relaciones de Genaro García Luna con grupos criminales; cuando ella expuso esa relación los seguidores de AMLO la aplaudieron, la llenaron de elogios y hasta distribuyeron su libro en la Cámara de Diputados.

Pero cuando fueron ellos a quienes exhibió la periodista, entonces la atacaron; la calificaron como parte de “la prensa conservadora” que intentaba debilitar al movimiento; la injuriaron con todo tipo de epítetos para desacreditar un trabajo que ya no les convenía y que les incomodaba.

La periodista Carmen Aristegui documento la corrupción del caso “Odebrecht” y como Enrique Peña Nieto resultó beneficiado, al grado de que su entonces esposa, Angélica Rivera, se construyó una mansión –“La Casa Blanca” de Peña Nieto—con dinero proveniente de las relaciones financieras que tenía el expresidente de la República con los directivos de esa empresa.

Desde una postura opositora, López Obrador y sus seguidores utilizaron el caso para fundar una narrativa que hablaba de corrupción –y sí la había—al tiempo que ellos se mostraban como los nuevos salvadores de la patria.

Pero ya en el poder, cuando Carmen Aristegui empezó a cuestionar y exhibir los actos de corrupción que cometían los que antes se decían blancos y puros, entonces ya no les gustó el periodismo y volvieron a aplicarle la fórmula de la descalificación, se dijeron víctimas de una campaña de desinformación, se tiraron al piso y a la periodista la llenaron de insultos.

Hace casi tres años, el 17 de octubre del 2022, la reportera de “Proceso”, Dalia Escobar, en una conferencia mañanera cuestionó al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador sobre la relación de Hernán Bermúdez Requena con el grupo criminal “La Barredora”; le mostró los documentos de la SEDENA donde se detallaba su participación en ese grupo criminal, le citó la eventual complicidad de Adán Augusto López en el caso.

La respuesta que ella recibió de López Obrador fue una serie descalificaciones contra el medio de comunicación; desde la tribuna de su conferencia mañanera, López Obrador se victimizó y acusó al medio y a la periodista de ser parte de una campaña en su contra, apeló de nuevo a convertirse en la víctima mientras que acusaba a los “medios conservadores” de armar una campaña para desprestigiar su gobierno; no solo eso, metió las manos al fuego por Adán Augusto López y lo calificó como un funcionario honesto.

El resto del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, ese tema jamás volvió a ser tratado en una conferencia mañanera, pues resultaba evidente la incomodidad y molestia que le generaba al entonces presidente de la República.

Como es costumbre, los corifeos del régimen no dudaron en repetir los insultos a “Proceso” y a la periodista, se tiraron al piso porque su Mesías Tropical fue cuestionado y por qué un funcionario que tenía el sello 4T, como Hernán Bermúdez, era acusado de ser líder de un grupo del crimen organizado que operaba al amparo de la protección gubernamental que le brindaban las autoridades de Tabasco y el propio Adán Augusto López, en ese momento ya ungido como Secretario de Gobernación y sonante para ser contendiente por la candidatura de Morena a la Presidencia de la República.

Pero el tiempo termina por aclararlo todo; el jueves 18 de septiembre llegó a México, procedente de Paraguay donde fue detenido, Hernán Bermúdez Requena, “El Comandante H”; la Fiscalía General de la República tiene una carpeta de investigación que lo ubica como el líder de “La Barredora” y junto con él a otros encumbrados personajes de la política mexicana, este personaje ahora está en poder de la justicia mexicana para responder por los delitos que se le imputan y su destino final pareciera ser una fría celda de prisión, al final la cobija que le echó encima López Obrador no alcanzó para taparlo por más tiempo y con esto también descobijó a otros involucrados.

Dalia Escobar, la valiente reportera de “Proceso” que se atrevió a cuestionar al Presidente, puede sonreír y sentirse satisfecha porque hablaba con la verdad y su información era correcta.

Por eso es importante tener libertad de expresión, por eso es significativo en una democracia mantener y defender a una prensa libre, por eso resulta trascendente el periodismo que investiga y descubre; por eso les incomoda y lo persiguen.

Al final el periodismo hizo su trabajo, fue sólo cuestión de esperar por un tiempo y así como este sucederá con otros casos, de este y de futuros gobiernos.