Empezar una rutina de ejercicios pocas veces es sencillo. Puede ser difícil encontrar la motivación. A veces, incluso puede resultar incómodo o embarazoso.
Pregúntale a Kelly McGonigal, psicóloga de la salud de la Universidad de Stanford y autora del libro The Joy of Movement.
“Al no haber sido atleta durante mi infancia, mi experiencia con el movimiento fue sobre todo de humillación”, dijo McGonigal el miércoles pasado en el escenario del New York Times Well Festival.
McGonigal hablaba con Danielle Friedman, colaboradora de Well, y Robin Arzón, instructora jefa de Peloton, sobre el reto de disfrutar del ejercicio.
Para ayudar a las personas que luchan por ponerse en marcha, McGonigal y Arzón compartieron tres estrategias concretas para convertir el ejercicio en un vehículo para experimentar la alegría.
No intentes amar cada momento
Mucha gente cree que debería llegar a un punto en el que ame cada segundo de ejercicio.
Pero McGonigal dijo que eso no es realista. Incluso durante los entrenamientos más gratificantes, puede haber momentos de dolor, dificultad o frustración.
Así que cambia tus expectativas. McGonigal contó que su hermana, una corredora, había llegado a considerar los momentos más duros de sus carreras como sus partes favoritas, ya que eran los momentos en los que se sentía más resistente.
Arzón dijo que había llegado a encontrar la alegría en el simple hecho de ir a entrenar, en lugar de centrarse en cómo se sentía su cuerpo durante el entrenamiento. McGonigal estuvo de acuerdo: “A veces el ‘sentirse bien’ es cómo te sientes después contigo misma porque has persistido y estás agotada”.
Esfuérzate por conseguir impulso, no motivación
Arzón dijo que se gana la vida motivando a la gente para que haga ejercicio. Pero la constancia y la rutina son más importantes, añadió.
“La motivación es pasajera”, dijo Arzón. “Es efímera”. En lugar de eso, dijo, intenta centrarte en ganar “impulso”.
“Es hábito”, dijo Arzón. “Es proceso. Es horario”.
Y no te preocupes si no eres un experto en el ejercicio que estés haciendo. Simplemente hazlo lo mejor que puedas, y luego vuelve a intentarlo.
“Prefiero ser mala corriendo que buena en el sofá”, dijo.
Busca una comunidad
Una de las razones por las que el ejercicio nos hace felices es que puede ayudar a fomentar la conexión con los demás. Así que intenta unirte a un club de atletismo o asistir a una clase de zumba, aunque la idea te cohíba.
“Cuando nos movemos en sincronía con otras personas, nuestros cuerpos entran en un estado. Nuestros cerebros entran en un estado que los neurocientíficos denominan ‘modo nosotros’”, dijo McGonigal. “Entramos en un estado de unión que es biológicamente real, y podemos percibirlo como una especie de confianza, cercanía y pertenencia”.