Nueva York.- Hay una ironía en Detroit en este momento: la armadora que más depende de la fabricación estadounidense figura entre los más golpeados por los aranceles.
Ford Motor, el segundo principal fabricante automotriz estadounidense, se enorgullece de fabricar la mayoría de sus vehículos en Estados Unidos. Alrededor del 80% de los autos que Ford vende en EU se fabrican allí, y produce más vehículos en Estados Unidos que cualquier otra armadora.
Sin embargo, la compañía de Dearborn, Michigan, afirmó que los acuerdos comerciales más recientes de la Administración Trump con Japón, la Unión Europea y Corea del Sur la ponen en desventaja frente a sus rivales extranjeros. Esos acuerdos ahora establecen un arancel del 15%, inferior al arancel automotriz del 25% que entró en vigor esta primavera.
Ford enfrenta aranceles más elevados en muchas piezas, así como mayores costos del aluminio importado, que está sujeto a aranceles del 50%. Ford, uno de los mayores consumidores de aluminio de la industria, compra el material a proveedores estadounidenses que pasan a sus clientes una parte importante de sus costos arancelarios.
Scott Bessent, el Secretario del Tesoro, dijo en una entrevista con CNBC que la situación de Ford se debe a factores "idiosincrásicos", ya que las camionetas pickup de la serie F de la compañía se fabrican con aluminio, un material difícil de conseguir en Estados Unidos. Bessent señaló que la Administración espera llegar a un acuerdo con Canadá para abordar, en particular, los costos del aluminio. "Admiro a Ford", afirmó.
Cuando el Presidente Trump presentó su plan arancelario en abril, criticó duramente los aranceles que otros países habían impuesto a los vehículos fabricados en Estados Unidos y afirmó que su nueva política comercial ayudaría a que Estados Unidos volviera a ser una potencia industrial.
Las armadoras estadounidenses tienen mucho tiempo de quejarse de que batallan para competir con rivales extranjeros que disfrutan de menores costos laborales, mayores niveles de apoyo gubernamental y regulaciones menos estrictas.
"Durante décadas, no ha habido igualdad de condiciones para los fabricantes automotrices estadounidenses a nivel mundial, ni en materia de aranceles ni de barreras comerciales", dijo Mary Barra, directora ejecutiva de General Motors, a principios de este año. "Así que creo que los aranceles son una herramienta que la Administración puede utilizar para nivelar el campo de juego", añadió.
Al ser implementada la política comercial, las armadoras estadounidenses también se vieron vulnerables a los aranceles. Trump impuso aranceles al acero y al aluminio, a las autopartes y a todos los vehículos extranjeros importados, incluso los hechos por fabricantes estadounidenses.
Durante la era del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), GM, Ford y Stellantis expandieron una parte significativa de su capacidad de manufactura a México y Canadá. Estos productos quedaron sujetos a aranceles.
Aproximadamente la mitad de lo que vende GM en Estados Unidos lo fabrica en el extranjero; Ford fabrica la mayoría de sus vehículos en Estados Unidos, pero depende en gran medida de piezas importadas. Un acuerdo comercial que beneficie a uno podría debilitar al otro.
"Ford tiene más motivos de queja", dijo Daniel Roeska, analista en Bernstein. "Si ahora estás reduciendo los aranceles y permitiendo que más automóviles y contenido fluyan a Estados Unidos, eso perjudica relativamente a Ford más que a otras empresas".
Las tres compañías han reportado altos costos arancelarios. Ford reportó haber pagado 800 millones de dólares en el segundo trimestre. GM calculó su factura en 1.1 mil millones de dólares. Stellantis, fabricante de las marcas estadounidenses Chrysler, Ram y Jeep, afirmó que los aranceles redujeron sus resultados en 350 millones de dólares.
Tesla, que fabrica en EU todos los vehículos que vende en el país y obtiene la mayoría de las piezas en Norteamérica, afirmó que los aranceles le costaron a su unidad automotriz 200 millones de dólares.
Cuando la Administración Trump comenzó a cerrar tratos con grandes socios comerciales en las últimas semanas, cada uno provocó escalofríos en los ejecutivos de Ford.
Ford afirmó que los pactos beneficiaban a sus competidores, desde la japonesa Toyota Motor Co. y la alemana Volkswagen hasta GM, que fabrica modelos Chevrolet y Buick de menor costo en Corea del Sur.
Ford afirmó que la nueva tasa del 15% es demasiado baja para motivar a la competencia a trasladar la producción a Estados Unidos. "Japón y Corea del Sur tienen ventajas reales en cuanto a costos laborales, materiales y divisas", indicó. "Mientras tanto, Ford enfrenta a miles de millones de dólares debido a los múltiples aranceles sobre autopartes, acero, aluminio y otros productos que incrementan nuestros costos de manufactura en Estados Unidos".
El sindicato United Auto Workers y un grupo comercial que representa a los fabricantes automotrices de Detroit han criticado la decisión de Trump de reducir los aranceles. "La política comercial estadounidense debería impulsar a las armadoras a fabricar en Estados Unidos, con mano de obra calificada y sindicalizada", declaró el UAW. "Un arancel fijo del 15% no lo consigue".
Han afirmado que las ventajas en costos de fabricar autos fuera de Estados Unidos, como una moneda más débil y una mano de obra más barata, superan con creces el arancel del 15%. Ford dijo que fabricar la SUV Ford Escape de la compañía cuesta aproximadamente 5 mil dólares más que una Toyota RAV4 fabricada en Japón.
Los nuevos tratos también podrían dar un impulso a GM, el rival de Ford del otro lado de la ciudad. Los analistas estiman que el nuevo arancel del 15% a las importaciones procedentes de Corea del Sur reducirá la factura arancelaria de 5 mil millones de dólares de GM este año en cerca de mil millones de dólares.
Los ejecutivos de Ford dijeron haber mantenido conversaciones casi a diario con funcionarios de la Administración, quienes, afirman, se han mostrado receptivos al argumento de la compañía.
"Ford es un productor automotriz líder en Estados Unidos y el principal exportador con la mayor cantidad de trabajadores del sindicato UAW", declaró el director ejecutivo Jim Farley en una llamada con analistas. "Somos muy claros con la Administración".
Mientras tanto, Ford y el resto de la industria estadounidense esperan un acuerdo con México, que representa una gran parte de los envíos de autopartes a Estados Unidos. Trump anunció el jueves que los aranceles sobre los productos mexicanos se mantendrán inalterados durante 90 días mientras ambos países negocian un acuerdo comercial.