El Paso, Tx.- El clima de temor generado por los recientes operativos de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) está empujando a familias migrantes hacia la autodeportación, incluso cuando se encuentran en procesos legales. Un caso que ejemplifica esta tendencia es el de Albis Silva, una madre venezolana que, tras el arresto de su esposo e hijo mayor, ahora pide su liberación no para permanecer en Estados Unidos, sino para salir voluntariamente del país y regresar a Ciudad Juárez, México.

“No queremos quedarnos aquí. Queremos irnos juntos”, declaró Silva entre lágrimas, quien asegura que prefiere la incertidumbre de vivir en México que continuar bajo el terror constante en El Paso. “Lo único que pido es que me liberen a mi familia para irnos juntos”, insistió la inmigrante, quien ahora ve la autodeportación como su única salida.

La familia venezolana llegó a El Paso el 14 de agosto de 2023, después de esperar casi un año en Ciudad Juárez. Ingresaron legalmente por un puente internacional mediante el sistema CBP One, obteniendo formas I-94, permisos de trabajo, números de Seguro Social y una audiencia de corte migratoria programada para febrero de 2026.

Sin embargo, lo que debía ser una Navidad de esperanza se convirtió en una pesadilla cuando agentes federales arrestaron a Johan Alberto Morales y a su hijo Yonaiker Alfredo Torrealba Silva, de 19 años, pese a que ambos contaban con permisos migratorios vigentes otorgados por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) desde 2023.

El 22 de noviembre, más de 15 agentes federales con el rostro cubierto y armados acudieron al domicilio familiar en la avenida Alameda, en el Valle Bajo, solicitando que Yonaiker los acompañara para “revisar su trámite”. Nunca regresó. Fue trasladado al Centro de Detención de Otero, en Nuevo México, donde permanece recluido pese a no contar con antecedentes penales.

Días después, los agentes regresaron y detuvieron al esposo de Silva, quien actualmente se encuentra retenido en un centro de detención en El Paso, sobre la avenida Montana. Ambos portaban brazaletes electrónicos y cumplían con sus citas migratorias.

“Llegaron como si fuéramos delincuentes. Nos rodearon la casa, sacaron armas y se los llevaron sin explicaciones”, relató Silva. “Nunca mostraron órdenes claras”, agregó la madre que dejó a dos de sus hijos en Venezuela por falta de recursos.

El precio emocional

Ahora, Albis Silva, su nieta y nuera viven con miedo constante ante la posibilidad de que los agentes regresen. “Tenemos terror. No dormimos”, expresó Griselda, esposa de Yonaiker, quien presenció los arrestos.

La menor de la familia, Jeysbel Valentina, de apenas siete años, sufrió una fuerte crisis emocional tras presenciar la detención de su padre y su hermano. Según su madre, la niña dejó de comer, no quiere ir a la escuela y presenta síntomas de depresión.

“Yo le pedí a Santa Claus que suelte a mi papi y a mi abuelito, porque sé que él los va a ayudar”, dijo la pequeña venezolana mientras abrazaba a su abuela y clamaba por la liberación de sus seres queridos.

La familia había colocado su árbol de Navidad con la ilusión de celebrar juntos, pero la escena ahora es distinta. “Pensamos que sería una Navidad bonita, como el año pasado. Hoy es una Navidad de tristeza, de dolor y desesperación”, expresó Griselda.

De la esperanza a la desilusión

Silva reconoce que estos operativos generan un clima de miedo que empuja a las familias migrantes a la autodeportación, incluso cuando cumplen con los procesos legales. “No estamos escondidos, estamos haciendo todo legalmente”, subrayó, asegurando que los documentos que les fueron otorgados “no fueron respetados” por los agentes federales.

La familia cuenta con redes de apoyo en Ciudad Juárez, donde vivieron durante casi un año antes de cruzar la frontera, lo que hace viable su retorno a México. “No podemos regresar a Venezuela porque huimos del régimen de Nicolás Maduro”, explicó la inmigrante que llegó a Estados Unidos con la ilusión de alcanzar una vida próspera y segura.

Silva aseguró que lo vivido en El Paso es incluso peor que la persecución que enfrentaron en su país natal. “Esto es una pesadilla. Aquí te tumban la puerta, te esposan, te tratan como criminal, te apuntan con armas largas. No hay seguridad”, afirmó, lamentando que su “sueño americano” se frustró con la nueva política de la administración Trump, a pesar de que reside legalmente en el país.

Finalmente, la inmigrante venezolana hizo un llamado a las autoridades y a organizaciones defensoras de derechos humanos para intervenir en su caso y evitar más separaciones familiares. Por lo pronto, las tres mujeres quedaron solas en la vivienda mientras los hombres de la familia permanecen detenidos.

“No somos delincuentes. Somos una familia trabajadora que solo buscaba protección”, concluyó la mujer que teme estar en casa ante el posible regreso de los agentes de ICE.

Al mismo tiempo, la pequeña Valentina, entre lágrimas y al lado de su perrito “Niño”, espera que su deseo navideño se cumpla antes de la Nochebuena para volver a abrazar a su padre y a su abuelo.