CDMX.- Antes de que Gene Hackman desapareciera del ojo público en su adoptiva ciudad de Santa Fe, Nuevo México, los lugareños veían a la veterana estrella de cine en el campo de golf, en su camioneta o paseando a sus amados perros.

Su esposa, solía estar a su lado. Ella manejaba mucho de su vida: organizaba golf con sus amigos, vigilaba su dieta (dado el problema cardiaco que lo persiguió por décadas), diluía con agua mineral su vino, escribía a máquina y editaba las novelas que él redactaba a mano.

Al parecer, también asumió el rol de cuidadora exclusiva mientras él soportaba los devastadores efectos del Alzheimer. Al ser 30 años menor que él, debió de haber planeado verlo en su casa hasta su partida.

El viernes, autoridades de Nuevo México revelaron más giros oscuros en el misterio de cómo murió la pareja, en febrero. Dijeron que fallecieron por causas naturales; él, de una enfermedad cardiaca, y ella, de una infección viral poco común: hantavirus. Fue Arakawa, cuidadora, amante, protectora, quien murió primero, tal vez el 11 de febrero, dejando a Hackman, de 95 años con Alzheimer avanzado, solo en la casa durante días. Se cree que murió una semana después, el 18.

Los detalles exactos de lo que sucedió en la casa durante el transcurso de esa semana tal vez nunca se conozcan. Amigos y vecinos dijeron que la pareja se había retirado cada vez más de la vida pública desde la pandemia de Covid-19 (2020).

Pero la cronología presentada el viernes por la autoridad forense plantea la aterradora posibilidad de que Hackman, un veterano de la Marina y actor de consumada precisión y control, hubiera pasado días en presencia del cuerpo de su esposa demasiado desorientado o débil para pedir ayuda, atrapado, esencialmente, en la hermosa y aislada casa que había sido su recompensa por una vida de trabajo en el centro de atención.