A mediados de la década de los 2000, jóvenes revolucionarios liderados por la rebelde Perfidia Beverly Hills irrumpen en un campo de migrantes refugiados en la frontera entre Estados Unidos y México, donde esperan ser deportados por los militares. El caos se desata. Las noticias y el gobierno manipulan la información a su antojo.
Casi dos décadas después, las tensiones raciales, las redadas migratorias y la xenofobia siguen imperando. Es el clima sociopolítico habitual. Y, también, una escena que detona la acción en la nueva película del cineasta Paul Thomas Anderson, Una Batalla Tras Otra.
"Es un momento muy peculiar para estrenar la película, ¿verdad? Como dice Perfidia en la cinta: '16 años después y el mundo ha cambiado muy poco'. Seguimos librando las mismas batallas que hace 20, 100 o 200 años. Parece que nunca dejamos de interponernos en nuestro propio camino. Como seres humanos, simplemente repetimos los mismos errores ridículos. Y quizás esa sea la parte triste.
"Pero también, quizás, todo lo absurdo de la naturaleza humana te debe hacer reír, porque si no te ríes, te pasarás el día llorando. Quizás sea solo yo, pero normalmente las cosas absurdas me parecen bastante divertidas, y por eso quizás sea tan importante decir que lo que ocurre en el mundo es una locura", puntualiza en entrevista el realizador, también conocido como P.T. Anderson.
La burbuja temática en la que se envuelve Una Batalla Tras Otra, que estrena el 25 de septiembre en cines de México, es solo uno de los tantos elementos que hacen de este relato un producto bizarro y reflexivo, divertido e impactante, y general como particular. Como la vida misma.
"Espero que el título tenga un gran impacto... Hasta ahora, hoy no he sentido que libre una batalla tras otra porque estoy teniendo un buen día, pero quién sabe, aún es pronto: puedes golpearte el dedo del pie, leer el titular de un periódico, tu hijo volverá a casa llorando de la escuela, tu coche se avería... Hay un millón de cosas que podrían salir mal y por eso hoy vamos a librar una batalla tras otra.
"Y ojalá el título funcione así, ya sean como un reflejo de las cosas más mundanas y sencillas de nuestra vida o los golpes más grandes que enfrentamos como sociedad".
Para construir la historia de un ex revolucionario (Leonardo DiCaprio) que debe rescatar a su hija de 16 años (Chase Infiniti) de las garras de un antiguo enemigo (Sean Penn), el director (Magnolia, Boogie Nights y Petróleo Sangriento) se enfocó en armar personajes con traumas, deficiencias, frágiles e inestables. Los temas que los rodean nunca fueron su verdadera brújula.
"Lo peor que puedes hacer es intentar escribir sobre un tema. Todo escritor quiere pensar que puede ser muy impredecible. Todos pensamos: 'Voy a hacer algo que nunca he hecho'. Para eso debes trabajar con estos personajes, sentirte invadido por ellos, amarlos y emocionarte por ver qué hacen y qué dicen.
"Luego, de manera natural, estos temas serios y reales resurgen y te muestran cuáles son tus verdaderas preocupaciones e intereses. Y ocurren de forma natural y también accidental. Luego simplemente los enfrentas, les das la mano y te diriges hacia ellos. Te concentras en ser emocionalmente honesto y el resto es solo decoración".
Con toque mexicano
Uno de los personajes centrales, que lleva gran parte de la trama pese a su ausencia, es Perfidia Beverly Hills (Teyana Taylor). Su nombre proviene de la canción "Perfidia", escrita en 1939 por el mexicano Alberto Domínguez y que sirve como leit motiv de la película.
"'Es, sin duda, una de las grandes canciones que existen, creo que debe haber al menos mil versiones de 'Perfidia' a lo largo de los años. Nat King Cole tiene una versión genial. Y la de Los Panchos, es increíble; usamos una versión de ellos en la película.
"En el libro ('Vineland', de Thomas Pynchon), el personaje en el que está basada Perfidia se llama Frenesí, y me gusta, pero quería hacerlo mío, así que, como un guiño, opté por otra canción del mismo compositor. Y 'Perfidia' le queda bien a Perfidia... Es una especie de hechicera, una especie de mujer malvada que te robará el corazón, te seducirá y te romperá en mil pedazos".
Su adicción: el cine
Con apenas 10 películas en su historial, nueve de ellas nominadas al Óscar en diversas categorías, Anderson no planea retirarse pronto. Su necesidad de seguir contando historias arriesgadas y retadoras le es imposible de resistir.
"Si te soy sincero, es más una adicción que otra cosa. Mi esposa estaría de acuerdo. Sigo con ganas de seguir haciendo películas y contando historias. No practico deportes, pero debe sentirse similar: sales a batear noche tras noche, llegas a la base, consigues un jonrón, un doble, y de repente te pierdes, y ya no puedes batear más... Pero después quieres repetirlo", reflexiona Paul Thomas.
"Hay tantas maneras de contar historias, tanto que aprender todavía, tantos detalles, tanta energía y emoción al tomar dos imágenes, unirlas y encontrar música que funcione con ellas... Es un cubo de Rubik infinito de posibilidades y experimentación".