Nueva York.- Debido a que los precios en el supermercado, gasolineras y farmacias han aumentado, muchos de los votantes del primer término del presidente Biden se han quejado, por lo que él desarrolló un contra-argumento populista: La culpa es de las grandes corporaciones, no mía.
Pero a pesar de enfrentar una difícil batalla por la reelección en la que los temas económicos serán centrales, Biden no ha dependido de ese mensaje de una manera frecuente o natural como otros demócratas, incluyendo a senadores que tratan de ser electos a curules competitivas en el suroeste y el norte-centro industrial del país.
La campaña de Biden no se ha enfocado en mensajes a través de la televisión o en línea para reprender a las empresas por los altos precios, a diferencia de los senadores Bob Casey de Pennsylvania y Sherrod Brown de Ohio, quienes han colocado ese tema en el centro de sus campañas --- y están superando a Biden en los sondeos.
Actualmente, algunos progresistas están urgiendo a Biden para que siga el ejemplo de los senadores y coloque a la “inflación por avaricia”, como ellos le llaman, como un tema para su reelección.
Dijeron que luchar contra los grandes negocios podría impulsar el argumento “Main Street contra Wall Street” que está tratando de utilizar contra el ex presidente Donald J. Trump, particularmente con los votantes de la clase trabajadora a la que Biden necesita motivar.
Ellos consideran que los sondeos muestran que los votantes desean escuchar al presidente condenar a las grandes corporaciones en términos más enfáticos.
“Es un mensaje ganador para los demócratas”, comentó April Verrett, presidenta del Sindicato Internacional de Servicio a los Empleados, que está tocando puertas en estados cruciales como parte de un operativo por 200 millones de dólares para motivar la participación en las urnas.
“Se está viendo claramente que Bob Casey, quien ha tenido un mejor resultado en los sondeos que el presidente, está demostrando que es un mensaje ganador”.
Los republicanos han atacado a Biden por la inflación y es una de las cargas políticas más importantes para el presidente en su revancha con Trump.