Nueva York.- En su primer mandato como Presidente, Donald Trump resucitó los aranceles como herramienta de diplomacia económica, utilizándolos periódicamente como palanca para obtener nuevos acuerdos comerciales con otros países. El resultado fue un sistema de comercio mundial con un poco más de fricción, pero que permaneció intacto en gran medida.
Si Trump lleva a cabo lo que ha descrito durante la campaña electoral, su potencial segundo mandato sería radicalmente diferente. Más que una simple herramienta de negociación, los aranceles más altos serían un fin en sí mismos. Según una estimación, los aranceles podrían alcanzar su nivel más alto desde la década de 1930.
A corto plazo, algunos precios en EU aumentarían y el crecimiento podría sufrir a medida que los consumidores y las empresas se ajusten a los nuevos impuestos sobre los bienes importados. El impacto a largo plazo dependería de si otros países toman represalias y hasta qué grado estaría Trump dispuesto a negociar. El resultado podría ser cualquier cosa, desde una guerra comercial total hasta un nuevo sistema comercial entre los aliados de la Unión Americana unidos por su frustración colectiva con China.
Un nuevo mandato de Trump puede suponer que "el sistema de comercio global de finales del siglo 20 no es sostenible", dijo Oren Cass, fundador de American Compass, un grupo de expertos conservador cercano a los asesores de Trump y que respalda el plan arancelario de Trump. "El final aquí no es algún tipo de negociación en el que todos regresemos a 1995", cuando se fundó la Organización Mundial del Comercio. Más bien, es un "reequilibrio fundamental".
El consenso sobre libre comercio que prevaleció desde 1995 hasta la elección de Trump en el 2016 no volverá incluso si gana la vicepresidenta Kamala Harris, la candidata demócrata.
Ella podría sumar a la combinación de aranceles impuestos a China durante el primer mandato de Trump y el apoyo a la manufactura supervisado por el Presidente Biden. Pero éstos representarían cambios incrementales, mientras que un Trump reelecto podría rehacer fundamentalmente el sistema de comercio mundial.
Los planes de Trump siguen envueltos en la incertidumbre. Ha hecho un llamado por un arancel general del 10%, luego sugirió uno del 20% y al menos una vez incluso dijo que del 50% al 200%.
Ha propuesto un arancel del 60% sobre los productos procedentes de China, o quizás más. También ha propuesto reciprocidad, o aranceles de EU que igualen los de sus socios. Eso debería librar a México y Canadá, que bajo el T-MEC negociado durante el primer mandato de Trump no cobran aranceles a EU, pero Trump ha dicho por separado que los autos de México enfrentarían aranceles del 100%. México no impone aranceles a los automóviles fabricados en EU.
En resumen, nadie sabe lo que Trump tiene en mente.
Si resulta que el arancel a China es del 60% y para el resto del mundo del 10%, el arancel promedio de EU, ponderado por el valor de las importaciones, saltaría del 2.3% al 17%, estima Evercore ISI, un banco de inversión. Sería la tasa más alta desde la Gran Depresión.
Los aranceles estadounidenses irían de los más bajos a los más altos entre las principales economías. Si otros países tomaran represalias, el aumento a las barreras comerciales globales no tendría precedentes modernos, señaló Doug Irwin, historiador del comercio en el Dartmouth College.
Es probable que los aranceles más altos sigan vigentes durante años, incluso si un futuro Presidente concluye que son un error. "Estas cosas son fáciles de imponer y difíciles de eliminar", afirmó Irwin. "El proyecto de eliminar las barreras comerciales que se acumularon durante la Gran Depresión llevó décadas".
Congreso vs. la Casa Blanca
Durante el primer mandato de Trump, el Congreso, en particular los republicanos, a menudo se resistieron a su proteccionismo. Cuatro años después, el partido se ha alejado del libre comercio y la plataforma electoral de este año respaldó los aranceles generalizados de Trump. Si los republicanos emergen de las elecciones del próximo mes con el control tanto de la Casa Blanca como de la Cámara de Representantes y del Senado, es probable que concedan a Trump un margen de maniobra sustancial.
Los republicanos también están ansiosos por extender su recorte fiscal del 2017, gran parte del cual expira a fines del 2025. Los aranceles podrían compensar parte del costo estimado de 4 millones de millones de dólares en el curso de 10 años. Si bien sólo el Congreso puede alterar los aranceles de forma permanente, varias leyes ya otorgan al Presidente discreción para aumentarlos indefinidamente.
Los republicanos podrían decirse, "'no tengo que votar a favor, financia cosas que me importan y, francamente, no está legislado, por lo que es mucho más fácil deshacer'", expuso Rohit Kumar, ex asistente de Mitch McConnell, republicano líder del Senado.
Mientras tanto, el mes pasado en CNBC, Jason Smith, el republicano que preside el principal comité de impuestos y comercio de los Representantes, planteó la posibilidad de convertir en ley los aranceles de Trump a China, con lo que se "puede recaudar mucho dinero, cientos de miles de millones de dólares".
Los republicanos están mucho menos entusiasmados con los aranceles a países fuera de China, pero están abiertos a su uso para negociar medidas que algunos consideran discriminatorias contra EU, como la cuota fronteriza planeada por la Unión Europea sobre el contenido de carbono de importaciones como cemento y acero, impuestos mínimos corporativos y tal vez impuestos al valor agregado (impuesto a las compras internas, incluidas las importaciones, pero no a las exportaciones).
Canadá y México podrían ser blanco cuando el T-MEC se revise en el 2026. Se podría presionar a China para que cumpla los términos del acuerdo comercial que forjó durante el primer mandato de Trump. Los países con los que EU no tiene déficits comerciales persistentes, como Gran Bretaña, podrían recibir un mejor trato.