Washington.- Con los brazos cruzados y el ceño fruncido, el Presidente electo de EU, Donald Trump, evitó la cárcel, pero se convirtió en un delincuente.

Trump no asistió de manera presencial ayer a la sala del tribunal en Manhattan donde se dictó la sentencia en su contra por el caso conocido como Stormy Daniels, sino que se conectó virtualmente desde su residencia Mar-a-Lago, en Florida.

En algún momento en el proceso penal, el futuro Presidente llegó a enfrentar hasta cuatro años de prisión por falsificar sus registros financieros para encubrir un escándalo sexual por su relación extramarital con la ex actriz porno Stormy Daniels. Pero ayer el republicano recibió sólo lo que se conoce como liberación incondicional.

La sentencia, una rara e indulgente alternativa a la cárcel o libertad condicional, reflejó la imposibilidad práctica y constitucional de encarcelar a un Presidente electo. Sin embargo, tiene un significado simbólico, y consolidó la posición de Trump como el primer delincuente en ocupar la Oficina Oval.