Un hombre venezolano dio el jueves el primer paso para demandar a Estados Unidos por lo que dice fue una detención y traslado erróneos a una notoria prisión de El Salvador.
Neiyerver Adrián Leon Rengel, de 27 años, pasó cuatro meses en el Centro de Confinamiento del Terrorismo, o Cecot, donde dijo que lo golpearon y maltrataron. El jueves presentó una denuncia administrativa ante el Departamento de Seguridad Nacional, acusando a las agencias de inmigración estadounidenses de expulsarlo sin el debido proceso.
Es la primera denuncia de este tipo que presenta uno de los 252 venezolanos que fueron expulsados y enviados a El Salvador en marzo, dijeron sus abogados, y es un paso necesario antes de emprender acciones legales contra el gobierno estadounidense ante un tribunal federal.
Leon Rengel, quien reclama 1,3 millones de dólares por daños y perjuicios, quedó en libertad la semana pasada en el marco de un canje de prisioneros a gran escala entre Venezuela y Estados Unidos. Ahora vive en Venezuela.
“Yo quiero limpiar mi nombre”, dijo en una entrevista telefónica la noche del miércoles desde su casa en el estado de Miranda. “Yo no soy una mala persona”.
El Departamento de Seguridad Nacional no hizo comentarios inmediatos sobre la demanda de Leon Rengel.
La reclusión de hombres venezolanos en El Salvador en marzo fue uno de los primeros esfuerzos de alto perfil para cumplir la promesa electoral del presidente Donald Trump de llevar a cabo deportaciones masivas. Su gobierno ha acusado a los migrantes de pertenecer a una banda venezolana, el Tren de Aragua, y ha utilizado la Ley de Enemigos Extranjeros, una ley de tiempos de guerra raramente invocada, para justificar la captura y expulsión de muchos de los hombres a El Salvador.
Algunos de los migrantes deportados tenían antecedentes penales, entre ellos al menos 32 que fueron condenados o acusados de cargos graves, pero una investigación de The New York Times descubrió que la mayoría de los hombres no los tenían. Las familias de muchos de los hombres han dado un paso al frente para impugnar las acusaciones de afiliación a una banda criminal, y sus abogados sostienen que los hombres fueron deportados sin una oportunidad justa de defender su caso ante un tribunal.
Leon Rengel presentó su denuncia con la ayuda de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, un grupo de derechos civiles. Su director ejecutivo, Juan Proaño, afirma que tiene previsto presentar otras decenas de denuncias en nombre de hombres que fueron enviados a la prisión de El Salvador.
Norman Eisen, presidente del Fondo para los Defensores de la Democracia, grupo prodemocracia no partidista, dijo que era importante responder enérgicamente a lo que describió como un “secuestro ilegal” por parte del gobierno estadounidense.
“Si se puede tratar así a los migrantes, estamos en un terreno incierto en el que cualquiera puede ser secuestrado”, dijo Eisen.
En su denuncia, Leon Rengel, quien había trabajado como barbero en Texas, indicó que fue detenido el 13 de marzo, el día de su cumpleaños, en el estacionamiento de su edificio de apartamentos en Irving. Los agentes federales pidieron ver sus tatuajes, que, según le dijeron, indicaban que estaba afiliado al Tren de Aragua. Leon Rengel dijo en la entrevista que no tenía ninguna relación con la banda.
Sus abogados afirman que no tiene antecedentes penales en Estados Unidos, salvo por una infracción cometida en noviembre de 2024. En ese incidente, Leon Rengel fue detenido después de que la policía detuvo un coche en el que viajaba y encontró parafernalia relacionada con drogas. Leon Rengel afirmó que el material no le pertenecía y que ni siquiera sabía de su presencia. Se declaró culpable y fue multado.
Cuando Leon Rengel fue enviado a El Salvador, su familia no logró ubicarlo durante más de un mes, dijo su hermano David en una entrevista desde su casa de Chicago. El número de identificación de extranjero de Leon Rengel desapareció del sitio web que se utiliza para rastrear a los detenidos en el sistema de inmigración estadounidense. Ni su hermano ni la novia de Leon Rengel pudieron obtener respuestas de las agencias federales de inmigración sobre su paradero.
Finalmente, su familia supo que Leon Rengel estaba recluido en el Cecot de El Salvador. Según la denuncia de Leon Rengel, los guardias agredían habitualmente a los detenidos en una zona sin cámaras para no dejar pruebas digitales de los abusos. En el documento, Rengel dijo que los agentes utilizaban puños y porras para golpearle en el pecho y el estómago, y lo obligaban a ver cómo maltrataban brutalmente a otros presos.
Su denuncia describe las terribles condiciones en el Cecot. Dice que estaba recluido con casi otros 20 detenidos venezolanos en una celda de unos 9,2 metros por lado, que solo se limpiaba una vez a la semana. A los hombres rara vez se les permitía salir al exterior, no tenían acceso a medicamentos y no se les permitía hacer ejercicio ni hablar con sus familiares o abogados, según la denuncia.
Cuando Leon Rengel se quejó de su gastritis, dijo que solo le dieron agua. Para pasar el tiempo, los reclusos fabricaban dados con jabón y tortillas y utilizaban papel higiénico para jugar al Parqués, un juego de mesa.
Cualquier cosa podía dar lugar a palizas, dijo Leon Rengel en la entrevista.
“Si jugábamos nos golpeaban. Si hablamos, nos golpeaban”, dijo. “Si nos reíamos, nos golpeaban. Si nos bañamos nos golpeaban”.
Recordó que solo tuvo contacto con alguien del exterior una vez durante su estancia, con la Cruz Roja, que le visitó durante 30 minutos el 12 de junio.
Leon Rengel ingresó a Estados Unidos en junio de 2023 mediante una solicitud con la aplicación CBP One, utilizada por el gobierno de Joe Biden para gestionar las citas de migrantes en la frontera con México. Había solicitado un estatus legal en virtud del programa de Estatus de Protección Temporal, y su solicitud aún estaba en trámite cuando fue detenido.
Desde entonces, el gobierno de Trump ha puesto fin al programa para cientos de miles de venezolanos, y su gobierno ha reutilizado la aplicación CBP One para permitir un proceso de “autodeportación”.
Leon Rengel se ha reunido ahora con su hija, Isabela. En la entrevista, dijo que no tenía planes de regresar a Estados Unidos, pero que seguía adelante con su proceso legal con la esperanza de evitar que otros migrantes sufrieran el mismo trato que él recibió.
Añadió: “A cada migrante que sigue en los Estados Unidos —sean quien sean o de cualquier país que vengan— yo deseo que puedan lograr sus metas, enfocarse en trabajar para su familia, y que de la noche a la mañana no le quiten todo”.