El fuego se propagó rápidamente tras iniciarse cerca de la parte trasera de la cabina del avión. Pero el capitán, a pesar de estar informado del peligro que aumentaba, no dio la orden de evacuación por el intercomunicador.
Lo que vino después fue una escena caótica con casi 170 pasajeros gritando y empujándose unos a otros, presas del pánico, desesperados por salir del avión y salvar sus vidas.
Era el martes por la noche, en el aeropuerto de Busan, Corea del Sur, donde millones celebraban el Año Nuevo Lunar. Algunos se dirigían a Hong Kong en el vuelo ABL391 de Air Busan, que iba demorado. Todavía estaba en tierra minutos después de las 10:15 p. m., hora en que tenía programado despegar, cuando los pasajeros vieron una llama en los compartimentos superiores del lado izquierdo de la parte trasera del avión.
El incidente ocurrió apenas un mes después de la peor catástrofe de aviación ocurrida en suelo surcoreano y aquella tragedia, en la que se vio implicada otra aerolínea de bajo costo, probablemente seguiría fresca en la mente de las personas que iban a bordo.
“Las llamas salían por los espacios entre los compartimentos superiores”, dijo Shin Min-su, quien viajaba en el avión, a los reporteros. “La gente gritaba intentando salir, pero había una fila, así que estaban atrapados”.
Shin dijo que se levantó para tratar de apagar el fuego. Pero cuando intentó abrir los compartimentos superiores, un auxiliar de vuelo le dijo que no lo hiciera.
La tripulación de cabina informó de la situación al capitán, quien desconectó los sistemas hidráulico y de combustible del avión y, según la compañía aérea, declaró una evacuación de emergencia. Sin embargo, los pasajeros no se enteraron de esto. La aerolínea diría más tarde que “no hubo tiempo para hacer un anuncio aparte”.
“El interior se llenó de mucho humo”, dijo Jeong Yeong-jun, otro pasajero, a KBS, un canal surcoreano. “A partir de ese momento, los pasajeros no dejaron de empujar hacia delante, gritando a mi alrededor: ‘¡Abran la puerta, abran la puerta!’”.
Kim Dong-wan y otros pasajeros dijeron a los reporteros que habían abierto por su cuenta algunas de las puertas del avión y habían saltado a los toboganes para escapar. Al menos una de las puertas de emergencia fue abierta por un auxiliar de vuelo, informó la agencia de noticias Yonhap.
Air Busan no proporcionó un informe detallado de la evacuación el miércoles por la noche, pero las 176 personas que se encontraban a bordo —entre ellas 169 pasajeros, dos pilotos, cuatro auxiliares de vuelo y un ingeniero de vuelo— sobrevivieron. Tres pasajeros sufrieron heridas leves en el proceso de evacuación y cuatro auxiliares de vuelo fueron hospitalizados brevemente tras inhalar humo, señaló la aerolínea.
Luego de escapar, algunos pasajeros comenzaron a grabar la escena y a compartir videos con medios de comunicación. Las imágenes mostraban humo saliendo por una salida de emergencia mientras los pasajeros se deslizaban por los toboganes de emergencia, algunos rodando hacia la pista sin que nadie los ayudara a caer.
La gente gritaba, llamando a sus familias. “¡Tenemos suerte de no haber despegado!”, dijo alguien.
Los bomberos llegaron al lugar minutos después, cuando el avión ya se encontraba vacío. Enfocaron sus esfuerzos en salvar las alas del avión, pues allí había almacenados alrededor de 15.900 kilos de combustible. Las llamas se extinguieron a las 11:30 p. m., pero el fuselaje del Airbus A321-200 quedó destruido.
La falta de un anuncio para los pasajeros genera preocupaciones sobre si la tripulación de Air Busan había seguido los procedimientos de seguridad estándar, dijeron expertos en aviación.
Kim In-gyu, director gerente del Centro de Formación de Vuelo de la Universidad Aeroespacial de Corea, dijo que el protocolo exigía que el capitán anunciara los procedimientos de emergencia a través del intercomunicador de la cabina. Añadió que los auxiliares de vuelo debían guiar a los pasajeros utilizando megáfonos para darles órdenes claras y breves.
“Lo ideal sería que la tripulación de cabina se encargara de evacuar el avión”, dijo Keith Tonkin, experto en aviación y director gerente de Aviation Projects en Brisbane, Australia. En el mejor de los casos, “los pasajeros seguirían las instrucciones”, dijo.
Kim añadió que los auxiliares de vuelo primero deberían haber alejado a los pasajeros del fuego. Luego deberían haber bajado primero ellos por los toboganes, para después ayudar a los pasajeros que bajaban y guiarlos lejos de los toboganes. Por último, dijo, las puertas del avión que no eran salidas de emergencia solo debían abrirlas los miembros de la tripulación.
En un comunicado, Air Busan, filial de Asiana Airlines, una de las dos principales aerolíneas de Corea del Sur, dijo que su tripulación había seguido el protocolo y pidió disculpas a sus clientes. Se sigue investigando la causa del incendio.
El miércoles, el ministerio de Transporte dijo que había llevado a cabo una investigación antiterrorista y que no se habían subido artículos prohibidos al avión.
En semanas recientes, las autoridades de transporte surcoreanas se han visto presionadas para que revisen las normas de seguridad aérea del país. En el accidente del 29 de diciembre, en el que un avión de Jeju Air se estrelló en el aeropuerto internacional de Muan, murieron 179 personas. Solo dos personas que iban a bordo sobrevivieron.
Una inspección de seguridad realizada por el gobierno descubrió que siete aeropuertos surcoreanos tenían estructuras de hormigón con dispositivos de navegación cerca de sus pistas, similares a la de Muan —en la que se estrelló el avión de Jeju Air— y que no cumplían las recomendaciones de seguridad. Las autoridades descubrieron también que varias aerolíneas de bajo costo no habían cumplido los controles de seguridad.
La semana pasada, el gobierno ordenó a nueve aerolíneas de bajo costo que reforzaran las medidas de seguridad, que incluyen la reducción de las horas de vuelo, la mejora de la formación de los pilotos y el aumento del número de trabajadores de mantenimiento.
El miércoles, un pasajero del vuelo de Air Busan seguía hospitalizado. La aerolínea canceló ocho vuelos previstos para el miércoles en el aeropuerto, conocido formalmente como aeropuerto internacional de Gimhae, pero todos los demás vuelos operaron con normalidad.
Kim, el experto en aviación, dijo que había sido afortunado que el incendio hubiera iniciado antes de que el avión despegara.
“Si el avión hubiera salido a tiempo, si hubiera estado en vuelo”, dijo, “habría sido una situación muy grave”.