Chihuahua, Chih.- Una importante colección que guarda fósiles de colmillos de mamut, camello -inédito en estas zonas del mundo- y otras especies, está al alcance de los chihuahuenses en el Museo Ejido Favela, que conserva incluso los trilobites, restos de pez muy antiguos, en Anáhuac, a apenas a una hora de la capital.

El sitio fue creado por Elizabeth Dávila y su esposo Eliseo Angel Villegas Juárez, cuando ella decidió buscar un lugar tranquilo para pintar.

Pero inclusive, más allá de estas piezas, conservan en dicho lugar herramientas de agricultura y utensilios de cocina, que las mismas personas han donado.

Dichos artefactos y elementos están bajo supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que le ha otorgado un folio a cada pieza, compartido con fiscalías de todo el país.

Comentó Don Eliseo que la Laguna de Bustillos, ahí muy cerca del museo, es milenaria, y es ahí donde han podido encontrar muchos de estos fósiles.

Unos visitantes de Coahuila les dejaron una huella de dinosaurio, pero tienen también arboles petrificados, fragmentos de aerolito y cristal de oxidiana con el cual hacían flechas, ya que a unos diez minutos está el ejido El Apache.

El recorrido por el lugar es una 'delicia'; acompañados primero por Eliseo y después por Elizabeth. Ambos explicaron que está por regresar el INAH porque hay algunas piezas por inventariar. Ha sido un trabajo de casi dos décadas.

“Aquí donde estamos hay mucha arena, debió ser un brazo de mar; quienes vivían aquí se dedicaban a extraer material, pero nosotros nos interesamos por los fósiles”, comentó.

Con el paso del tiempo fueron construyendo lo que hoy es el lugar. Además, cuentan con una gran cantidad de objetos llenos de historia, fotografías antiguas, sumadoras, fundas para rifles, pistolas, todo lo que usaban los caballos, herramientas de labranza, todo tipo de planchas -la que usaba el carbón, por ejemplo- y maquinas de coser.

“Allá enfrente tenemos una hoz, radios, tocadiscos, un saxofón, y en esas vitrinas billetes, monedas, y cosas con las que la gente contribuye”, explicó Eliseo. “Este es un espacio abierto, que vengan quienes estén interesados, necesitamos visitantes”, compartió. Elizabeth dijo cómo ha ido decorando el museo, “tratando de darle color a cada espacio; por un lado cactus, el sol, una mujer viendo el campo, la Frida -que es una pintura apreciada-, y sombreros antiguos que ella pintó porque le gustaba capturar la belleza de sus sombreros.

Haciendo un alto en la gran colección de almejas, destacó la manera en que las fue representando con sus obras de arte, así como viendo el mar.

En el proyecto como pintora lleva cuatro meses; le esta dedicando prácticamente todo el día.

“Es un aprendizaje enorme”, comentó, “no soy paleontóloga, soy pintora, pero le agarras mucho amor a las piezas”.

Ambos piden el apoyo de la sociedad y de las autoridades para conservar las instalaciones, que con mucho cariño han construido, y hacen invitación abierta para que lo conozcan y disfruten, como ellos lo hacen.